lunes, 31 de julio de 2017

Dias de hidromiel y rosas.

El nuevo jefe de los guerreros del norte tensó el arco, apuntó con esmeró y cuando creyó tener el blanco fijado, hizo un gesto con la cabeza a su lugarteniente y este prendió la flecha que iba a ser disparada. La saeta en llamas trazó un dibujo perfecto en el cielo de la noche de tierra de Campos y cayó sobre la pequeña embarcación que haría las veces de pira funeraria para entregar a Odin las cenizas del valiente guerrero muerto en combate la noche anterior.
Johansen había caído bajo el hacha de una de las diabólicas guerreras vándalas que acompañaban siempre a sus hombres a la batalla. El guerrero del norte, movido por sus principios bajó la espada ante su asesina al ver que era una mujer, negándose a derramar  sangre femenina pero ese error fatal,motivado por sus escrúpulos, le terminó costando la vida.
La hoguera que devoró rápidamente su cadáver y se adueñó de la nave que flotaba en aquel río a su paso por la región bética denominada "Tierra de campos", cumplió su cometido como medio de transporte y entregó el alma de Johansen en las puertas del Walhalla, donde Nuria, la más hermosa de entre las Valkirias, lo recibió para comprobar si era digno de ser llevado ante  Odín.
Cuando Johansen se percató de la presencia de Nuria y del lugar donde se hallaba, rodeado de las más curiosas flores bajo un inmenso cielo azul, de primeras achacó todo aquello al exceso de hidromiel junto a sus compañeros de armas pero entonces recordó la batalla y a aquella guerrera escuálida y morena que no dudó en aprovechar su condición para propinarle un hachazo en mitad del pecho, alcanzando su corazón y rompiéndolo en dos. Había muerto y aquella mujer de impresionante hermosura, no debía ser otra que una de las hijas de Odín, una Valkiria. Ella le sonrió y apoyando la mano derecha en la empuñadura de la espada que llevaba colgada de las caderas más perfectas que Johansen había visto a lo largo de su vida, le dijo: -Bienvenido, guerrero. Aquí empieza tu verdadera vida junto a mi padre, mis hermanas y todos lo mortales que como tu, cayeron con honor. Tan solo hay un requisito para que flanquees las puertas del paraíso. No tendrás que medirte conmigo en singular combate, no te preocupes pues yo soy la fuerza del brazo de Odín y tu no eres más que un capricho de mi padre para poblar una de sus creaciones.-
-Entonces, bella Valkiria- dijo Johansen con el renovado corazón a punto de salirse del pecho.- ¿Qué debo hacer? Pide y sea lo que sea, lo haré en el acto o moriré de nuevo en el empeño.-
La Valkiria sonrió sabedora de la determinación del rubio guerrero y desde su femenina condición, barajó diversas pruebas a cual más arriesgada, pero entonces decidió que lo que le permitiría el paso a la eternidad de gloria y felicidad, no sería su bravura en el combate ni la habilidad con el acero. Clavando su mirada en los azules ojos del sonriente guerrero, le dijo -Johansen, no dudo de tu valor en combate y larga es la lista de tus probadas hazañas pero en este lugar hay que ser también ágil con otras armas además de con la espada. La palabra es un arma afilada y de mortífero efecto si no se emplea adecuadamente. Tendrás que recitar un cantar que hable de la belleza del Wahalla y de la gloria de mi padre, Odín.-
Entonces Johansen pensó unos segundos, se fijo en lo increíblemente bello del rostro de Nuria y comenzó así:
"El nuevo jefe de los guerreros del norte tensó el arco, apuntó con esmeró y cuando creyó tener el blanco fijado, hizo un gesto con la cabeza a su lugarteniente y este prendió la flecha que iba a ser disparada..."

