sábado, 13 de agosto de 2016

Este juego no lo has inventado tu.

¿Crees que con esa caidita de ojos y esa miradita de niño bueno, voy a perdonártelo todo y volveré a caer en tus brazos? Pues lo llevas crudo.
No hace falta que me repitas lo mucho que me quieres, lo estúpido que fuiste y lo equivocado que estabas. Estas dos últimas cosas, ambos las tenemos más que claras.
A ver si lo entiendes. yo quiero un hombre, no un niño ni un jodido Peter Pan, que se niega a crecer.
Me parece perfecto que te encanten mis ojos, que me insistas en lo bonita que es mi sonrisa y en lo muchísimo que te he gustado siempre. Ya está bien.Hay cosas que no deberías remover, es mejor dejarlas en el pasado y que el tiempo las vaya macerando hasta que cojan el punto adecuado.
No soy imbécil, sé perfectamente que lo mismo que me estás contando a mi, se lo habrás contado a otras muchas. Pero conmigo no te va a funcionar. Puede que no estés acostumbrado a tratar con mujeres inteligentes, a las que nos resbale tu discursito de eterno enamoradizo con exceso de sentimiento de culpa y de inseguridades. Ahora lo mejor que podrías hacer, es tener un poco de dignidad y aprender a reconocer la derrota. Asume que como dice el tango, cualquier tiempo pasado, fue mejor y no te preocupes, que veinte años no es nada y que siempre podrás volver al punto de partida, con la frente marchita, febril la mirada y todas esas cositas que tanto te gustan y que forman parte de tu numerito habitual. Pero lo siento bonito, aquí ya está todo el pescado vendido. No me das ninguna pena. No me creo nada y además no voy a sentirme culpable por ello. Me has enseñado tú, tu has sido mi maestro para hacer sufrir.
Es cierto que durante un tiempo me conseguiste convencer de que realmente me amabas, de que yo era la única dueña de tu alma y de que respirabas y latías por y para mi. Es cierto que llegué a creer que te amaba y de hecho y contra mis principios y mi costumbre,también te lo he dicho en más de una ocasión, pero al hacerlo, tan solo estaba cavando la tumba donde enterrar esta relación que ya nació muerta, porque era tan falsa, como todos y cada uno de tus besos.
¿Ahora te das cuenta de que soy la mujer de tu vida y sientes haberme dejado escapar? No seas tan prepotente, tu no me has dejado escapar. Me he ido yo, porque soy libre. Libre para rechazar tus caricias, libre para romper tus cartas. Libre para olvidar tus versos y para desafinar las cuerdas de tu guitarra. Libre para maldecir tu cama y libre para encontrar al hombre que sea capaz de reconocer mi valía, sin temer que mi luz brille más que la suya.
¿Qué no puedes vivir sin mi? Haz el favor de no decir gilipolleces de esas de folletín.La vida no es un mal culebrón venezolano y las personas no se mueren de amor. Puede que de alguna manera el amor que ofreces llegue a intoxicar, pero llevas el antídoto corriendo por tus venas desde que engañaste a la primera mujer.
No me jodas con tus cuentos, Si quisiera creer que eres tu el príncipe azul que yo soñé, habría arrojado mi melena por la ventana para que trepases hasta mi dormitorio pero siento decirte que ya no eres bienvenido y que prefiero llevar la cabeza rapada, antes que facilitarte el acceso.
No soy dura, no soy mala. No confundas la realidad ni te excuses en mi rechazo. Llora como mujer, lo que no supiste defender como hombre, aunque las mujeres ya no lloramos y hemos aprendido a defendernos de los seductores baratos. Aunque te duela reconocerlo, ya no tenéis el monopolio de la conquista. Atrás quedó eso del rompecorazones que amanecía cada mañana en una alcoba distinta y tras tomarse un café y fumarse un último pitillo, desaparecía para siempre. Ahora jugamos en la misma liga y nos estamos llevando todos los trofeos. Tenemos las vitrinas llenas y tu género se ha convertido en un eterno segundón.
Me duele un poco decirte las cosas como son, pero ya está bien de inocentes y crédulas mujeres que te bailan el agua y te dan fuerzas para seguir con tus farsas.
Y no se te ocurra forzar una lagrimita. Esos ojos son bonitos, cuando no los disfrazas de embustes. Rentabilízalos con otra. Te deseo mucha suerte, porque cada vez te va a ser más difícil. Ya no eres un niño, aunque te sigas negando a madurar.
Y ahora si me disculpas, tengo una vida que vivir, un corazón que llenar y un camino sin obstáculos.
Adiós, Peter.




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