jueves, 29 de junio de 2023

Herido


 La psicóloga que me está ayudando a trabajar la autoestima y el amor propio me pasó ayer el enlace al podcast de una compañera suya en la que esta explicaba lo necesario para que funcione bien una relación de pareja, y lo que generalmente hace que las relaciones no terminen de avanzar.

Dentro de esos aspectos que torpedean las relaciones de pareja y que nada tienen que ver con la ausencia de la necesaria admiración mutua, de la atracción y del respeto común, estaban las heridas que no han sanado aún las personas que han sufrido demasiado en anteriores relaciones a la que ahora comparten.

Más allá del desamor (o de la muerte del amor), se esconden la traición, la infidelidad (esto es tan solo uno de los muchos rostros de la traición) los malos tratos tanto físicos como sicológicos (mucho más habituales y duros, aunque no dejen marcas visibles en la piel) la falta de comunicación y la falta de confianza. Y algo muy importante y también muy común, la incompatibilidad de caracteres. No hay que irse a los tópicos de las evidentes diferencias entre personalidades que todos podemos apreciar a simple vista al conocer a una pareja, tan solo profundizar en algo mucho más importante y más profundo: la forma de vivir las emociones. 

Hay personas altamente sensibles, conocidas comúnmente como PAS que no consiguen que su pareja termine de comprender que no sufren tanto ni se llevan todo a lo emocional  por gusto, por capricho ni por llamar la atención; que simplemente viven con los sentimientos a flor de piel y eso puede ser algo increíblemente hermoso y placentero en los buenos momentos, pero despiadadamente cruel y doloroso en los malos. Y es muy triste tener que esconderse para que la persona con la que estás intentando construir un futuro no te vea llorar al emocionarte con una noticia de los informativos, con las páginas de un libro, con la letra de una canción o simplemente al ver a un pajarito alimentando a sus polluelos en el nido. 

Una amplia mayoría social confunde sensibilidad con debilidad y una amplia mayoría social considera que  aquellos que no pueden evitar hablar de sus sentimientos o compartir sus emociones en público son simplemente unos ñoños, unos cursis o cualquiera de los calificativos acostumbrados para criticar su condición(incluso aquellos que cuestionan tu hombría).

Y esto lo he vivido. Al principio, cuando te abres y te muestras como eres ante la persona amada, esta lo encuentra dulce y tierno, casi hasta bonito. Pero a medida que pasa e tiempo suelen terminar cansándose de que la vida te duela y te cause heridas que no sangran y que no se cauterizan con un beso. Y entonces de un día para otro se rompe el amor y o bien buscan un estereotipo de persona más habitual y menos compleja, o bien simplemente ponen una cruz junto a tu nombre y te reciclan en el contenedor adecuado, generalmente el del olvido.


Es una putada, porque encontrar a una persona buena, generosa, inteligente, sincera y divertida no es algo en absoluto sencillo, y si encima complementas todo eso con atracción física y el necesario deseo sexual, hay que darse con un canto en los dientes, arrodillarse ante tus dioses y dar gracias al destino por haberte cruzado con ella, y conseguir no pegarte un tiro en la sien cuando descubres que una vez más, ha considerado que no eres suficiente, que te has quedado cerquita , pero no has conseguido entrar en su corazón o que quizás  si lo hiciste, pero debiste tropezar en una aurícula sin asfaltar y caíste estrepitosamente. Y nadie te ayudó a levantarte.

Y con el tiempo, mientras te lames las heridas, comprendes que ella no era tan mala, ni tu eras tan bobo, solamente que era muy difícil ese abrazo entre la mujer cactus y el hombre globo.

Y vas sumando cicatrices a los recuerdos de otras historias de amor y la vida pasa y pesa, llegando a ser insoportable el dolor al volver a descubrir a alguien que parece sentirse atraído por ti, por tu forma de ser y por tu forma de entender y vivir las cosas. Y aunque te vienes arriba y te lanzas de nuevo al combate, dentro de tu pecho sabes que seguramente será otra batalla perdida. Y te jode ser como eres, sentir como sientes, soñar como sueñas y amar como amas. Y comienzas a perder la fe. Y eso es añadir sal a las heridas y tu realidad se convierte en una herida de cuerpo entero.