domingo, 30 de julio de 2017

Entreabierta

Se abrochó la cazadora hasta arriba, comprobó que se había puesto bien el caso, giró la llave de contacto de la moto, aceleró unos segundos en parado y cuando consideró que era el momento, salió de allí como alma que llevaba el diablo. Una vez más, había escapado corriendo. Una vez más se había vuelto a equivocar de mujer y una vez más, esa nueva mantis religiosa, mimetizada bajo una forma voluptuosa y excesivamente atractiva con la que había pasado la noche, se  había frotado las patitas ante el suculento desayuno que encendió un cigarrillo en ayunas junto a ella, sin saber que en breve lo devoraría por completo.Pero en esta ocasión él fue capaz de intuirlo y cuando advirtió aquel brillo maligno en su mirada y aquella exploración golosa en sus caricias, apagó el cigarrillo, saltó de la cama, se puso los vaqueros y la camiseta a toda prisa y, con el resto de sus pertenencias bajo el brazo, se despidió con un "ya coincidiremos por ahí" y abandonó la madriguera del lujurioso monstruo.
Mandaba cojones ser el eterno enamoradizo y no dejar de confundir las cosas una y otra vez, atesorando fracasos y disgustos en el cofre herrumbroso y desvencijado en el que se había convertido su pecho. 
Debieron haberlo maldito a los quince años, cuando probó los primeros labios de mujer y descubrió en ellos esa promesa de vida eterna, ese paraíso hecho realidad en la tierra. Obviamente comenzó errando. Confundió el infierno con el paraíso y con cada mujer de la que se enamoró perdidamente, recorrió uno de los círculos que describió Dante en "La divina comedia". Pero así y todo, con el corazón partido y el alma llena de parches, no renunció al amor y siguió buscando la luz en los ojos de una mujer. Craso error. La única luz que podría alumbrar su camino y ayudarlo en la búsqueda, era la de sus propios ojos cuando se retirase el vendaje que los cubría desde aquel primer beso en la adolescencia.
Mientras bajaba a la carrera los escalones de los cinco pisos que lo separaban de su medio de escape, Iván terminó de concederse la oportunidad de no volver a errar. Entendió al fin que para conseguir encontrar a aquella con la que llevaba soñando toda la vida, lo único que tenía que hacer era dejar de buscarla y comenzar a buscarse a si mismo, dado que hacía ya mucho tiempo que se había perdido.
Satisfecho de su nuevo objetivo en la vida, que no era otro que aprender a amarse sin reservas, apuró el giro en una rotonda y tumbó la moto, llegando a rozar el suelo con la rodilla, como los pilotos de los  campeonatos que veía de vez en cuando por televisión. 
Había perdido el miedo. El miedo a la muerte, el miedo a las mujeres, el miedo al amor, el miedo a conocerse, el miedo a estar solo. Se acabaron los miedos.
Cuando aparcó la moto en el garaje de su casa y accedió a la vivienda por la puerta trasera, entreabierta como su herido corazoncito, su gato se acercó a recibirlo adoptando el rol de compañero vital.
-¿Sabes una cosa Gatete?- dijo mientras le acariciaba el lomo.- Creo que vamos a ser muy felices tu y yo. Ya no tendrás que compartir la cama con ninguna otra humana, al menos de momento. Y el día que tengas que hacerlo, será para el resto de nuestras vidas. De las siete.-
Arrojó el casco y la chupa sobre el sofá del salón, se preparó un café con leche, poniéndole a su gato un poco de ese blanco néctar en un cuenco, eligió un libro de una estantería abarrotada de ejemplares, entre los que se encontraban un par de ellos de su propia cosecha, conectó el aparato de música donde sonó el disco del grupo de un amigo y empezó a ser feliz. Y a quererse.

jueves, 27 de julio de 2017

Mejor, del tiempo.

