jueves, 29 de octubre de 2020

Fuerza y honor



Vas sobrada de ambas cosas, tesoro. Ahora toca demostrarlo, y ser fuerte.

A veces la vida puede ser jodidamente dura y golpear con puño de hierro cuando menos lo esperamos y donde más nos duele. Y en nosotros está mantenernos en pie, no tirar la toalla y resistir sus golpes esperando encontrar el hueco para devolverlos. Hasta que no suene la campana no terminará el combate y tus seguidores aplaudimos tu valor desde las primeras filas junto al ring. Tu madre y tu padre están en el rincón, aguardando el final de cada asalto para refrescarte el rostro, masajearte los hombros, colocarte el protector, limpiarte las heridas y decirte que eres una campeona y que te quieren. No podemos subir todos a tu esquina, pero sabes que somos muchos los que estamos orgullosos de ver como mantienes el cinturón y como estás siendo capaz de hacerle frente a los adversarios más fuertes, más marrulleros y más astutos.

Llevas toda la vida trabajando el juego de piernas y la guardia inglesa, para esquivar esos golpes traidores y despiadados con los que los aspirantes que envía el destino para tratar de arrebatarte el título intentan que muerdas la lona. Pero no lo han conseguido. Y no lo van a conseguir.

Eres la gran esperanza blanca. El futuro de la familia y la sensación en el pabellón. Estamos muy orgullosos de ti, Ale. 

Fuerza y honor. Ese lema acompañó a tu abuelo hasta el mismo día en que se retiró de los combates, y con la victoria que supuso mantenerse en pie durante más de 15 años después de que el doctor de la federación recomendase tirar la toalla, dio un ejemplo de verdadera fuerza, y de honor a raudales.

Después me tocó a mi subir al ring y enfrentarme a un boxeador implacable que me tuvo contra las cuerdas,  pero con mucho esfuerzo, mucha ayuda y el deseo firme de seguir peleando, aquí estoy, cuando la mayoría del público ya había abandonado el pabellón y daban por concluida la pelea y a mi por perdedor .

Poco tiempo después de aquella épica victoria fue tu prima Belén la que se calzó los guantes y se enfrentó a un descomunal oponente, al que tumbó en dos ocasiones hasta que el árbitro la levantó el brazo en señal de victoria, tras finalizar la cuenta junto al boxeador tendido en la lona.

Te toca, cielo. Y lo estás haciendo muy bien. Eres rápida, inteligente y muy buena encajadora. No tengas miedo. El enemigo es grande y asusta, pero tu eres una gladiadora que sigue la estirpe de su familia de guerreros, y vencerás. He apostado hasta el último céntimo por ti y sé que no me equivoco al hacerlo.

Los caminos del señor son inescrutables, pero es cierto que Dios escribe las obras más hermosas con renglones torcidos. Te toca hacer una lectura en profundidad de todo esto y quedarte con el mensaje. Te aseguro que se aprende, que la letra con sangre entra y que no se olvida jamás lo que han querido enseñarte.

Hay una oración que dice, "creo en ti, confío en ti, espero en ti y clamo a ti pidiendo ayuda para los míos y para mi". Esa es mi oración más repetida, solo que le he añadido un "ayúdame a ayudar, dame las herramientas y el acierto". Estoy aquí para ayudarte en lo que pueda, cielo. Y estaré siempre,

Ahora han anunciado ya el siguiente asalto. Ponte en pie, abandona tu rincón y demuestra de que pasta estás hecha.

FUERZA Y HONOR,


 

jueves, 22 de octubre de 2020

El otoño es solo una temporada


 Aquellos que me leéis con regularidad, habréis notado que estos últimos meses he reducido la intensidad de las publicaciones en el blog. Esto no solo se debe a que estoy enfrascado en Los crímenes del archivo y a que vuelco en la novela tanto caudal creativo como puedo volcar, reservando a las musas para un libro que aún sin estar acabado, ya me hace sentir muy orgulloso.

Ayer mismo compartí un texto a mi estilo, en el que desde la sinceridad de un alma tan agradecida como atormentada, hablaba de mi experiencia en el amor, pero como también sabéis, para mi escribir es mucho más que un ejercicio intelectual, es una catarsis emocional y al ver esta fotografía de Pilar Pizarro Pizarro (si...somos parientes, pero no de primer grado), el paisaje retratado me inspiró súbitamente un aluvión de emociones muy relacionadas con el texto con el que unas horas antes había sacado del interior del pecho retales de mi vida.