Pero dentro de esa personalidad PAS, también se incluye una intensidad vital muy extraña que te lleva a ser optimista pese a todo, y a no tirar nunca la toalla, pase lo que pase y le pese a quien le pese. Y a creer que un día ELLA se dará cuenta de que te quiere y no querrá vivir sin ti. Y todo volverá a empezar.

miércoles, 21 de junio de 2023

A todo color

Ya son más de tres décadas las que llevo preguntándome en que consiste este sentimiento, y apenas ha pasado poco más de un año desde que descubrí el verdadero significado de lo que se conoce por hacer el amor. Hasta el día en que me fundí con ELLA tan solo había hecho gimnasia o había regalado mi ímpetu y mi coctel de ignorancia, atrevimiento, feromonas y hedonismo, pero no había subido al parnaso ni me había deleitado con el néctar de los dioses.

Ojalá tuviera la habilidad de Carlota Bucher (la artista cuyo video encabeza esta entrada) para diseñar el amor a todo color y plasmarlo sobre un lienzo o un cuaderno, pero ella es una mujer con verdadero talento y yo tan solo un tipo muy normal y muy confundido con demasiados traumas por superar y demasiados errores que corregir.

A veces he intentado interpretar las emociones y los sentimientos que tanto me han confundido trasladando mis dudas, mis inquietudes, mis ilusiones y mis carencias a los versos de un poema o a los párrafos de un relato. A veces he tratado de bucear en los corazones que se abrieron ante mi, y he estado a punto de perecer por falta de oxígeno al desorientarme entre mentiras piadosas, verdades a medias y envenenados te quiero. Me agarré a los salvavidas que me lanzaron los hados y conseguí salir a flote para continuar nadando contra corriente en este océano infestado de escualos que es la vida.

He creído estar enamorado en un pasado ya lejano, he sabido que nunca lo estuve en un presente continuo y he descubierto que alcancé el amor en un peligroso condicional, pero me he jurado que si amo de verdad y a conciencia, lo haré en gerundio, amando, disfrutando, riendo, soñando y viviendo. Y sufriendo, y muriendo de amor si es necesario.

El amor aún es un paraíso que me está vedado, y el destino decidió permitirme atisbar la grandeza del sentimiento más puro para retirarme después el acceso y vetar mis ansias, restringiendo el derecho de admisión, pero aunque no se me permita pasar a los reservados donde aguardan las más caprichosas musas descorchando botellas de champagne, buscaré el fallo en la seguridad del complejo y trataré de colarme. Ya he saboreado los sueños y he libado de sus labios. Y no voy a renunciar a volver a hacerlo.

Todo terminará llegando, incluso lo bueno. Creo que en esto consiste lo más hermoso de la vida, en amar y ser amado, y en comprender cuando se trata de amor y no de todo lo demás. Es muy fácil confundirse, pero aprender y acertar es mi responsabilidad. Y conseguiré hacerlo, pase lo que pase y le pese a quien le pese.

 