Había escuchado mil veces la frasecita esa de que la venganza es un plato que se come frío. Pero como nunca fui de los que tienen paciencia, decidí que sabría mucho mejor del tiempo, así que opté por seguirlo con disimulo hasta la casa baja en las afueras, donde se oculta del mundo y una vez que comprobé que no había moros en la costa, me colé por una ventana mal cerrada y lo encontré en la cocina, preparándose un café.
Cuando se volvió sorprendido al notar mi presencia, su cara fue un poema y hubiese pagado lo que fuera por haber podido grabar la expresión de sus ojos. Tenía miedo. Sabía que iba a morir. Él, que jamás dudó ni le tembló la mano para cometer sus infamias, se puso a temblar como una rata acorralada por una pitón.
No sé de donde coño sacó el valor para arrojarme a los ojos el humeante contenido de la taza pero lejos de conseguir su objetivo, tan solo me manchó la chupa de cuero y las gafas de sol. Fue entonces cuando le asesté la primera puñalada en el pecho. No voy a negarlo, disfruté al hacerlo. Fue un éxtasis emocional, una catarsis de dolor acumulado, un desahogo salvaje. Cayó de rodillas y balbuceó algo parecido a una súplica. Pero me conocía bien y sabía que a diferencia de él, yo soy un hombre de palabra y cuando tomo una decisión, nadie puede hacerme cambiar de parecer. Por eso le asesté otra puñalada en la mano que había levantado suplicante y, al atravesarla, debí seccionar alguna vena, porque comenzó a sangrar como un cochino en día de matanza. y gritaba igual, así que le rajé un poco la garganta para que no pudiese hacerse oír por nadie. Pero no quería que muriese ni que perdiese el conocimiento.No todavía. Utilicé lo aprendido en los cursos de primeros auxilios y le hice un vendaje de urgencia con un trapo de cocina. De esta forma, no se desangraría rápidamente y podría disfrutar un poco más de mi venganza. La ocasión lo merecía.
Me incliné sobre su cuerpo caído y até sus brazos con el mantel sucio y arrugado que cubría la mesa junto a la puerta de la despensa. Una vez lo tuve inmovilizado, me ensañé con mucha calma y precisión cirujana.
Lo primero que hice fue rajarle las comisuras de los labios y las aletas de la nariz. Me deleité con las sonidos guturales que pretendían ser gritos de dolor y de pánico. Con mucha delicadeza y no cierta repulsión, le extraje el escroto bajándole el pantalón y lo seccione de un único tajo, como el que castra a un becerro. Asegurándome de que podía ver lo que hacía, introduje sus partes en una cazuela con restos de sopa que encontré sobre la vitrocerámica y las puse a cocer. Recé para que no perdiese el conocimiento y poder hacerle beber un par de tragos.
Lloraba a mares. No merecía otra cosa. Más había llorado yo cuando me destrozó la vida y me arrebató todos mis sueños y todo lo que amaba. 
Durante un par de semanas había intentado perdonarlo e incluso había asistido a terapia y a grupos de meditación y de oración. pero a la mierda con todo eso. Acción, reacción. Acto, consecuencia. Si él se había portado como un asqueroso e insensible hijo de puta, yo no podía poner la otra mejilla. Ya no me quedaba espacio donde recibir golpes. 
Fabriqué un embudo con media docena de páginas del periódico que había sobre un estante y comprobé que el agua donde cocían sus testículos había comenzado a hervir. Así sería más doloroso incluso, pensé sonriendo. Le introduje un extremo del artesanal embudo en la boca y vertí por el otro parte del caldo de la cocción.
Su cuerpo se estremecía presa de las convulsiones y del sufrimiento Ciertamente la venganza es un plato delicioso y maridaba perfectamente con las dos botellas de whisky escocés que me había bebido para que no decayesen los ánimos.
Seguramente le quedaba muy poco de vida, por lo que antes de que se fuese al infierno, procedí a sacarle los ojos en un arrebato de crueldad desmedida. No pude hacer nada para evitar el desmayo ni para devolverle la consciencia, aunque lo intenté con sales y con agua fría. Al parecer ya estaba muerto. Se terminó la diversión.
Camino de mi habitación en el discreto hotel que contraté por internet con una cuenta de correo falsa,  sopesé las diferentes opciones que tenía por delante después de aquello y me decidí por la más socorrida. Compraría un billete para el país más recóndito al que pudiese llegar con un vuelo barato, sacaría toda la pasta de la cuenta de la empresa, a la que tenía acceso por mi empleo de administrativo de confianza y comenzaría de nuevo en otro lugar, en otra cultura y con otra gente. A diferencia de las películas, en la vida real los buenos no son tan buenos, son más como yo, con sus cosas y sus defectos y si se descuidan, pagan un precio más alto que el que pagan los malos.
Cada uno da lo que recibe. Luego recibe lo que da. Tarareando el "Todo se transforma" de Drexler me pegué una ducha a conciencia y me afeité con esmero.

martes, 25 de julio de 2017

Almas encharcadas

Pide que le sirvan otro whisky escocés y el camarero, en un gesto cómplice con el evidente dolor y la nostalgía del cliente, le llena el vaso hasta el borde y le sonríe al detenerse justo en el límite. Ivan no puede evitar pensar que seguramente vengan tiempos mucho peores aún y que cuando lleguen, lo encontrarán borracho, dormido, o vomitando las penas en el callejón de la trasera del bar de mala muerte, donde se esconde para poner el alma a remojo y para contarle a Paco, el camarero con ínfulas de psicólogo conductual, que la vida ha dejado de tener sentido, que ella se terminó marchando y que en su escala de valores, la sinceridad y la confianza han descendido varios peldaños.
No sabe que coño le ha pasado. No entiende porqué ha dejado de ser el Ivan que consiguió enamorarla con su ingenio y su simpatía y, tampoco alcanza a comprender  porqué ha abandonado de repente el puesto de joven promesa literaria de la ciudad, de gran esperanza blanca del relato y de heredero de las letras castellanas, como lo había denominado la siempre voluble y caprichosa crítica intelectual.
En este antro de toda confianza donde Ivan se sienta solo a beber, lo permiten fumar mientras pide una copa tras otra y por eso se siente como en casa. Enciende un pitillo con su viejo y golpeado mechero de gasolina y comprueba que tan solo quedan dos cigarrillos en el paquete que abrió después de comer. Ha vuelto a fumar demasiado. Antes, el tabaco y el alcohol eran algo meramente social. Fumaba y bebia en actos públicos, en eventos y en encuentros con amigos y con  mujeres  de las que siempre se terminaba enamorando como un colegial pensando que al hacerlo, conseguiría llenar el vació que sentía en el pecho. Pero lo que sucedía siempre, era que al abandonarlo todas como a uno de esos cachorritos que no se consiguen educar y que terminan siendo un estorbo,el vació se iba haciendo cada vez más grande, creciendo como "la nada" de La historia interminable  y arrasando con cuanto quedaba de fantasía e ilusión dentro de él. Hace poco menos de un mes, al despedirse de ella, comprendió al fin que algo no le funcionaba bien en la cabeza. "Exceso de severos traumas acumulados", dictaminó el psiquiatra al que recurrió en su desesperación y el diagnóstico se convirtió en otro de los interrogantes que hacían cola para estacionar en el siempre completo parking de su cerebro. No necesitaba más dudas. Con las que atesoraba desde su adolescencia tenía más que suficiente. No necesitaba sumergirse en nuevos enigmas que terminarían siendo razones añadidas para acabar con todo.
Había perdido las ganas de escribir. No había perdido el talento como comenzaba a rumorearse en su entorno y entre sus lectores habituales, que empezaban a cansarse del abuso de las temáticas tristes y deprimentes en las que culpaba de todos sus  males al amor. Únicamente  el talento se había empapado con las abundantes lágrimas que derramaba a diario y, flotaba prácticamente inservible junto a sus ilusiones y sus sueños por cumplir, en el enorme charco en que se había convertido su alma.
Apuró el vaso de un único, largo y melancólico trago, apagó el cigarrillo sobre su antebrazo derecho, aportando una nueva marca a las que a base de castigarse físicamente cada vez que estaba borracho le cubrían la piel tatuada y se despidió con  el pulgar hacia arriba, como un Cesar magnánimo ante la suerte de los gladiadores.
Al recibir la bofetada en el rostro del frío aire de la dura noche castellana, trató de al menos  respirar a pleno pulmón pero sus pulmones se habían convertido en otras piezas defectuosas de un cuerpo defectuoso y comenzó a toser convulsamente sangre y nicotina en desproporcionada medida. Pero eso ya no le preocupaba lo más mínimo. Habían dejado de asustarlo la enfermedad y la muerte. De hecho, su férrea educación católica y el miedo a defraudar a sus seres queridos y a ensombrecer su recuerdo, le impidieron apretar el gatillo del revolver que le prestó un amigo policía y que se llevaba apoyando en la sien noche tras noche desde hacía dos semanas.
Una vez más, le sonrió su famosa buena estrella y sus deseos se cumplieron de forma causual, que no casual. 
El despistado y aburrido conductor del autobús urbano de la linea uno, hastiado y adormecido por el  anodino trayecto que había realizado más de treinta veces aquel día, no acertó a distinguir a aquel tipo vestido de negro que apareció sin mirar de entre dos coches mal aparcados y sin poder esquivarlo ni frenar a tiempo,  lo atropelló.
La esquelas publicadas por la familia, los antiguos compañeros de trabajo y por su editora en diversos diarios de tirada local, regional e incluso nacional, hablaban de  su fallecimiento víctima de accidente. Ninguna, por bien redactada que estuviera, supo concretar que el verdadero y fatal accidente que terminó con la vida del triste escritor, no había sido otro que vivir.

