Cuando pasé por lo que resulta que se llama una ECM (experiencia cercana a la muerte) mi visión de la vida cambió por completo y a la labilidad resultante de mi lesión cerebral, se unió el cambio de percepción de la realidad y comprendí al fin la verdadera importancia de palabras como familia y amigo, que tendemos a incluir en el saco de las cosas que están ahí y que siempre van a estar. Pero no. Un día puede que no estén y la toma de conciencia de esta demoledora realidad en carne propia me llevó a considerar las cosas de una forma muy diferente. Ahora veo que ese cambio de visión está llegando también a multitud de personas que sin haber sufrido un accidente de tráfico que los llevase a la UCI en estado de coma, se dan cuenta de que la muerte está ahí y que al estar confinados, se arrepienten de no haber dicho a familia y/o a amigos que los querían tantas veces como querrían haberlo hecho. Pero nunca es tarde.
Tenemos que resistir porque más allá del confinamiento, de la privación de libertad, de no poder acudir al trabajo con todo lo que eso conlleva, de no poder reunirte con pareja, amigos, familiares y de no poder disfrutar de los pequeños placeres de la vida, la vida en toda su plenitud nos está esperando si somos capaces de poner los medios, de resistir.
Incluso aquellos que se infecten y que sufran el ingreso, no deben de tirar la toalla. Esto no es una sentencia de muerte. Más del 80% de los infectados salen adelante.
Será muy triste ver como caen muchos vecinos, amigos, familiares, compañeros de trabajo, de estudios...pero rendirse nunca debe ser una opción. Resistir y plantar cara con las armas que tenemos a nuestro alcance es nuestra obligación y esas armas son quedarnos en casa, evitar picarescas y ardides para tratar de disfrutar de lo que ahora no nos está permitido y sobre todo evitar contagios por este tipo de imprudencias.
Tenemos que tener en cuenta que quienes más están sufriendo las consecuencias médicas de esta crisis son nuestros mayores. Ellos y el personal médico y las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado que están en primera linea jugándosela por todos nosotros. Los mayores por descontado merecen toda nuestra atención y todo nuestro respeto, todo nuestro agradecimiento, nuestro cariño y nuestros cuidados y es una vergüenza que haya incluso quien haya promovido el abandono de los mayores a su suerte. Les debemos mucho, demasiado, y tenemos que hacer lo que esté en nuestra mano para que no sufran los estragos que está causando este puto bicho.
Médicos, enfermeros, auxiliares y personal sanitario en general,militares, policías, guardias civiles y todos los cuerpos armados demostraron valor,compromiso y sacrificio al acudir a la llamada y servir en primera linea. No basta con aplaudirlos a las ocho de la tarde, hay que ser solidarios con ellos y respetar el confinamiento que es la única manera efectiva de echar un cable que tenemos para que vuelvan a casa sanos y salvos.
Esto pasará. Está siendo muy duro, muy triste, muy problemático. Y después de que pase la crisis sanitaria vendrá la crisis económica. Y también pasará por dura y difícil que se presente la economía. Podremos con ella y saldremos adelante. Porque somos un pueblo duro y acostumbrado a enfrentar condiciones adversas y a escribir con letras de oro en los anales de la historia el nombre de España.
Y por favor, no perdamos el humor. Yo pasé por circunstancias muy duras y muy difíciles. Por un ingreso hospitalario de más de mes y medio, por más de tres años de baja laboral, dedicando las jornadas a extenuantes sesiones de recuperación física y de no menos agotadoras terapias y tratamientos psicológicos, pero resistí. Conseguí recuperar la vida, el futuro y el humor. La vida siguió, pese a todo y sobre todo y durante estos años tan difíciles me golpeó con la perdida de seres muy queridos y muy importantes para mi. Pero también me regaló días muy felices con la llegada a mi historia de nuevos amigos, de una mujer maravillosa y de reconocimientos literarios, publicaciones y nuevas oportunidades en cuanto a lo profesional.
Y es que esto es vivir, el dolor y la alegría son parte del trato y no siempre podemos alcanzar lo que nos proponemos, pero RENDIRSE NO ES UNA OPCIÓN.
Por eso hay que armarse de valor y de paciencia y resistir.
Y creerme, queridos lectores, llegará un día en el que al mirar hacia atrás, sonriamos al pensar que vivimos una pesadilla, pero conseguimos despertar.