lunes, 19 de junio de 2023

El grito más esperado



Desde que abandonó su país escapando del ejército islámico de salvación, Khaled supo que un día habría de volver. Al embarcar en aquella barcaza junto a otros veinte pasajeros entre hombres, mujeres y niños, y alejarse a golpe de remo de las costas de Saidia, Khaled se esforzó en no volver la vista atrás, pues se le rompería el corazón. En Argelia tenía una vida feliz. Hijo de un hábil y próspero comerciante que supo hacer de las cosechas recogidas en los campos de cebada que cultivaban los hombres de su pueblo la principal fuente de ingresos de la región, se enriqueció al establecer una oportuna y gratificante línea comercial con China pocos años atrás. Apenas un par de meses antes de embarcar su padre le había cedido la explotación del negocio familiar y le había entregado las llaves de las puertas de un futuro mejor para su mujer y sus hijos, pero el misil que cayó sobré su vivienda les había arrebatado de golpe todas las oportunidades. Al conocer la muerte de su esposa y de sus dos pequeños, el apesadumbrado y torturado Khaled tomó un arma y disparó sobre los primeros soldados de ese ejército que en el nombre de un Ala que nada tenía que ver con el verdadero dios, había cercenado de un único tajo su felicidad y el sentido de su existencia. A partir del momento en el que decidió vengarse su vida se convirtió en un infierno peor aún de aquel al que le habían condenado al enterrar s sus seres queridos. Tuvo que huir de su pueblo, atravesar el país hasta la costa y entregarles a las mafias todo el dinero que había podido reunir al abandonar el lugar donde nació, para sufragar un puesto junto a otros seres humanos desesperados y obligados a escapar. El Mediterráneo los sirvió de húmeda y peligrosa frontera natural y los acogió generoso permitiéndoles cruzarlo en paz hasta alcanzar otras costas y tratar de construirse vidas nuevas. Durante el trayecto a golpe de remo, los víveres y el agua arrojados por los peligrosos delincuentes sobre la barca no tardaron en escasear, y a los pocos días las necesidades los obligaron a pelear por la supervivencia. Fue un viaje más que angustioso y vio morir de hambre a dos pequeños a los que los agrietados pechos de sus madres no pudieron alimentar. En situaciones así los hombres se despojan de su humanidad y permiten que aflore el animal que todos llevamos dentro. El agua y los últimos granos de cuscús de cebada verde se convirtieron en el oscuro objeto del deseo de tres hermanos que no tardaron en adueñarse de todo por la fuerza, llegando a degollar y a arrojar por la borda a las pocas personas que osaron enfrentarse a ellos. Cuando todo parecía perdido, el remero de proa exhalo un gritó que les apreció a todos el sonido más hermoso de la creación: ¡Tierra! Khaled divisó a lo lejos la costa de España y al igual que los hombres y mujeres que se turnaron los remos durante todo el trayecto reunió las pocas fuerzas que le quedaban y comenzó a remar con más fuerza.

Al irse acercando a la costa pudieron reconocer primero distintas embarcaciones de vela que parecían participar en algún tipo de regata y después lanchas motoras y motos de agua. Los hermanos que se habían adueñado de la embarcación temieron que una de esas lanchas que se veían a lo lejos perteneciera a la guardia costera y ordenaron detener el avance hasta que se hiciera de noche y acercarse hasta las playas camuflados por las sombras. Pero Khaled y otro hombre igual de valiente o de loco que él, decidieron realizar a nado las últimas millas y antes de que nadie pudiera impedirlo se lanzaron al agua y comenzaron a bracear hacía la costa. Durante horas nadaron sin parar en línea recta y cuando estaban ya próximos a las playas abarrotadas de bañistas y de personas disfrutando de las excelencias del clima y de cuanto podía ofrecer aquel paraíso en la tierra, la extenuación se apoderó de sus miembros. El hombre que hacía tiempo nadaba ya muy despacio alejándose poco a poco de Khaled no resistió el esfuerzo y terminó ahogándose, y la misma suerte habría corrido él de no haber sido por la providencial llagada de una embarcación de la Guardia Civil española desde la que le lanzaron un salvavidas, y cuya tripulación se esmeró en ayudarlo a subir a bordo antes de desfallecer. Después de beber un trago del agua que le ofrecieron sus salvadores, de tumbarse sobre una camilla que subieron a cubierta y antes de cerrar los ojos y entregarse a un sueño abarrotado de pesadillas en las que su mujer y sus hijos morían desmembrados una y otra vez, Khaled pudo escuchar unas palabras que no acertó a comprender: “Bienvenido a Marbella, quillo”.

martes, 6 de junio de 2023

Tiempos verbales


 —Bueno, ha tardado un poco, pero al final nos ha terminado reuniendo –dice Peter para romper el hielo  algo incomodo tras las miradas de reproche de sus contertulios al no haber podido contener un involuntario cacareo al aparecer junto a ellos–Quizás Juan tenía que haber buscado fecha para charlar un rato hace ya unos cuantos meses.

