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sábado, 14 de enero de 2017

Puestos a pedir

Decidió pedir perdón a todos aquellos a los que había hecho daño alguna vez. Pero la lista era demasiado larga y no sabía por donde empezar.
Las mujeres y los niños primero. 
En la lista gracias a Dios no había ningún menor. Mujeres sin embargo había tantas que tuvo que organizarse y comenzó a llamar por orden alfabético. La mayoría ni siquiera le contestaron, pero al menos pudo limpiar su conciencia con una docena de ellas. Lo sentía de verdad. Sentía haberles hecho daño. Nunca quiso hacerlo conscientemente pero eso ni justificaba ni disculpababa las consecuencias de sus actos.Una descolgó tan solo para gritarle su odio y su desden. Al colgar borró su número de la agenda de contactos y su recuerdo de la carpeta de la memoria donde almacenaba en el cerebro las historias de amor. Hubo dos que se compadecieron de él y lo perdonaron con la mano en el corazón.
Corazón...vaya un órgano complicado.El suyo funcionaba a trompicones desde que comenzó a prestárselo a personas que no lo cuidaron y que se divirtieron jugando con él , hasta borrarle demasiadas aplicaciones.
Aunque conseguía desarrollar su misión principal, que era bombear sangre, para todas las demás era algo defectuoso. Y no había guardado la garantía. Ya no podría cambiarlo o exigir que le devolviesen el dinero.
Cómo no sabía muy bien que hacer con su puto corazón, pensó en subirlo a Wallapop. Conservaba la caja original, algo deteriorada pero con todos los complementos que vinieron de serie.A ver si algún tirador olímpico se le antojaba comprarlo, para usarlo como blanco; o alguna dama sin escrúpulos quería añadirlo a su colección de corazones rotos y ponerlo junto a otros muchos sobre la repisa de la chimenea, en el salón de su casa. Puso un precio especial para poetas, por si  podía servir de inspiración para escribir los versos mas tristes.
Pero no consiguió venderlo, ni siquiera recibió una oferta. Su anuncio apenas tenía visitas. La jodida ley de la oferta y la demanda. Había demasiados corazones en venta y mucho más baratos.
Entonces, por avatares de la vida, conoció a una ingeniera cardiovascular, experta en el cuidado y  la reparación de aurículas y ventrículos, que se interesó por él y se prestó a arreglárselo sin pedir nada a cambio. También le dio las pautas para una correcta conservación en óptimas condiciones y le ayudó a  instalar un sistema de seguridad y protección, con bloqueo del terminal por huella lacrimal.
Desde que lo puso en manos de esta ingeniera, comenzó a sentirse mejor y descubrió que no tenía porque seguir llamando a los números de su lista de disculpas. Lo hecho, hecho estaba y formaba parte del pasado, de una vida que ya no habría de volver nunca. Ni la quería ni la necesitaba, estaba comenzando a disfrutar de su nueva vida, libre de culpa, de ataduras, de remordimientos y de dolor.
Entendió también que su corazón era de esos que podía sincronizarse a la perfección con otro modelo de sus mismas características y que aunque no era un modelo demasiado común, alguno podría encontrar. Pero no quiso buscar. Supo que cuando topase con uno como el suyo, ambos se conectarían en el acto por ese sistema de bluetooth emocional que enlazaba terminales,conocido como amor.
Y esperó a recibir el mensaje solicitando la autorización. Se prometió también no abusar de los selfies, aunque sirven de desahogo y desarrollan la imaginación. Guardaría toda la capacidad de la memoria interna para ella. Además no quería gastar batería.