sábado, 22 de julio de 2017

Alma de tango JPF




No es casualidad que este tango, Volver, formase parte de aquel espectáculo que tuve la suerte de llevar a escena con mi buen amigo, el pianista internacional, Oscar Lobete. Volver fue seleccionada como una de esas canciones para una noche en vela y Oscar revisó la partitura al piano y yo hice lo propio con la letra, de tal manera que utilizamos este hermoso tango para transmitir al público lo que realmente significaba para nosotros y porqué nos acompañaba durante muchas noches sin dormir.
Este formidable artista y yo, somos amigos desde hace poco más de veinticinco años y a lo largo de este cuarto de siglo, hemos compartido muchas alegrías y demasiadas penas, casualmente la mayoría de estas últimas, por amor.
Siempre he creído que la gente se une por afinidad y aunque me encanta el piano y mi formación universitaria es la de maestro de música, realmente lo que más nos ha unido siempre a este caballero y a mi, es la absoluta devoción por la mujer y por todo lo que nos aportan los "te quiero" al despertar junto a la persona amada.
Al final de este vídeo, Oscar me dice que hay que levantarse y que ya está bien de tropezar. Y tiene muchísima razón. Llevamos tropezando toda la vida y equivocando el camino que nos permitirá volver a donde queremos regresar, que no es otro lugar que ese que se encuentra exactamente junto a los labios de la mujer adecuada. Viajaremos juntos y aprovecharemos para tomarnos unos vinos por el camino y para convertir todo lo que nos sacude el alma en música y textos. Puede que un día no muy lejano, volvamos a salir  a escena para contarle al publico,que estaban todos los senderos mal señalizados pero que a base de preguntar y de seguir esa estrella polar que no es otra que la sonrisa de una amiga común, a la que ambos debemos mucho, conseguimos llegar a nuestro destino.
Mientras tanto, no se me ocurre mejor compañero de viaje, así que iré llenado la bota con un vino acorde a los brindis que nos esperan y la mochila de cuantos cigarrillos quepan, para fumar juntos sentados en los recodos de la senda con mejores vistas, porque la vida que a veces nos ha golpeado con dureza, aún tiene que mostrarnos los paisajes mas hermosos.
Quien a buen Olmo se arrima, la mejor sombra le cobija y nosotros nos hemos sentado a compartir el tabaco junto al más hermoso, fuerte y seguro de esos olmos.
Y nos quedan por escribir nuestras mejores canciones juntos. Nos quedan por conocer a las mujeres más especiales y a las que sabremos amar sin reservas, gracias al aprendizaje de dolor que ambos llevamos a las espaldas. Todo tiene un sentido y las cosas nunca pasan porque sí. pasan porque tienen que pasar y de ellas podemos aprender para no repetir errores del pasado y acercarnos más a nuestros objetivos. Cada día los veo más cerca.
Vamos, amigo. Volvamos.

