
Mafalda se echó a la calle unos meses después de que reventara el corralito, tras descubrir que Manolito se había pegado un tiro con la escopeta de su padre al perder el almacén, y que Susanita abandonó a sus hijos a la puerta de un convento por no poder alimentarlos y luego se arrojó a las vías justo cuando pasaba puntual como casi siempre, el expreso de la pampa.
Mafalda tiene mucha suerte si a la hora de la cena puede conseguir un plato de sopa caliente, que irónico ¿no?, sobre todo porque los puede pagar desde que comenzó a vender su cuerpo.
Las calles de Buenos aires no son el mejor refugio para una existencialista descreída y sin esperanza.
Más de una noche ha tenido que correr para salvar su vida, y luce en su antebrazo derecho la profunda cicatriz que se hizo al detener el corte que un cliente, enfadado por una comparativa inoportuna entre el tamaño de su miembro y la justicia social, lanzó hacia su cuello con una navaja automática que apareció de la nada. ...
Mafalda en ocasiones se sienta en un columpio y recuerda aquello que dijo una vez: "recién pones los pies en el suelo, se acaba la diversión".
Dedicado a Quino con cariño
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