jueves, 26 de abril de 2018

Retorno

Berenice entregó la entrada comprada con más de un mes de antelación y accedió especialmente contenta al interior del recinto.
Mientras caminaba por los jardines de la ciudadela palatina andalusí, comenzó a experimentar una sensación extraña y familiar de reconocimiento y vuelta al hogar.
Aquella mezcla de fortaleza y palacio, la recibió con un sol esplendido y una luz que al filtrarse a través del artesonado de madera labrada y las columnas de mármol, le acarició las mejillas con su calor.
Berenice se fue distanciando poco a poco del grupo de la visita guiada que escuchaba atentamente las explicaciones del experto en arte, contratado para informar a los turistas de las particularidades de las construcciones de la época Nazarí. Ella no era una turista. Berenice pertenecía a la Alhambra.
Supo en el acto que muchos años atrás, había disfrutado de las vistas de Granada desde lo alto de sus torres y había refrescado su cuerpo en las fuentes de los jardines decorados con leones.
Todo en aquel lugar le era terriblemente familiar. Cada azulejo, cada yesería, cada vidriera, cada celosía, le devolvían un recuerdo de tiempos de música y felicidad.
Al acceder al harén, o zona privada del sultán, sintió que se le abrían unas puertas de acceso al pasado  que habían estado cerradas durante demasiado tiempo en el interior de su alma. Y entonces comprendió. Ella había habitado aquel lugar. Ella había sido él y después ella. Y luego él de nuevo y, durante muchas, muchas vidas, el canto del almuecín recitando los versos del Corán y alabando al profeta, habían resonado en su corazón.No hay más dios que Alá y Mahoma es su profeta. La vida es una baraca, una bendición y volver a casa es un regalo con el que Dios compensa las desdichas y las miserias a las que se ha visto obligada a enfrentarse en esta reencarnación.
Su cabello rizado y su piel morena, sus caderas que parecen querer moverse solas al son de la darbuka y sus ojos oscuros que han visto la gloria de la la media luna levantarse sobre los vencidos ejércitos cristianos, son el más claro ejemplo de que ella pertenece a aquella colina donde se levantó la más hermosa de las moradas. Su hogar.
Y en aquellos años, él que ahora dibuja su sonrisa cuando tiene ocasión, también le sirvió fielmente en otros cuerpos, con otros fines.
La vida es una eterna espiral donde todo se encuentra y a la que todos retornan.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

La vida es una eterna espiral donde todo se encuentra y a la que todos retornan.
...Sin duda alguna.
Zeroide :-)*

lacantudo dijo...

Cada vez estoy más convencido de que en efecto lo es y de hecho mi próxima novela (el 31 de julio sabré si publicaré la primera de este género literario y cambiaré de estilo) está conformada por vidas pasadas del protagonista y la mujer que se le aparece en sueños y a la que ha conocido en diferentes reencarnaciones.