sábado, 10 de octubre de 2015

Nunca estuviste varada.

De un extremo la argolla y del otro tu corazón pero en cualquier caso da igual, el caso es que he echado el ancla a babor hace ya mucho.
Has vuelto al mar y cuando el cielo parecía no escuchar, se me ha dado otra oportunidad para que trate de esquivar mejor las pesadillas en este laberinto de incertidumbres,
Creo que lo que te alejó de mi fue el miedo a traspasar la frontera.
Ayer crucé los ojos contigo y se levantó un temporal en mi alma con olas de más de doce metros.
Volverte a ver siempre se señaliza con muchas rayas en el mapa de mi corazón, donde se alerta a la tripulación de la inminente fuerte marejada.
Llevo años navegando y he sufrido diversos motines, deserciones, e incluso alguna vez he encontrado polizones escondidas en la bodega junto al pecho pero hace ya tiempo que decidí izar la bandera de cuarentena y colocarla en el mástil junto a la nacional, pues aunque mi nave es española, he amarrado en tantos puertos por todo el mundo que ahora prefiero que se sepa que hay una misteriosa y desconocida enfermedad a bordo antes de fondear en cualquier costa y poder contagiar a sus habitantes.
Fuiste la sirena más hermosa con la que me he topado y la más dulce.
Tu canto consiguió confundirme y enamorarme y al seguir tu voz mi velero se estrelló contra los arrecifes encallando primero y, luego y por el tamaño de la impresionante vía de lágrimas que se abrió en la quilla, terminó hundiéndose.
Me convertí en un naufrago de ti. Nadé pero eres una sirena y no estuve nunca a la altura en el agua, tu elemento. Al final agotado y triste opté por consentir que me arrastrara la corriente y aún pude ver como te alejabas más y más con poderosos movimientos de cola.
La vida me llevó a una isla habitada por una indígena maravillosa que me ayudó a construir una nueva embarcación con la que echarme  a la mar y tras haber encontrado un enorme tesoro gracias al mapa que me regaló mi padre, he vuelto a ser el capitán de un poderoso buque.
Ayer al cruzar la vista contigo pude reconocer en tus ojos todo lo que escuché en tus canciones. En la lista de éxitos de mi cabeza siempre serás número uno.
No he dejado de quererte y aunque lo intenté a base de grog, las penas no se ahogan, nadan mucho mejor que yo.
Sigues siendo la sirena más bonita y la más dulce, por ende la más peligrosa.


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