viernes, 21 de julio de 2017

Flores Nika

                                         
Al final y tras mucho insistir, Dios accedió a la petición de Nika, el ángel que llevaba milenios solicitando que se le permitiera abrir una sucursal del paraíso en la tierra y hacer algo para ayudar a aquellos hombres y mujeres que no encontraban sentido a sus vidas.
Nika se decidió por camuflar sus buenas intenciones tras  la inocente apariencia de una floristería y él mismo optó por tomar la forma humana de una mujer.
  Como no podía ser de otra forma, Nika se reencarnó en el cuerpo de una persona especial, educada en una familia donde el amor y los valores que el hacedor quiso otorgar a aquellos que creó a su imagen y semejanza, habían pervivido y alcanzado el grado de calidad suficiente, debido a que muchas generaciones de esa familia se habían esforzado en inculcarlos y mantenerlos con éxito.
En "Flores Nika" todos aquellos que entraban a encargar o comprar flores, se llevaban además la caricia que les abría los ojos, regalándolos una visión clara sobre la vida.
Cuando alguien entraba y con cierta vergüenza e incluso temor, solicitaba un ramo de flores para la persona amada, Nika incorporaba al ramo la cualidad de reconocer el amor verdadero y de comprender que ese amor, era el auténtico motor que haría avanzar los sueños y los proyectos.También aquellos que entraban ocultando las lágrimas tras unas gafas de sol a encargar una corona de difuntos, recibían una caricia de Nika en el alma y sentían el alivio de comprender que la muerte no es el final y que de una forma u otra, volverían a reencontrarse con aquel al que iban a despedir. A Nika le encantaba preparar flores para aquellos que habían comenzado a entender lo que significa la amistad, que no es más que el amor desinteresado e intenso que sienten las personas entre si y que al crecer, se convierte en un sentimiento carente de imperfección. Adornaba el ramo con las flores adecuadas, mucho verde esperanza y una cinta blanca simbolizando pureza e inocencia.
Todos los beneficios que comenzó a  dar la floristería se destinaban a proyectos sociales y a contratar a jóvenes, cuyas vidas no estaban resultando todo lo fáciles que deberían y, que necesitaban que alguien creyese en ellos y les diesen la oportunidad de demostrar que con la motivación adecuada, podrían llegar a donde quisieran.
Nika formó en botánica y floricultura a muchos niños perdidos a los que las circunstancias habían convertido sus vidas en eriales yermos que necesitaban ser regados con ilusión y belleza.
Con su enorme y perenne sonrisa y con las bendiciones ocultas tras las palabras de cada tarjeta que acompañaba a un encargo, Nika consiguió que la  parte de la humanidad que le había sido asignada consiguiera ver la vida en rosa.