Y es que si ya de por sí ,el otoño invita a la nostalgia, un rio inmóvil flanqueado en sus orillas por árboles vestidos de otoñal belleza, me lleva a poner un disco de Erik Satie, hacer café, encender un pitillo y preguntarme qué es lo que hice tan mal antes para fracasar con ellas, y qué coño es lo que he hecho tan bien ahora para triunfar con ELLA. Así que voy a hacer trampas, echaré un chorrito de guisqui escoces en la taza para mezclarlo con el café, pondré a Extremoduro en el equipo de música y escribiré este texto en el que lejos de llevarme por la nostalgia, os contaré lo inmensamente feliz que me hace el haber llegado hasta una mujer que lo único que quiere de mi, es a mi. Es cierto que ha sido un triste recorrido con multitud de canciones para las noches en vela, pero al mismo tiempo hubo otras muchas noches en las que no dormí, al emplear su horas en un arte que combina el ejercicio físico con el intelectual, el emocional y el sicológico: hacer el amor hasta perder el conocimiento. Esas placenteras noches pasaron con su cortejo de estrellas y sus inoportunos amaneceres, pero al alejarse en el tiempo han servido para orientar mi camino y llevarme hasta la montañesa adecuada. Ahora ha comenzado otra etapa y el otoño y sus colores me hacen sentir vivo, porque a ella le gustan y le evocan sus montañas, unas impresionantes montañas de exuberante vegetación en las que da gusto perderse y aprovechar que solo nos miran los osos y los jabalíes y que son animales discretos que no saldrán corriendo a contarle al resto del mundo que han visto a dos humanos apareándose. El  otoño es solo una temporada, y quiero pasarlas todas junto a ella.



 

miércoles, 21 de octubre de 2020

Partir es morir un poco...y renacer.

Llevo toda la vida despidiéndome y cada vez que lo hago me dejo un trocito de corazón al decir adiós.

Muchas veces me encontré con una despedida repentina y sorprendente cuando todo decía que jamás nos separaríamos (soy así de crédulo y de estúpido). Esas son las que más dolieron. 

En ocasiones fue la crónica de una marcha anunciada y no por esperado dejó de doler, pero si es cierto que dolió un poco menos. Me apliqué el tratamiento prescrito por el doctor tiempo y aunque abusé de la morfina en caricias ajenas y sin futuro, conseguí reponerme pronto y volver al camino.

Hubo también partidas que fueron una invitación a abandonar por la puerta de emergencia mi día a día. y cuando las vi marchar respiré tranquilo pues con ellas se iba el tumor que me estaba devorando el alma y  si no lo extirpaba acabaría conmigo.

Nunca he sido Brad Pitt, pero siempre he tenido mi público, y gracias a Dios (o a Supergato) el destino me ha permitido conocer a muchas mujeres, enamorarme de la mayoría, renegar de alguna y aprender de todas ellas. La vida es un continuo aprendizaje y llevo más de treinta años formándome en el amor y sus derivados.

A veces y solo a veces, buceo en los recuerdos que por fortuna ya voy recuperando con facilidad y me encuentro reviviendo los besos más cálidos, los abrazos más sinceros, las noches más placenteras y las puñaladas más dolorosas.

Creo que realmente he querido a todas las mujeres que han pasado por mi historia para tatuarme lecciones en el pecho. Obviamente he querido muchísimo más a unas que a otras y no voy a mentir, en alguna ocasión  también me equivoqué a la hora de hacer las cosas y no estuve a la altura de algunas de ellas.

En mi estupidez llegué incluso a casarme y a jurar amor eterno a una mujer de la que, confundido y cegado por una luz artificial, me enamoré a los cinco minutos de conocerla y a quien aquél que controla el universo pedirá que le explique muchas cosas el día que reclame su presencia ante la corte suprema. Por suerte el ser humano ideó la forma legal y moral de desatar ciertos nudos que te oprimen aurículas y ventrículos antes de morir estrangulado y ya he adquirido mi localidad para estar presente cuando el jurado celestial lea su veredicto y sea condenada al suplicio eterno. Y como me han hecho un dos por uno por pronto pago en litros de sudor y lágrimas, he conseguido una butaca de primera fila frente al cadalso donde otra de las peores personas con las que he compartido vida y cama pasará los próximos millones de años preguntándose cómo eligió ser tan cruel, tan embustera y tan dañina, para terminar siendo ejecutada cada día y renaciendo al siguiente para sufrir igual suerte. 

