domingo, 29 de abril de 2018

Despertares

Cena solo una  ligera ensalada y un yogurt desnatado. Poco a poco logrará recuperar su forma física. Ese es uno de su objetivos a corto/medio plazo. Y lo está consiguiendo, aún a costa de renunciar a algunos pequeños placeres. Enciende un pitillo en el jardín del chalé y disfruta de cada calada y del suave clima casi veraniego que le permite seguir en manga corta, pese a ser más de las diez de la noche de un sospechósamente cálido mes de abril en la estepa castellana.
Está cansado. ha sido un día muy completo y duro.
No quiere defraudar al amigo que recientemente le ha dado un puesto en su empresa, por lo que se esfuerza en que el trabajo diario, sea eficaz, preciso y lo más profesional posible. 
No quiere defraudar tampoco a la mujer que le ha abierto su corazón, pese a saber que él está pasando por un momento harto duro y  complicado y, trata de optimizar recursos y aprovechar cada minuto con ella.
Y por último y en su lista de personas a no defraudar, su familia y sus amigos de verdad, aquellos que hacen que quiera ser un hombre mejor, ocupan un lugar muy especial , por lo que siempre hace lo posible para que estén orgullosos de él y sacrifica cuanto es necesario para aportar lo esperado por todos. 
Dicen que hay que ganarse las segundas oportunidades y no va a escatimar esfuerzos en hacerlo.
La vida no es fácil, tiene claro que la suya no es especial y sabe que ha vivido siempre entre algodones y ahora el destino le ha reclamado el importe de la renta de  esos años de bonanza. Es justo. Y va a pagar. Siempre intenta pagar sus deudas y cumplir sus promesas, por difícil que ambas cosas puedan resultarle.
Sonríe mientras piensa en lo agradable que adorna su existencia. Medita un poco los próximos giros de guión en su nueva novela. Quiere conseguir un texto diferente, innovador, sorprendente. Algo que le ratifique que esa inquietud literaria tiene un sentido y un fin acorde a sus expectativas y su ilusión. Necesita poner por escrito cada sueño, cada esperanza, cada dolor y cada angustia y transformarlo todo en horas de placer para los posibles lectores.Sabe que todavía tiene muchísimo que aprender y que los premios y publicaciones no son más que pasos adelante en un aprendizaje arduo y satisfactorio, que completa con cuantos cursos de escritura puede permitirse, para depurar el estilo, corregir los muchos fallos y encauzar correctamente esa pasión vital que lo desborda.
Enciende otro pitillo con el mechero de gasolina que siempre le acompaña. El tabaco terminará matándolo, pero de algo hay que morir y para un vicio que le queda, no piensa renunciar a él. Aunque dejar de fumar será el reto que siga a recuperar la figura y que precederá a aprender a decir que no, a seguir la luz de su faro y a elegir con criterio.
Ha convertido la vida en una serie de objetivos a conseguir y orgulloso, observa que empieza a ser un tipo disciplinado y que se aleja poco a poco de aquel vividor caprichoso, irresponsable e inconsciente, que fue hasta no hace demasiado.
Antes tenía la costumbre de desviar la mirada cuando se acercaba un problema o cuando se le exigía un esfuerzo. Y se dejaba querer, ayudar y mimar hasta la saciedad, consiguiendo con su encantadora sonrisa, su mirada de pillo bonachón y sus acertadas palabras, que  se lo solucionasen todo. Pero al fin ha comenzado a entender lo que significa madurar. Y ya no permite que otros libren sus batallas, ni aparta la vista cuando lo que se aproxima asusta.
Antes de acostarse se lava los dientes y realiza el curioso ritual de oraciones y recuerdos a los ausentes, que le ayuda a sentirse en paz consigo mismo y con quien quiera que sea el que maneja el cotarro. Echa mucho de menos a algunas personas que se adelantaron a explorar el terreno que le aguarda. Siente hasta lo indecible su ausencia y en ocasiones, la nostalgia lo anula y lo desespera. Pero también ha aprendido a vivir con ello. Y sabe que los que se fueron, firmarían por saberlo feliz.
Abre el libro que le espera junto a la almohada y, se dispone a conciliar el sueño a través de lo legado por un afamado escritor. Nota como el gato con el que comparte vida y aventuras sube a la cama de un salto y se acurruca a junto a él para acunarlo con su ronroneo continuo. Cierra las ojos y duerme.
-Parece que se ha movido- se escucha en la habitación.
-En efecto, enfermera. Hay una oscilación en la lectura de las constantes. Creo que puede despertar de un momento a otro. Vaya a avisar a sus familiares-
El Doctor Sorolla lamenta haber pedido a la madre del paciente que abandonase la habitación apenas diez minutos antes, para realizar las comprobaciones de rutina. Pero con los comatosos nunca se sabe. 
La enfermera hace pasar a los padres y a una hermana del paciente que angustiados, esperaban novedades como cada día, en la sala contigua.
-Parece que puede despertar en cualquier momento-anuncia esperanzador el Galeno-Ha habido cambios en los registros y he observado movimientos en sus párpados.
-Dios le escuche- dice la madre del accidentado con esperanza y prudente alegría  en la voz. Lleva casi una semana intentando acostumbrarse al dolor de la incertidumbre y a los informes médicos, que siempre se curan en salud poniéndose en lo peor y vaticinando la más que probable muerte de su hijo.
Entonces él paciente abre los ojos desorientado y confuso. El electro refleja con estridentes pitidos la aceleración de las pulsaciones y la felicidad entra por la ventana y se acomoda entre los presentes.
-Mamá, papá. he tenido un sueño muy raro. Soñaba que había aprendido a vivir. Y que ya no era fácil.-


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