—Digamos que aunque en realidad es consciente de que lo esencial es invisible a los ojos, aún se resiste a ver aquello que por fuerza tiene que reconocer y que bajo ningún concepto le debe pasar desapercibido.

—Obvio, alteza–dice Laertes socarrón mientras da una profunda calada al pitillo que ha encendido con un mechero de gasolina esbozando su acostumbrada sonrisa de medio lado–Supongo que aquí se podrá fumar.

—No hace falta que me llames alteza, Laertes –apunta el joven príncipe–no estamos en B612 y aquí todos somos iguales. Y por supuesto puedes fumar. Estamos en su universo y aquí él marca las normas.

Todos no somos iguales –se queja Peter–vosotros por lo menos tenéis sombra. Yo no consigo retener a la mía. pero bueno... supongo que ese es el menor de los problemas hoy.

—No te quejes, chavalín. Te aseguro que duele mucho más ver como se aleja el amor de tu vida sin conseguir mantenerlo a tu lado y en efecto, lo de tu sombra hoy, importa lo que viene siendo una mierda.

—Todos hemos perdido cosas, todos–interviene El principito con acierto para evitar un enfrentamiento entre el eterno residente en Nunca jamás y el despiadado asesino profesional–Yo perdí a mi rosa. Hay otras muchas rosas, pero Ella era especial. Era mi rosa,  y al igual que la sombra de Peter,  decidió abandonarme. Tu, Laertes,  perdiste a Adán cuando descubrió que no quería pasar el resto de sus días rematando tus trabajos a medio hacer y escondiéndose de la policía y de tu mirada y tu palabra azul. Y el inspector Iván Pinacho, quien ya avisó que hoy no vendría pues está en medio de la Temporada de caza, perdió a la comandante E. Terna,  y aún no lo ha superado. Y quizás por eso mismo, por el cúmulo de pérdidas y de fracasos,  Juan decidió hacer de nosotros sus alter egos, dependiendo de en que momento dejase escapar algo y de la importancia para su alma y su corazón de  lo que dejó escapar. Te aseguro, Laertes – prosigue al ver que ha captado la atención de los invitados al concilio en el subconsciente de Juan– que el que Juan te otorgase el poder que te ha otorgado en sus relatos no  es algo casual.

—Lo sé, chavalín. Yo limpió su mierda. Ejecuto a sus rivales, elimino sus fracasos y hago del tipo malo que es incapaz de ser en ese puto mundo real que tanto lo asusta. Vosotros representáis lo tierno, lo inocente, lo hermoso y lo mágico. Yo soy el más real de los tres.

Laertes, tras soltar semejante sentencia echa un trago de la petaca que oculta en el interior de la chaqueta junto a la Pietro Beretta de 9 mm de la que no se separa nunca por lo que pueda pasar. 

—¿Os habéis fijado en que tampoco ha venido Patoso? El príncipe patoso también se ocupó de llevar sus momentos importantes al negro sobre blanco –. Apunta Peter Pan con acierto.

—Prescindió de Patoso al darse cuenta de que el no haber podido despertar a su querida Blancanieves con un beso de amor en realidad no fue culpa suya. En ese momento creció un poco más y avanzó en su madurez. Ahí comenzó a darse cuenta de que los finales felices son solo patrimonio de los cuentos infantiles–responde con lástima el joven príncipe de cabellos dorados– En ese mismo instante comenzó a olvidarse de lo más importante. De que antes era un niño. 

—Pues si se ha empeñado en madurar, en avanzar y en ser el hombre que debe ser, creo que tenemos un problema que no se puede solucionar con una bala entre las cejas ni con un gancho de izquierda –.escupe Laertes sabedor de que algo va a cambiar en el universo del aprendiz de escritor de bigote bicolor –Y en realidad eso a mi me preocupa menos, pues al fin y al cabo yo soy una representación de su necesidad de aplicar la justicia necesaria a los tragos más amargos, y creo que lo acompañaré siempre, pues siempre pasará por momentos difíciles, de una forma o de otra, y siempre se cruzará con personas miserables a las que en su vida de honrado y esforzado ciudadano no podrá rajar el cuello con una navaja de barbero ni atravesar el pecho con media docena de balazos.

