Antes de que comience la lectura, he de avisar de que este es un relato erótico, un cuentecito en el que me sumerjo en un estilo que no suelo frecuentar, por lo que muchas personas pueden sorprenderse. Está escrito con todos mis respetos y no es más que un ejercicio literario, no hay que buscar la relación con la vida del autor.
Espero que nadie se sienta ofendido.
Me sumí en
un sueño muy profundo y estuve a punto de no despertar, pero lo hice y sobre mi
cama encontré recostada junto a mí a una hermosa gatita que me lamia el dorso
de la mano y ronroneaba intensamente durante mi convalecencia en aquel
hospital.
No sé quien
la dejó entrar en mi habitación y aunque celadores y enfermeras trataron de
echarla, siempre conseguía zafarse de sus perseguidores y terminaba volviendo a
acostarse junto a mí.
Me
trasladaron a casa en ambulancia y la gatita me acompañó hasta el vehículo y
después de restregar su carita contra la mía, se marchó de un salto y me
sacaron de aquel recinto al que siempre asociaré con recuerdos felinos
El tiempo
pasó muy deprisa a partir del día en el que me concedieron aquella condicional
sanitaria.
Recuperé mi
vida, en todos los sentidos y comencé a
trabajar y a salir con los amigos.
Todo
transcurría de forma relativamente normal hasta que conocí a una chica morena y
preciosa, que se llamaba Bastet.
Bastet era
un espíritu libre y por avatares del destino, decidió al igual que aquella
gatita del hospital, recostarse junto a mí y compartir mis noches.
La primera
de las noches Bastet se desnudó, mostrándome lo increíblemente hermoso y
atractivo de su cuerpo.
Las
proporciones eran francamente perfectas y poseído por una pasión desmesurada me
lancé enseguida a saborear sus pezones que en el acto estuvieron erectos ante
las acometidas de mi lengua y mis labios.
Recorrí con
la lengua toda su anatomía, deteniéndome unos segundos en aquellas nalgas
pequeñitas y bien torneadas y después llegué hasta allí de donde ya no quisiera
alejarme nunca.
Encontré
rápidamente su clítoris y me deleité saboreando todo lo que albergaban aquellos
labios vaginales.
Ella se
entregó al placer y juraría que antes de que llegará al orgasmo creí haberla
escuchado unos gemidos excesivamente similares a los ronroneos de mi gatita
hospitalaria.
La penetré
con mucha delicadeza y Bastet dejo salir su naturaleza felina, arañando mi
espalda con sus uñas mientras hacíamos el amor.
Sonreía de
forma misteriosa y aquella sonrisa me terminó de enamorar por completo.
Hicimos el
amor en varias ocasiones a partir de aquella noche y de alguna manera comprendí
que aquella morenita de perfectas caderas, me ocultaba un secreto.
Al ser un
espíritu libre comprendí que solo podría poseerla dejándola toda la libertad
que necesitaba y lejos de alejarnos, aquella libertad nos unió más.
Obviamente
yo tenía miedo a que olvidara el camino a mi casa o a que se cansara de mi
cama, pero hasta el momento sigue viniendo noche tras noche y maulla durante
cada coito.
Juraría
haber descubierto una expresión muy familiar en su rostro antes de comenzar a
lamer mi glande, como golosona y hambrienta al mismo tiempo y yo dejé que
comiera cuanto la apeteciera, dado que no encuentro mayor placer en ningún otro
acto como el de su succión.
Esta mañana
he releído uno de mis libros sobre mitología y casi sufro un infarto al
descubrir que Bastet era una diosa egipcia con cabeza de gato, que velaba el
alma de los moribundos y simbolizaba la noche y el misterio para aquella
cultura.
Todo esto no
era casual, Bastet es aquella gatita que descubrí al salir del coma y cada
noche desde hace unas semanas. hacemos el amor de forma tan adorable como
anormal.
Bastet es
más gata que diosa, quizás su divinidad radica en que cada vez que abre las
piernas, encuentro entre sus muslos lo mejor de lo humano y lo felino.
Eyaculo
toneladas de amor dentro de ella pues se que nuestras especies no podrán
reproducirse jamás.
Miramos la
luna juntos y en sus caricias imagino los vestigios de una religión pasada.
Soy un
ferviente discípulo de Bastet, en ella creo y a ella amo.
Estoy
deseando amarla de nuevo esta noche y profesar mi fe en su boca generosa.