Vaya,
hacia tiempo que no me sentaba ante el teclado con los colmillos tan afilados.
Hoy me siento un Nosferatu de la red, dispuesto a hincarle el diente a esta cuadrilla de garrapatas sin alma, que gracias a la intervención de la Guardia Civil, se han presentado como lo que realmente son: unos ladrones y unos sinvergüenzas.
Existen muchas maneras de robar, no hay porque echarse al monte con un trabuco para ser un bandolero.
Estos miserables, se han permitido el lujo de ampararse en los derechos de los artistas para extorsionar a todo aquel que se le ha puesto por delante.
Son conocidas por todos nosotros mil y una situaciones esperpénticas en las que han reclamado su particular impuesto revolucionario en bodas, hospitales, conciertos benéficos, fiestas de fin de curso en colegios de primaria, peluquerías y un largo etcétera de momentos dignos de la tradicional picaresca española.
Bajo el pretendido afán de garantizar el cobro de los derechos de autor, estos hijos de puta han organizado un entramado empresarial paralelo, donde desviar los fondos y se han dedicado a forrar de tapices la cueva de Alí Babá.
Pero que estúpidos.
Acumulan decenas de denuncias de autores que no han visto un duro aunque sus creaciones hayan sido reproducidas en diferentes medios hasta la saciedad.
Y es normal, porque como de costumbre, el que no tiene padrino no se bautiza y casualmente, los únicos que han trincado pesetitas, han sido los colegas de la junta directiva y su camarilla de lameculos.
Lo del canon digital, fue algo que irritó a la sociedad española sobremanera.
No me voy a explayar aquí, explicando lo complejo y ridículo de semajante desfachatez, lo que si diré, es que por encima de la jetada que es el cobrar un dinero porque si, porque hoy es hoy como la caja roja de Nestlé, a mi particularmente me tocó mucho lo que no suena el que presupusieran que todo aquél que comprará un CD, era para delinquir.
Mira por donde, ya se ha visto quien es el verdadero delincuente.
Y es que a cada cerdo le llega su San Martín y en este momento, el matarife les está atando las patitas para subirlos a la mesa de matanza, mientras un paisano revisa el filo del cuchillo, largo y recto que les va a entrar por el cuello, justo debajo de la boca.
No veas como lo estoy disfrutando.
Vivimos en un país donde los chorizos engalanan sus cagaderos con cuadros de Miró y los piratas derrochan millones de euros en ostentosas sedes sociales.
Luego que nos indignamos.
Si es que esto es para tomar la Bastilla y hacer un merendero en el patio.
Lo peor de todo es que todavía tenemos que ver a gilipollas como Sabina, que es un gran cantautor y un genio de la palabra, pero un soberano estúpido que tira piedras contra su propio tejado al cerrar filas junto a esta caterva de maleantes.
En fin, voy a comprar una tarrina de cedesesy me voy a pasar la mañana haciendo el mal, con especial gustito y mala leche.
Señores de la SGAE, que os den lo que merecéis, vereis que risas.