martes, 18 de julio de 2017

Leyendas de aprensión

Esta noche es la noche. El ambientador de amapolas y lilas hace su efecto en el salón de casa, despejando del ambiente el olor de los calcetines de la suerte que decidió echar a lavar al despertar de la improvisada siesta de dos horas en el sofá. Los documentales de "pescaitos" de La2 son tan efectivos como tratar de ver el Tour o el Giro en posición horizontal despues de una comida copiosa. Es escuchar la melodiosa voz de  Cousteou y caer sonriente y baebante en los brazos de Morfeo. Introdujo una pastilla de suavizante en el tambor de la lavadora junto a los calcetines que le acompañaron a más de quince entrevistas de trabajo y que quería tener listos para el lunes, día en que haría su entrevista número dieciséis. Estamos saliendo de la crisis, el empleo está cada vez más accesible para un joven licenciado en una ingeniería superior, con tres idiomas, dos masters y siete publicaciones en revistas especializadas.Cuando consiga el empleo y logre independizarse, nadie podra pararlo. En la última entrevista de trabajo, para un puesto de responsabilidad como auxiliar de plancha en el McDonalds, sintió muy buenas vibraciones al ver la atención y el interés con que el encargado leia su cvs a todo color. A los pocos segundos, cuando el encargado encontró las gafas bajo un montón de cvs apilados sobre la mesa y se las puso, notó que el interés fue en aumento y el culmen de la expectación se alcanzó, cuando el encargado le dijo que sus meses de prácticas en los altos hornos de Vizcaya le serían de mucha utilidad. Además de un impresionante salario de ochocientos euros mensuales en doce pagas y con las vacaciones "por errateadas", como le dijo el empleado, le entregarían un uniforme completo, compuesto de calzado adecuado, pantalones y camisa a juego de rabiosa actualidad  y tocado informal pero elegante. También y como si de un agente de la CIA se tratara, le entregarían su tarjeta acreditativa de acceso. De uso personal e intransferible.
Se ducha como le enseñó su madre de pequeño, frotándose bien detrás de las orejas y en las "zonas delicadas". Mientras se seca con vigor, echa un vistazo a su imagen en el espejo y no puede evitar lanzase un piropo y ponerse ojitos. Se gusta. A ver si consigue gustarle a la chavala a la que ha invitado a cenar aprovechando que sus padres se han ido de turismo rural. En realidad se han ido al pueblo a ver a  la abuela pero dicho así suena mucho más sofisticado. El sumun de la sofisticación es decir cuando le preguntan por sus padres que se han ido de viaje a pasar unos días a Cauntry land (tierra de campos).
Se afeita con mucho cuidado para estar suavecito como el culo de un bebé, aunque ha decidido evitar esa expresión en público para que nadie le tome por un pervertido o un pederasta.
Un buen amigo le enseño un truco infalible ( infalible para su amigo que mide metro noventa y tiene los ojos verdes) consistente en después de echarse el desodorante y su colonia habitual, aplicarse unas gotas de "Nenuco" o "De nenes" en el pecho,la ingle y las nalgas, para conseguir enternecer olfativamente a cualquier mujer ante la que se desnude. Una vez haya superado el habitual ataque de risa, claro.
Se pone sus mejores vaqueros (los que no están rotos por los muslos) y una impresionante camiseta de Terminator con la expresión "Sayonara, Bamby"serigrafiada, que le da un toque agresivo pero dulce al mismo tiempo. Pone la mesa en la terraza con la intención de cenar a la luz de las estrellas pero claro, siendo el piso de sus padres  un tercero interior, en vez de disfrutar de las estrellas, disfrutaran de las ventanas iluminadas en el patio de luces de la comunidad. Da igual, la intención es lo que cuenta.
No ha querido jugársela a improvisar platos de cocina minimalista ni nada de eso, esto es una cita romántica, no Master Chef y ha optado por lo seguro. ¿Qué tía no se derrite ante la comida oriental que dice mucho de lo aventurero y viajado de un hombre? El del chino de la esquina le ha dicho que estaría allí en veinte minutos. De no haber llamado hace casi una hora sería todo perfecto.
Llaman al telefonillo. Comprueba que tiene la bragueta subida, pone un disco sugerente en el equipo de música y abre la puerta sonriendo seductor.
El repartidor de Hog Kong pasa de los boleros de Los Panchos y de su sonrisa, le entrega una bolsa de plástico bastante grasienta y tras cobrarle una fortuna por dos rollitos de sobras y una ración de "venerable anciano con aloz" se pira por donde ha venido.
El enamorado e impaciente Iván, se gira y cierra la puerta de una coz, con tan mala fortuna que escucha el "crok" que hace la nariz de Carolina que iba a llamar con los nudillos en ese mismo instante. Mientras le pone un algodón para cortar la hemorragía, aprovecha para que note que además de un avezado karateca, es también un socorrista cualificado. Lo que viene siendo el hombre perfecto.
El chino les ha regalado una botella de sake y la saca a los postres para comenzar un ritual de alcohol y sexo. Y en efecto, cuando Carolina se despide porque tiene que irse a no se qué de su gato o de su hermano pequeño o de su gato pequeño, comienza la película del Canal + así que se bebe la botella de shake, dos chupitos de orujo de hierbas de su abuela y se entrega a la pasión con la única persona que siempre está deseosa y receptiva: el mismo.
Haciendo memoria sobre sus escarceos con Carolina, recuerda aquella ocasión en la que fue a cenar a casa de la preciosa jovencita de sonrisa espectacular y esta le obsequió con un delicioso pastel de pepino de catastróficos efectos. Ha llovido mucho desde entonces pero algo le dice que ella aun recuerda todos los detalles de aquella noche.