—Ya, pero siempre necesitará que alguien le espolvoree los sueños con un poquitín de polvo de hadas, y siempre necesitará también escaparse a la laguna de las sirenas, o a cortejar a una princesa india.

—No te lo tomes a mal, chavalín, pero me parece a mi que al margen de sirenas y de princesas indias, Nunca jamás le interesa lo justo. El instinto paternal brilla en él por su ausencia, y no se cansa de decir que para qué tener un hijo pudiendo adoptar un gato. No le gustan los niños,  y mucho menos los niños perdidos, pues el mismo se consideró como tal durante muchos años y ahora reniega de ello. 

—Ya, pero tampoco fue jamás muy hábil con las plantas y no conozco a nadie que haya puesto tanta ilusión en ayudar a que una rosa floreciera hermosa y feliz. La vida da muchas vueltas, muchas, y como él acostumbra a escribir , si no te agarras bien en las curvas terminarás besando el asfalto.

Laertes y Peter Pan asienten ante el razonamiento del joven príncipe y cruzan miradas de aprobación entre ellos.

—No solo eres el más ñoño de sus alter egos –dice con cariño el asesino de ojos azules–también eres el más cabal.

 —No sé si soy el más cabal  o no – replica el heredero del trono de B612–pero lo que sí que sé es que nuestro amigo se ha cansado de vivir en un recurrente pasado y ha decidido comenzar a vivir en gerundio. Y aunque como escritor trata de utilizar la menor cantidad de gerundios posibles, pues como aprendió hace tiempo ya el gerundio asesina la literatura, ha descubierto que vivir en pasado duele, que hacerlo en futuro es peligroso y que puestos a vivir el presente, prefiere hacerlo en gerundio.

—¡Por fin avanza!–grita Peter acompañando la afirmación de un enorme cacareo y un simpático revoloteo .

—Si –concede Laertes–pase lo que pase y le pese a quien le pese, puede que incluso  a él mismo–. añade el asesino profesional  precavido y protector sabedor de la facilidad que tiene quien ha convocado esta atípica reunión para meterse en problemas.

Entonces el convulso aprendiz de escritor se gira en la cama y bosteza estirándose todo lo largo que es, que la verdad sea cierta no es gran cosa.

—Esta reunión se acaba, muchachos. Creo que lo que Juan pretendía hacernos llegar al reunirnos ya lo hemos recibido, así que vamos despidiéndonos, que en breve estará despierto y todo se habrá consumado. Esta decidido a avanzar y a madurar–finaliza Laertes apagando el pitillo en la suela de su bota izquierda.

—Muy bien, Laertes, Peter. Volveremos a reunirnos un poco más adelante –se despide El principito antes del inevitable raciocinio que llegará con el despertar de la mente que los ha querido reunir–Cuidadlo, ayudadlo y no lo abandonéis a no ser que él así lo quiera. Aún nos necesitará durante un tiempo.

—Y nos tendrá a su lado, muchachos –afirma Laertes despidiéndose también.

—Cuando quiera y donde quiera. En el disco duro de un ordenador o en un recambio de folios blancos. Allí donde su fantasía reclame polvo de hadas, besos de sirenas y pieles rojas, y duelos con el capitán Garfio sobre la cubierta del barco pirata.

 Incorporándose somnoliento, Juan se frota los ojos confundido entre las imágenes que aún  permanecen en el subconsciente. No termina de comprender porqué recuerda entre neblinas a tan distintos personajes imaginarios nacidos en momentos tan diferentes, pero enseguida recuerda que tiene que revisar el archivo de la última entrega de su trilogía antes de enviarla a la editorial, que hoy tiene que afrontar distintos marrones familiares, y que en unas horas tendrá una reunión con el director de la empresa donde con suerte podrá desempeñar el trabajo que le aportará el definitivo control sobre su autonomía y su necesaria independencia. Un café rápido,  un pitillo, una ducha fría que lo despeje y ganas de avanzar. Avanzando y viviendo. Conjugando gerundios. Cambiando los tiempos verbales y peleando duro todo terminará llegando. incluso lo bueno.