También construí un inmenso complejo de castillos en el aire junto a una morenita de ojos tristes, a quien le entregué mi ser en el mismo instante en el que decidió que era el momento de probar mis labios, y con ella fue con la única mujer con la que realmente deseaba perpetuar mis apellidos en la forma de un ser que mirase con la misma mirada que su madre y sintiese identica necesidad de ser el blanco de esos ojos, como su padre . Creía que ambos seríamos felices en aquel resort construido con planes de un futuro en común, pero un día se nos rompió el amor de tanto usarlo, el tsunami de la ruptura arrambló con todo y la mujer a quien más quise batió el récord del mundo en rapidez haciendo maletas y destrozando mis sueños. Pero a ella no tengo nada que reprocharle, el amor funciona así. Un día dejas de amar y no hacen falta ni terceras personas ni grandes diferencias de opiniones. Simplemente se vacía la clepsidra y todo se acaba.

Solo siento no haber tenido un hijo con ella. Pero bueno...alimentamos y mimamos a un hermoso gatete y a una adorable perrita.

Cuando ella se fue yo solo me quería morir y después de poco más de una semana llorando coda segundo sin ella me estrellé contra el asfalto y algo cambió en mi interior: mientras los efectivos del SAMUR  me desfibrilaban una y otra vez sin tirar la toalla,solo quería vivir. Y se me concedió devolviéndome  la vida cuando todo estaba perdido, cuando una máquina controlaba mis inducidos latidos y mi comatoso sueño, que era como nadar en su ausencia sin alcanzar la orilla de los labios que me demostrarían que las islas más bellas se encuentran en lo alto de algunas montañas.

Entonces apareció ella y le dio la vuelta al reloj para regalarme infinitos granos de arena con forma de noches diseñadas para agradecer a Dios el haberla encontrado.

Puede que un día también nos despidamos, puede que no. Ojala nunca lo hagamos.Lo único de lo que estoy seguro es de que si llega el momento de agitar el pañuelo en el anden corriendo junto al vagón que la separe de mi, le agradeceré todos y cada uno de los minutos que me regaló y en los que aprendí que el amor se hace, no se dice.

Y eso. Que aunque a veces solo sepa demostrarlo delante de un folio en blanco, cuando quiero, quiero de verdad.


 

martes, 13 de octubre de 2020

Cada día


 Tengo la suerte de poder compartir mis alegrías, mis temores, mis pasiones, mis desdichas y mis vicisitudes cotidianas en relatos, novelas, poemas y cuentos. Saber darles forma en negro sobre blanco es al tiempo una maldición y un regalo del cielo.

He aprendido que somos lo que leemos, pero también lo que escribimos y a fuerza de leer, he descubierto que al profundizar en las biografías de mis escritores favoritos, muchos de ellos y yo compartimos esta necesidad de escribir cada día.

Ayer mismo viví un día intenso, completo y placentero y de todo lo que aconteció en esas 24 horas, necesitaba escribir las sensaciones.

Desde asistir con mascarilla y gel desinfectante a un concierto al aire libre de mis colegas los Shower singers con mi chica y una de mis mejores amigas, a repasar y preparar las entrevistas de mi programa de radio de hoy martes, en el que participarían  José Sacristán y a Belén Sola, pasando por disfrutar de un par de cientos de páginas de Línea de Fuego, la novela de Pérez Reverte que narra magistralmente los combates entre republicanos y nacionales en la batalla del Ebro, nadar unos cuantos largos como todas las mañanas y jugar una partida de cartas con mi familia. Todas las emociones derivadas de ello hervían dentro de mi y pugnaban por salir en forma de algo interesante que ofrecer a mis lectores.

El texto que podréis leer a continuación no es otra cosa que  una demostración de lo que pasa cuando abro la espita del pecho y el caudal de  las emociones vividas.

Un paso al frente

Apenas quedan unas gotas de whisky en la petaca que me regaló mi novia y las apuro con ansia antes de que el oficial del C.N. I. al mando nos ordene asaltar por fin el laboratorio.

Desde que me asignaron a operaciones especiales mi vida a cambiado por completo. Aquel romántico deseo de dar la vida por mis compatriotas en el caso de que España así lo pidiera, se ha convertido en hastío al eliminar los blancos que me llegan a través del correo electrónico cifrado que leo desde el teléfono de última generación que me asignó la organización. Es sencillo, rápido y aséptico. Al menos para mi. Supongo que los empleados del servicio de limpieza que tengan que arrancar sexos de los azulejos y limpiar la sangre de los científicos que nos señalaron en el mail con el nombre común de "objetivo" lo encontrarán mucho menos aséptico.

Los compañeros de la unidad acostumbran a adjudicar cartas de Póker a los blancos, según sus rangos e importancia para el éxito de la misión. Suelo ganas las manos con póker de ases o con full de reyes damas. Para algo soy el tirador de élite de mi unidad.

