domingo, 5 de marzo de 2017

Emulando a Machado.

Mi infancia son recuerdos de risas y de juegos, de abrazos y caricias, de tiempos que sabiendo que no habrían de volver, prolongué cuanto pude y aún hoy, me cuesta asumir que ya no soy un niño.
Mi juventud un montón de años en los que viví sin fronteras, convirtiendo mi hogar en cualquier ciudad y cualquier país donde colgase mi sombrero. Mi historia son demasiados casos que recordar no quiero y alguno que jamás olvidaré, nunca.
Ni  un seductor Mañara, ni un Bradomín, ni tan siquiera un Brad Pit de andar por casa he sido, ya conocéis lo original de mi torpe aliño indumentario, más disfruté tanto las flechas que me otorgó Cupido, que opté por vaciarle el carcaj y amar cuento en ellas pudiera haber de hospitalario,necesario, erótico y divertido, para terminar pidiéndole a Alejandro Sanz tiritas para este corazón partido y como era de esperar, no me pasó ni una pero me firmó un autógrafo en el vendaje del pecho.
Tengo tal mezcla de sangres literarias que desde Delibes a Carver, pasando por Shackespeare, Calvino, Hernandez o Verne, todos dejaron su ADN en mi. Mi verso no brota de manantial sereno, sino de cuanto he podido degustar de este juego al que llamamos vida.
Envidio las romanzas de muchos trovadores pero el canto de los grillos tan solo me evoca despertares resacosos y veraniegos, en algún parque del sur, junto a la playa. 
De entre todas las voces no supe escuchar una como debiera, por mucho que la de mi padre se distinguiese entre tantas voces huecas. Lo bueno es que el eco de sus palabras se sigue repitiendo en los desfiladeros de mi alma.
Mantengo demasiadas conversaciones con el niño que siempre va conmigo y sé que en el fondo ardo en deseos de hablarle a Dios un día, aunque espero que pasen unos cuantos años aún.
No me debéis nada, ni siquiera cuanto escribo. Soy yo el que os debe demasiado y pienso pagároslo pero haced como Hacienda y aplazadme los pagos, por favor, que en la cuenta corriente de mi espíritu hay unos números más rojos que "La pasionaria". Hubo quien saqueó sin clemencia alguna mis reservas emocionales y, aunque ahora ya he empezado a ahorrar y guardo para cuando vuelvan a venir mal dadas, el saldo todavía es patético.
Cuando llegue el día de mi último viaje y esté al partir la Vespa que nunca ha de tornar, me encontraréis a bordo ligero de equipaje, pero con casco, eso si. No iré desnudo como los hijos de la mar porqué soy de secano y además aún no he conseguido ni el cuerpazo ni la prosa por los que quiero que me recuerden mis detractores y las mujeres que han de dormir conmigo. Firmaría ahora mismo porque solo fuese una, durante el resto de mis vidas pero he aprendido que la utopía es un libro de Tomás Moro y poco más. No obstante su amistad siempre descansará junto a mi, en el lecho donde yago y compartiré con ella y con su reina podenca la comida que con mi trabajo pago o la que ella misma prepare, que es una mujer muy apañadita..
Mientras siga viviendo y saliendo de dudas, aprendiendo y disfrutando y sufriendo lo aprendido, escribiré para dejaros al menos lo escrito. Mi padre siempre me dijo, "lo escrito queda" y, esa es una lección que repaso cada día leyendo sus textos o sus poemas enmarcados.
Él me descubrió a Machado. Y el enorme placer de leer que las cosas no solo me suceden a mi, porque alguien ya las puso por escrito antes de que hubiese nacido.

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