miércoles, 9 de abril de 2014

Caótica amante

Como un haz de luz penetrando en los rincones más oscuros de mi interior, poniendo en evidencia los desconchones que jalonan las paredes del alma.
Como un torbellino elevando hasta el techo de la habitación los papeles donde trato de plasmar lo que me gustaría escuchar de tu boca.
No quiero más paz que la del día de la despedida, ese día en el que uno no se atreve a romper el silencio con palabras, porque se pueden escuchar a kilómetros de distancia los gritos mudos de desesperación que emiten dos pares de ojos vidriosos.
Ya he perdido la cuenta de las veces en que nos hemos dicho adiós y volveremos a hacerlo al menos en una cantidad absurda de ocasiones más.
Al fin y al cabo no sabemos hacer otra cosa que tratar de alejarnos.
De esa manera se supone que quedamos libres de todo sufrimiento.
Más líbrame del mal, amén.
Pero se que pasará el tiempo y volveré a comulgar en ti, porque uno ha nacido para comer tu carne y beber tu sangre, en diferentes cuerpos, en distintos labios, pero siempre tú.
Tú, con infinidad de nombres, con miles de variantes en la sonrisa,  en el color de los cabellos y en la forma de gemir cuando estás a puntito de arquear la espalda por última vez antes de derrumbarte extenuada.
Tú, con miles de excusas acertadas para firmar la orden de ejecución y yo, que sigo esperando como un gilipollas la llamada del gobernador del estado mientras le pido al sacerdote que se largue por donde ha venido.
Tú que me has traicionado con otros, que me has abandonado en pos del futuro del fruto de tus entrañas, que me has supeditado a tu trabajo, te has ido del país, te has enamorado de un imbécil o simplemente, no encontraste el neceser donde guardabas el polvo de hadas.
Siempre hay un motivo, siempre hay un billete que te saca de mi vida.
Siempre hay una estación en ruinas cubierta de hiedra y musgo, donde tumbarme desnudo a contemplar como arrastras la maleta sin darte la vuelta, sin ocasión para retenerte al menos por otra noche.
De nuevo ha comenzado la partida y en breve habrá otro jaque a la reina, que se despojará de los pantalones en mi dormitorio y me jurará que jamás ha querido así, aunque ambos sabremos que es mentira porque nos llevamos queriendo así, toda la vida.
Nuestro bucle particular, donde por mucho que te disfraces termino siempre por reconocerte.
Y cuando todo sea perfecto, desaparecerás.
Entonces volveré a seguir tu rastro y te descubriré y te reconquistaré y te amaré y todo seguirá el orden establecido hasta que decidas que ya no más.
Por los siglos de los siglos.











5 comentarios:

Nadia Del Arte dijo...

Amén Juanillo, te leo para sentirte que se te echa e menos ;)

Farre. dijo...

Escuche por primera vez este texto en la feria del libro de Valladolid en un encuentro de blogueros en el que estabas ausente y lo leyeron por ti. Identificación y piel de gallina. Es uno de mis favoritos. Gracias, y no dejes de escribir así.

lacantudo dijo...

Revisando el blog he encontrado estos comentarios en la entrada.
No los vi en su momento porque fue un periodo muy convulso de mi vida y no le pude dedicar al blog todo lo que hubiera querido, tuve que esperar mucho para volver a sentarme con calma y vomitar todo lo vivido.
Nadia, siempre te he sentido a mi lado.
Farre, no te conozco pero me alegra saber que he rozado tu sensibilidad con este texto, que ahora recuerdo escribí unos pocos días antes de mi accidente y habiendo tomado conciencia de la imposibilidad de que me ame aquella a quien he amado siempre.
Gracias a Dios he podido volver a sentarme ante el teclado y desde hace un tiempo estoy de lo más prolífico.
Todo lo vivido, lo sufrido, lo amado, lo experimentado, lo traduzco en textos bien para este blog o bien para alguna de las novelas en las que estoy trabajando.
Una de ellas verá muy pronto la luz.
Gracias por leerme, me hacéis muy feliz.

Unknown dijo...

Antes de que hicieras mención a él esta tarde, lo leí y me encantó; también me apenó y son algunas las dudas que suscita su lectura.Un beso.

lacantudo dijo...

Ahora que me ha dado por volver al romanticismo (creo que realmente no lo he abandonado nunca) lo he releido hoy y me ha devuelto muchos recuerdos.
El que nace lechón, muere cochino y renace más lechón que nunca.
Celebro que te gustase y sabes que estaré encantado de solucionar cualquier duda al respecto, solo tienes que llamarme.
Un beso.