"Todos los adultos fueron una vez niños, pero pocos lo recuerdan". Esta gran verdad es otra de esas muchas grandes verdades que podemos encontrar en El principito. El joven príncipe también nos dice que solo los niños saben realmente lo que buscan. Por eso aprendí a buscarla a Ella con ojos de niño al no encontrarla mirando con ojos de adulto. Entonces comprendí que no debía buscarla mirando con los ojos, sino con el corazón, porque solo mirando con el corazón podría encontrarla y es que lo esencial es invisible a los ojos.
Cuando la busqué con el corazón la encontré, pero al hacerlo supe que tendría que renunciar a todo lo que había aprendido sobre las mujeres, porque Ella no es una mujer, es un hada. Es el hada que mi infantil fantasía ha diseñado, la criatura perfecta que me querría tanto como yo a Ella. Me querría bien y nunca me haría daño. Pero es un ser nacido de la magia y no consigo alcanzarla, se oculta, me esquiva, parece que me teme.
Es un hada a la que han robado su magia con traiciones y engaños. Llora por dentro y esas lágrimas que se derraman desde el corazón pueden encharcar el alma y convertirla en una criatura tan frágil y delicada que si se la quiere mal se marchitará para siempre.
Más allá de que los mortales no podamos identificar con facilidad su verdadera identidad al no ver sus alas, Ella no se siente a salvo entre nosotros. Los hombres que la descubrieron danzando entre la lluvia la engañaron encerrándola en la jaula de una vida triste fabricada con mentiras. Quisieron robarle su magia y utilizarla para conseguir lo que no pudieron alcanzar por sus propios medios y así, usurpando su magia, su sonrisa y su corazón, ser felices.
Le han hecho daño, mucho daño. Apenas puede volar y se oculta tras los colores del arco iris esperando a que un hombre puro la descubra y le ofrezca ese amor que a día de hoy solo se encuentra en los cuentos, en el corazón de los niños, o en el de quienes han perdido todas las ilusiones y aún sienten la necesidad de poner el nombre de un hada a las emociones que los llevan a creer que solo la magia podrá devolverles la razón más importante para vivir.
Una vez fui un niño, y comienzo a recordarlo porque eso no me hace más débil ni menos capaz, al contrario, rescatar al niño que fui me permitirá reconocer en el brillo de sus alas que una vez nos quisimos y que volveremos a querernos siempre. Y eso me hace grande y poderoso.
En mi cuento de hadas el arco iris es un puente tendido entre las circunstancias terrenales y su mágica esencia.
Quizás un día consiga demostrar a las hadas que soy digno de sus hechizos y logre que una de ellas me quiera como necesito que me quieran y entonces todo habrá tenido sentido y podré irme en paz y volver a su lado una y otra vez en nuevas vidas, en otro cuerpo, con otro nombre, pero siempre yo para estar junto a Ella.
O quizás la magia se encuentra en que eso ya pasó hace mucho, mucho tiempo y en un país muy muy lejano, y he vuelto junto a Ella, pero aún no he sido capaz de darme cuenta.
Por cierto...las hadas si existen.