domingo, 16 de julio de 2017

Si es que te vas primero

Se ajusta el cinturón de seguridad, comprueba los espejos, quita el freno de mano y gira la llave de contacto. 
Los escasos trescientos metros de la avenida principal del cementerio donde acaban de enterrarla, se le hacen eternos, como la vida en un mundo futuro o lo que sea que le espera después.
Cambia de primera a segunda al acercarse a la puerta de salida y, una vez abandona aquel provinciano camposanto, mete tercera y acelera deseando que al entrar en la autovía, un camión se lo lleve por delante y termine de una vez con ese dolor que le está abrasando el pecho. 
No es capaz de aceptar que se haya tenido que ir antes que él. La fe en Dios y la esperanza de un paraíso donde ella le aguarda, se le escapa entre lágrimas y blasfemias, maldiciendo a quien sea que ha dictado sentencia sin tener en cuenta el dolor que deja su ausencia. Durante unos minutos se siente tentado de convertirse en agnóstico y renunciar a la fe católica impuesta por sus progenitores y, alimentada a lo largo de su vida por los educadores del colegio y la universidad privada, donde cursó sus estudios. No había blasfemado nunca hasta que el doctor se presentó en la sala de espera, con la mirada huidiza, el gesto cambiado y expresión de "aparta de mi este calid".
Al parecer su cuerpecito no había soportado el impacto directo y el traumatismo cráneo encefálico severo le produjo una lesión cerebral irreversible. Sus axones dejaron de coordinar las ordenes neuronales  precisas y sin el director de orquesta, los músicos no supieron armonizar latidos y respiración.
Y así terminó todo. Murió con poco más de cuarenta años, toda la vida por delante, muchos sueños por cumplir y una sonrisa preciosa. Y él no pudo hacer nada, no siquiera matar y arrancarle el corazón al borracho hijo de puta que invadió el sentido contrario, porque el muy cabrón murió en el acto al chocar frontalmente contra el coche de su novia.
La putada es que si renuncia a su fe y al Dios que le tocó en suerte al nacer, pierde también la posibilidad de encontrarla en ese paraíso diseñado como el escaparate final de un concurso de la tele. Y desde luego no va a desaprovechar ningún comodín para volver a besarla. Y si luego es todo mentira y, no hay Dios ni nada y tan solo somos energía que ni se crea ni se destruye, se transforma, ya encontrará la manera de generar una sobrecarga que funda las bombillas de todas las farolas o lo que sea, pegadito a ella.
Por si acaso, reza un "yo confieso" y se disculpa por su debilidad y su falta de entereza y fe.
La quiso tanto; la quiere tanto, tanto, que el pecho le va a estallar y siente las sienes palpitar acompasadas por un corazón que no le pertenece, porque supo que le pertenecía a  ella en el mismo momento en que cruzaron sus miradas por primera vez. 
Y ahora a seguir viviendo, a esperar la muerte, la transición o como coño se llame esto que los separa.
Al conectar la radio del coche y ajustar el dial, la ironía del destino hace que suene a todo meter la voz de Andrés Calamaro, cantando "Espérame en el cielo". Las lágrimas le inundan los ojos impidiéndole ver a tiempo la curva que se avecina y, al entrar en ella a velocidad excesiva, pierde el control y termina impactando contra el muro que rodea una nave industrial, falleciendo en el acto.
Cuando los servicios de emergencias se personan allí, encuentran al difunto con el cuerpo destrozado, los ojos muy abiertos y una  enorme sonrisa en los labios.
 Calamaro no fue consciente nunca de que su voz, acompañó el reencuentro de dos bocas impacientes por besarse.

jueves, 13 de julio de 2017

El cascabel

Como cada mañana, Iván se ducha con el tiempo justo tras haberse excedido en el desayuno, deleítandose con su gran tazón de leche. No obstante consigue acicalarse y vestirse correctamente para acudir al trabajo. Tarda exactamente cinco minutos y medio en llegar a la azotea del  edificio de la redacción del diario donde lleva trabajando más de un año.
En ocasiones se ha encontrado con chavalines que disfrutan con el subidón de adrenalina que despiertan los saltos de edificio a edificio y, el jugarse el pellejo si no calculas bien la potencia de tus piernas y la fuerza de tus brazos. Hasta le han puesto un nombre raro y extranjero a este nuevo deporte pero él lo lleva en la sangre y no lo considera una aventura, sino su medio de transporte.
Zapatillas de cuero oscuras y muy flexibles, que combinan a la perfección con los pantalones de loneta y la camiseta de pico negra y ceñida, bajo el chaleco gris marengo.
Al posarse en la azotea tras su último salto, se sacude la ropa y se recompone el peinado. Poco después está ante la puerta del redactor jefe, quien le hace esperar unos minutos en la sala anexa a la oficina. En ella, un hilo musical monótono y unos ejemplares atrasados de su propio diario, en el que se encuentran publicados los artículos de sucesos escritos por el mismo,que  se supone  tienen que entretener su espera. El aburrimiento hace de aquel ratito el momento perfecto para lamerse el dorso de la mano izquierda y eliminar una mancha de lo más inoportuna obtenida al aferrarse a una  tubería durante el trayecto desde el ático donde vive.
Un moscardón pasa volando lento y escandaloso junto a su oreja, e Iván no puede soportar semejante provocación por lo que lo persigue por la sala hasta derribarlo de un manotazo veloz y efectivo. Aún sigue manteniendo su toque.
-Iván, puedes pasar-escucha ladrar a su jefe. El redactor jefe ha cambiado de colonia, se da cuenta de ello en el acto. Esta no le gusta tanto como la última que debieron regalarle por su cumpleaños. Demasiado cara y demasiado elegante como para que volviera a comprarla él, que es un tipo bastante agarrado.Por eso ha debido de cambiar a esta asquerosa mezcla de cítricos que le repugna. Arrugando la nariz disimuladamente, pasa y se sienta frente al desagradable periodista para el que trabaja directamente.
-Usted me dirá, señor Pastor-
-Preparate para salir de inmediato. Aún no sé como lo haces pero tienes un olfato especial. A menudo me pregunto como puedes localizar los objetivos tan rápidamente pero imagino que eso será secreto profesional. ¿No?-
-La curiosidad mató al gato, señor Pastor y aunque su apellido haga referencia a un tipo de perro, yo quiero que usted viva muchos años para seguir firmando mis nóminas.- La fina ironía de Iván no pareció ser del agrado de su jefe que frunció el ceño y mientras le entregaba una carpeta con documetación, le dijo
-Al parecer hoy van a reunirse un grupo de tránsfugas del partido en la oposición con unos representantes del gobierno y sabemos que será en un restaurante de la ciudad pero no nos han soplado en cual Si puedes localizarlos y ocultar una grabadora, la información consegurá el empuje que necesita nuestro periódico para colocarnos en primera posición de ventas. Te confiamos a ti la responsabilidad. Mucha suerte, Iván. confío en ti.-
Iván se levanta agradecido por poder abandonar el despacho donde el cítrico se ha hecho el amo del irrespirable ambiente.
Minutos después ya se encuentra en los tejados con las orejas bien abiertas, escuchando lo que se rumorea por ellos. A través de una ventana abierta ve a una atractiva  gatita persa jugando con el tirador de una persiana y, reprimiendo sus instintos mas primitivos, se encamina con rapidez al restaurante donde parece que va a celebrarse la clandestina reunión. Es uno de sus favoritos. Algo caro quizás para la que está cayendo pero sin duda el mejor tartar de salmón de la ciudad.
Al llegar al restaurante, encuentra una ventana abierta que han debido dejar así para ventilar el comedor, los empleados de la  limpieza y, de un salto, se introduce a través de ella y oculta una pequeña grabadora tras una maceta, donde aprovecha a dejar su huella. Territorio marcado. Misión cumplida.
Esa misma noche, acude como un cliente más a cenar un delicioso plato de marmitako y, antes de irse, finge buscar algo por el suelo y recoge la grabadora.
A la mañana siguiente le entrega a su jefe la grabación de destacados miembros de la política española prevaricando sin tapujos y ciscándose en las promesas electorales de sus respectivos partidos.
Desde el Cesid, el agente secreto más condecorado del cuerpo, recibe el encargo de investigar quien es el periodista que ha conseguido esa exclusiva y cómo lo ha hecho, puesto que las dos puertas de acceso al restaurante estaban custodiadas por agentes de la Policía Nacional de paisano. Falconez, el agente del Cesid, respira hondo y se prepara para ser otra vez él, el que se rompa los cuernos intentando ponerle el cascabel al gato.

