A mi personalmente, me la sopla bastante que las muchachas acudan a clase con velo, con Burka o con un bikini de Cacharel (esta última opción es más que respetable, ojo).
Lo que realmente me indigna es la forma que tiene esta estúpida sociedad nuestra, de darle siempre la vuelta a la tortilla.
No se donde hay más intransigencia, si en un centro que no permite a una joven llevar un velo cubriéndole la cabeza, o en una religión que impone a sus mujeres un gran número de normas absolutamente vejatorias.
Hay que diferenciar lo que es moda o estupidez fashion, lo que puede ocultar cierta predisposición al gamberrismo (tal como la sudadera con capucha, modelo Borroka, la gorra de visera "bakalata- style" o los pañuelos de colores anudados tipo "me gustaría ser un Latin king") y lo que acarrea connotaciones religiosas.
Que un centro formativo, pretenda curarse en salud tratando de evitar que los chavales acudan a las aulas vestidos para levantar barricadas, no me parece mal.
Que la comunidad musulmana se indigne ante la decisión del consejo escolar, no me parece mal, pero que se vayan aplicando el cuento, porque a mi también me indigna el trato absolutamente inhumano que le dispensan a sus mujeres, ciertos sectores extremos de esa comunidad, y algunos no tan extremos.
A ver si ahora vamos a poner el grito en el cielo porque la niña no puede ir a clase con velo, pobrecita y a la semana siguiente la casas con un señor de ochenta años a cambio de siete mil pesetas, o le pegas un tajo en el clítoris, no vaya a ser que disfrute con el coito.
Por no hablar de los castigos físicos, que recomienda el Islam.
Es cierto que vivimos en una sociedad aconfesional, tan cierto como que se pueden suprimir los crucifijos de las aulas y la religión como asignatura.
También me da bastante asquete, que algunas organizaciones xenófobas y extremistas, aprovechen todo este embrollo para sembrar inquina.
No hay que radicalizarse, que es malo.
La niña tiene la opción de trasladarse a otro centro, a menos de quinientos metros, donde la permitirán llevar el velo. Vamos a ver donde se traslada, el día que su padre decida que no puede llevar pantalones vaqueros, que no puede ir al cine con un amigo, o que tiene que marcharse a Argel, a casarse con un tío segundo suyo.