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domingo, 4 de junio de 2017

Reflexiones con Gardel.

No esperes nunca una ayuda, ni una mano, ni un favor.
Menos de esas personas que en contadísimas ocasiones te cruza el destino y al hacerlo,  te lleva a retractarte de la asumida y deprimente idea de que todo es mentira, de que nada es amor.
La vida da muchas vueltas, muchísimas. Esto a veces parece el puto tren de la bruja, donde al salir del túnel, te aguarda un escobazo en el hocico o una invitación formal para arder en su horno, bien untado de lágrimas y mantequilla y con una manzanita en la boca y varias cicatrices en el pecho.
Pero que más da. Hoy tengo el mate lleno de infelices ilusiones y por muy infelices que sean, he descubierto que no me importa lo que tenga que venir,ni mucho menos me importa ya lo que hizo aquella percanta,ni lo que hace, ni  lo que hará.
La vida me ha cruzado con personas que creí pertenecían tan solo a mi romántica esperanza de encontrar almas afines. Pero las he encontrado y me han ayudado a conocer mis miserias, mis limitaciones y todo lo que quisiera pulir, para conseguir estar a su altura. Y también he aprendido que aunque en un principio estas personas me pareciesen perfectas y envidiables, también arrastran sus cargas y también lloran, sufren y no todo es color de rosa.  He aprendido que en absoluto tengo el monopolio del dolor y que simplemente ese amigo tan bromista que es el destino, ha colocado algunas muescas en la culata del revolver de mi vida. Y aun hay espacio para muchas muescas más y con tesón y esfuerzo, aprenderé a que no sean más que marcas o recuerdos del pasado. Pero tengo que estar junto a los que me necesiten, como ellos están a mi lado y eso requiere de abandonar el egoísmo infantil que conlleva lo de "a mi me duele más" y "aquí y ahora porque allí y luego, me importan una mierda".
Tengo que aprender a tararear mi melodía de arrabal tan solo cuando bajo la quieta luz de un farol, unicamente pueda distinguir mi sombra y la música no haga bailar a nadie más. 
Este juego es un continuo aprendizaje y hay que estar vivo, pues las reglas cambian con cada bandoneón que se suma a la milonga.
Nadie dijo que esto iba ser fácil y aunque me encantaría sacar a bailar a la pareja perfecta, hay piezas que tengo que aprender a bailarlas solo. Pero es cierto, el día que me quieras, las estrellas celosas nos mirarán pasar.
No hay prisa. Todo termina llegando, incluso lo bueno.
Quien sabe si supieras, que nunca te he olvidado, volviendo a tu pasado, te acordarás de mi.
Tomo y obligo pero me he empeñado en beber de la copa rota y eso ya se ha terminado, me ofrecen copas sin muescas ni cortantes filos y voy a degustar los mejores caldos sonriendo y renunciando a lo que no me sume. Quien quiera restar en mi vida, que se vaya a la mierda, ya sea hombre o mujer, en eso soy absolutamente paritario.
La indiferencia del mundo, que es sordo y es mudo, recién sentirán.