Cuando regreso a la base y me despojo del uniforme, me siento sucio. Más allá de la ducha a presión con  gel desinfectante, lo único que me relaja y me hace sentir de nuevo una persona sana y lustrosa es nadar desnudo en la piscina cubierta de mi casa. Al salir del agua mi chica me espera con una toalla  y ella misma me seca con esmero y dulzura en idéntica proporción. Que una teniente de los cazadores de alta montaña, con dos distinciones al valor por su coraje y su arrojo en la misión de paz de naciones unidas en la guerra de la antigua Yugoslavia, se preste a servir de descanso del guerrero es cuando menos irónico, pero igual es que nos queremos por lo mucho que hemos combatido ambos, por lo que hemos perdido por el camino y por ser capaces de encontrarnos sin habernos buscado durante nuestras frecuentes noches cuajadas de pesadillas en las que gritamos los nombres de aquellos que ya no volverán a disfrutar de un buen vino, de una obra de teatro, de un concierto en la terraza de un hotel ni de un paseo por la montaña.

Beso a mi chica y la conduzco a la cama mientras tarareo aquella vieja canción de los Temptations que tan bien suena en boca de Pablo Acebál con Marola Varela y Rafa Chail haciéndole los coros. Creo que ella tampoco tiene sueño ahora mismo. Bien... tengo mucho amor que dar.


sábado, 3 de octubre de 2020

No te vayas


 No quiero tener buscarte en otras bocas, ya te busqué durante demasiado tiempo y el haberte encontrado debería ser una recompensa vitalicia.

Si...puede que escudarme en vivencias pasadas no sea acertado, porque antes de ti no hubo vida de verdad y después de ti la vida no volverá a interesarme.

Es curioso que en las cuatro líneas anteriores he escrito varias veces la palabra vida y derivados. Eso me lleva a pensar que lo que me das es vida, lo que me has enseñado es a vivir y lo que has conseguido es que me guste hacerlo en un momento en el que para mi, la vida era un bosque tenebroso, oscuro y lleno de peligros, donde comenzaban a acumularse las tumbas en las que descansarán para siempre trocitos de mi corazón y de mi alma que se vieron obligados a abandonar sus formas humanas y que dejaron en mi tanta tristeza como hermosos recuerdos.

Uno de esos pedazos de mi corazón que recibió ya cristiana sepultura me enseñó a expresarme a través de un bolígrafo y una cuartilla. Me regaló la capacidad de bucear por el interior de mi pecho, el inmenso poder de exorcizar mis demonios escribiendo y la habilidad de juntar sílabas para decirte que te quiero sin tener que abrir la boca. Siempre le estaré agradecido.

Desde que llegaste, el sol se ha abierto camino entre las ramas de los tétricos árboles que el camino bordea y comencé a ver la luz y a sentir de nuevo el sol en el rostro. El sinuoso y peligroso sendero por el que caminaba apoyado en un bastón fue transformándose poco a poco en una calzada romana que, como todos los caminos que he decidido seguir, conduce hasta ti. Porque todos mis caminos ahora conducen a Roma y al recrearme en tu mirada no tengo más que leer Roma al revés para saber que he llegado.

Así que no te vayas. Concédeme la oportunidad de enmendar viejos errores y de ser capaz de demostrar los sentimientos como nunca supe hacerlo. Con el beso oportuno, el abrazo cálido y la caricia correcta.

Sé que cuando relaje mi espíritu y me permita que lo escrito cobre forma física y se pueda conjugar en gerundio, también te colmaré y estaremos a la par.

En lo que llega ese momento de saltar al vacío sin más red que saber que este amor es correspondido en igual medida, por favor, quédate a mi lado y se paciente.

Estoy en el camino. En tu camino. He comenzado a romper las frases y a transformarlas en versos, a resumir en estrofas lo que solo sabía gritar en capítulos y a darle rima a los momentos más intensos de las tramas.

Estoy aprendiendo a añadir poesía en la proporción adecuada para crear la receta perfecta en la que las letras quieran salir a bailar y galantemente te ofrezcan la mano para invitarte a la pista.

Mi poeta escondido está perdiendo el miedo a la luz y ha decidido subir sus angustias a Wallapop para deshacerse de ellas si recibe una oferta justa. Sabe que tendrá que compartir cuerpo, pero lo hemos hablado y algo me dice que seremos los perfectos compañeros de psique. Al unirnos delante de un teclado, conseguiremos ser el escritor que siempre he querido ser.