Bajo este título voy a escribir el libro que una amiga de esas de las de "desde que éramos chavales" me ha pedido que escriba sobre la peculiar y muy ajetreada vida de su padre, a quien aún tiene la suerte de poder besar siempre que regresa a España, pues ella vive en esas islas que un día estuvieron habitadas por belicosos pictos y espirituales celtas.
Por lo que me ha contado ella y por lo que iré descubriendo en las entrevistas que le haga para documentarme como Dios manda, este tipo tuvo que ser realmente interesante y divertido y, estoy seguro de que a fecha de hoy seguirá siendo cuando menos encantador y muy peculiar.
Me parece un proyecto precioso nacido del más profundo de los cariños, y de la ilusión de que esas aventuras y anécdotas con las que se amenizan las reuniones familiares, no queden en el olvido cuando este ex tramoyista del teatro Calderón baje el telón por última vez.
Realmente para mi este trabajo no será tal, pues aunque se me vaya a pagar por él para dignificar y gratificar la labor y el tiempo empleado en él, el sobresueldo humano será más que generoso y no cotizará en la Seguridad Social ni tributará en Hacienda.
Me harto de decir que para mi, escribir es una necesidad vital, y además, de alguna manera, sé que mi padre, que en paz descanse, aplaudirá que me involucre en este literario reconocimiento a la experiencia y a las vivencias de quien hoy, tiene como él una nieta universitaria. Me emociona pensar que también le estoy rindiendo un velado homenaje implícito a quien fue mi faro y mi guía.
Este proyecto comenzará en enero del próximo año, así que hasta entonces no escatimaré creatividad ni horas en terminar Inocentes, la que creo que podrá ser la novela que defina mi trayectoria literaria.
Al tiempo.
Me siento muy gradecido a cuantos me acompañaron y me acompañan en este recorrido en negro sobre blanco.
Vivo, luego escribo.