Parece que el amor te calma, muy bien , cojonudo. ¿Te has parado a preguntar cómo me siento yo?
Durante años me convertiste en tu alter ego y no te privaste de escribir docenas y docenas de textos en mi nombre, de tratar de seducir a Campanilla y de acostarte con cuanta sirena y princesa india se te puso a tiro. Debería darte vergüenza.
vestías como yo, cacareabas como yo e incluso trataste de volar sin darte cuenta de que te habías pulido todo el polvo de hadas que me robaste y claro, te pegaste el hostión del siglo y casi la palmas.
Pero yo seguí ahí, a tu lado. No te abandoné nunca y es más, aporté cuanta energía y fuerza necesitaste para salir del pozo. Y así me lo pagas.
No te voy a mentir, entiendo lo que te esta pasando. Es una belleza y un encanto de mujer y además parece ser que realmente es la que estabas esperando desde los quince años. No te quedan más cojones que madurar y ofrecer la mejor versión de ti mismo y claro, ahí ya no entro yo, que antes quedaba guay con mi gorrito con pluma y mis calzas verdes pero ahora parece que ya no resulto igual de encantador. Si incluso llegaste a hacerte coleguita del Capitán Garfio y salir de pedo con él. A donde vamos a parar.
Te perdono, Juan.
Entiendo que ya vas teniendo una edad, que la vida se te puso difícil y te asustaste y que por fin has encontrado a quien estabas buscando. No soy rencoroso y te perdono .Siempre me tendrás aquí, aunque tendrás que buscar bien para encontrarme en el fondo de tu alma y convencerme para que vuelva a salir. La vida pasa y pesa y veo que te ha pasado de todo y te ha pesado demasiado. Entiendo que necesites tomar las riendas y apartarte un poco del eterno adolescente, del niño que soy, ese niño que se resiste a crecer. Al fin y al cabo esa resistencia es mi lucha, no tienes porqué arrimar el hombro.
Te deseo mucha suerte. Que Campanilla te cuide...y te guarde.
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