domingo, 10 de diciembre de 2023

Tragicomedia


 De entre las muchas cosas interesantes que se pueden hacer al visitar Salamanca, una de ellas es darse una vuelta por el huerto de Calisto y Melibea, a menos de diez minutos de la catedral, visita obligada también.

La celestina título por el que se conoce la tragicomedia de Calisto y Melibea, es una obra de Fernando de Rojas, quien estudió en la universidad de Salamanca, escrita a finales del siglo XV y que anuncia con fuerza la llegada del humanismo a España.

En su obra, el autor le da un protagonismo especial al huerto donde se reúnen los protagonistas para declararse su amor. El huerto es también la tumba de Calisto, pues en la intensidad de su amor por Melibea fallece al precipitarse al vacío desde lo alto de la escalera por la que trepaba para acudir al encuentro de la mujer que suponía su única razón de ser.  

Para mi, lector insaciable y curioso, apasionado de las obras que tratan de explicarnos hasta que punto el amor condiciona nuestras vidas, amante de la naturaleza y esperanzado creyente en el poder de un corazón enamorado, este lugar simboliza demasiadas cosas.

Calisto declara en un momento de la obra algo que yo ratifico cambiando el nombre de quien para él simboliza el amor verdadero, por el de aquella que es mi ideal de mujer, y que me ha descubierto el verdadero significado del verbo amar (por discreción la llamaré Ella), hasta el punto de afirmar sin tapujos: "Ello soy, en Ella creo, a Ella amo".

Y es que el amor romántico, más allá del amor que sientes por familiares o amigos, es algo que todos los seres humanos deberíamos conocer para comprender hasta que punto el creador es infinitamente sabio, infinitamente bueno e infinitamente generoso. Y que en verdad existe y se lo pasa muy bien con nosotros.

El amor puede mover el mundo, darte la vida o llevarte a la muerte. 

Desde la intensidad que me caracteriza y desde esa forma mía tan intensa de sentir y de vivir, no dudo ni un segundo que podría llegar a morir de amor, y que podría llegar a vivir mil vidas y perderlas todas para regresar una y otra vez junto a Ella, en distintos siglos, con distintos nombres y en distintos cuerpos, pero siempre con la misma luz en el alma que me guiará hasta ella, y con el mismo sentimiento en el corazón que hará que al llegar a su lado pueda reconocerla.

Imagino que más de uno pensará que soy un iluso, que no estoy muy allá de la cabeza o que simplemente soy un idiota, pero bueno....en el fondo lejos de molestarme que algunos puedan pensar así, los compadezco pues con tan solo uno de los besos que establecieron el sendero desde sus sonrientes labios hasta mi alma, ya se me vacunó contra la desesperación, la tristeza y el eterno vacío de una vida sin Ella.

Y eso es todo, amigos.

Si tenéis ocasión leed La Celestina igual me entenderéis un poco mejor. Y luego visitad el huerto de Calisto y Melibea, Merece la pena.

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