Tengo muchos defectos, muchas debilidades y muchas limitaciones, pero el egoísmo nunca formó parte de la lista de mis imperfecciones.
Y no presumo de generosidad, en todo caso de estupidez, pues muchas veces esa ausencia de egoísmo ha ido asociada a la pérdida, al permitir que se saquearan mis reservas de felicidad, de alegría y de cariño. No voy a entrar en el saqueo económico, que también lo consentí, porque al fin y al cabo lo material me importa menos que lo emocional y muchísimo menos que lo esencial, que es invisible a los ojos. Duele mucho más que te vacíen el alma que la cuenta corriente,
No sé porqué desde muy jovencito decidí que debía darme a los demás sin reservas, que entregarme por completo era la forma de pagar el cariño ajeno, la aceptación de mi entorno y la aprobación de la mayoría.
Y esa mal entendida generosidad fue el más absoluto de los errores, la peor de las decisiones y el desgaste más tremendo.
Al no haber entendido bien que debía abrirme sí, pero no vaciarme, permití el abuso y la rapiña, el robo manifiesto y el saqueo.
Siento que al introducir las manos en los bolsillos de mi espíritu apenas encuentro unas monedas de esperanza, que no quedan ya ilusiones, y que tan solo conservo los sueños más pequeños, los más insignificantes. Y me aterra llegar a perder la creatividad, la inspiración que se convirtió en el motor de mi vida, en la fuerza que me hacía avanzar enfrentando vendavales, en la energía que me ayudaba a levantarme de la lona antes de que el arbitro contase hasta diez, y me devolvía al combate dispuesto a todo. Tengo que pelear, aunque duelan los golpes, aunque la sangre me impida ver con claridad. Rendirse no puede ser nunca opción, aunque a veces resulte demasiado tentador.
Ayer escribí en mi estado de wasap:
Muy cerca de B612 hay un asteroide donde residen las ilusiones perdidas. Al principio era muy pequeño, como el mío, pero crece a diario, y es triste ver como su sol se oscurece, su luna sangra y en él, siempre hace frio y solo llueven lágrimas.
En ocasiones me acerco para cuidar los jardines de metáforas que crecen salvajes, abonarlos con versos y regarlos con desengaños. Allí también hay volcanes y a veces entran en erupción expulsando ríos de angustia que abrasan toda esperanza. Lo bautizaron tristeza, y orbita peligrosamente sobre nuestros sueños.
y al releer hoy el estado he recordado no solo El principito, que sin lugar a dudas influye constantemente en mi vida, sino también ese demoledor pasaje de La historia interminable, en el que Atreyu llega al pantano de la tristeza y Artax, su caballo y fiel amigo, se hunde en ella y perece al abandonarse a su suerte y no querer salir.´
Cuando he vuelto a leer lo escrito ayer en mi estado de wasap, me he dado cuenta de que esa costumbre de no mirar por donde piso me ha llevado a dar un mal paso, y he caído en las aguas cenagosas de ese peligroso pantano. Y voy a luchar por alcanzar tierra firme y salir de ellas. Voy a cuidarme, a escucharme, a intentar perdonarme y a mirar por mi; a hacerme caso y a permitirme reír cuando pueda y llorar cuando lo necesite. Y voy a regalarme aquello que he derrochado siempre con quien no lo merecía. Se acabó ser y estar únicamente para quien pueda necesitar de mi esencia y mi presencia, porque yo también me necesito. Y mucho.
No es egoísmo. No lo es en absoluto. Es supervivencia.
Y pese a que siempre habrá quien no lo considere así, y no sepa valorarme, soy suficiente. Puede que en cualquier caso no sea "bastante" para cubrir las necesidades ajenas, sobre todo las de quienes reclaman mucho más de lo que dan, pero voy a convencerme de que llegaré a ser suficiente para cubrir las mías.