martes, 11 de julio de 2017

Aunque sea andando

Llegaré hasta ti y te pediré un beso de esos, que son el primero, el más bonito y el más tierno. Ese beso que aún teniendo tu boca a tiro de labios y tu mirada clavada en la mía, no me atrevo a darte.
Dentro de mis planes estaba el conducir hasta tu casa pero hoy los astros han decidido no alinearse y en el rasca del destino, he conseguido otro "sigue jugando" así que cambiaré de nuevo los planes y volveré a armarme de valor y a reinventarme.Volveré a pelear por lo que deseo con todas mis ganas:  el papelito que me declara apto para llevarte a una playa donde hacer nuestro el mar o a una montaña desde la que contemplar las vistas más hermosas que siempre me evocarán tu figura  y, uno de esos besos que no acostumbras a darme pero que sé que voy a conseguir y a convertirlo en eterno.
Nunca me rindo, me enseñaron a no rendirme y tendrán que convertir las calles de mi ciudad en un campo minado y llenarlas de barricadas para que no consiga mi objetivo. Y tu tendrás que coserte los labios para que no pueda abrirme paso hasta  tu lengua a través de ellos. Y mientras, seguiremos jugando a  este juego en el que parece que lo nuestro no tiene sentido y que es imposible, cuando ambos sabemos que es algo terriblemente real y que justifica todo lo que nos ha llevado a compartir momentos especiales en los que no te cambiaría por nadie y tu no puedes evitar sentirte a gusto y sonreír ante mis ocurrencias.
Podría tratar de engañarme, convenciéndome de que no pasa nada, que habrá más oportunidades y más mujeres pero desde hace poco más de tres años, he decidió decirme siempre la verdad aunque duela y esa verdad no es otra que no quiero a otra mujer y que no pienso tirar la toalla. He perdido una batalla pero no la guerra. Conseguiré ambos permisos, el de conducir y el que me permitirá el acceso a tu corazón sin que suenen alarmas y suelten a los perros guardianes.
Creo que Dios ha descubierto que encuentro un verdadero placer en lo difícil y que estoy dispuesto a luchar lo que haga falta por lo que considero necesario en mi felicidad. El dichoso permiso de conducción es muy necesario para esa autonomía que tanto añoro, desde que mi Vespa se rompió una pata y tuve que dispararle entre los faros para que no sufriera pero no deja de ser una jodida y ridícula fruslería al lado de una noche junto a ti y a escucharte decirme te quiero al despertar por la mañana. Eso es lo que realmente me va a hacer feliz.Eso es ya lo único que realmente le pido a la vida, que me debe mucho, demasiado y ahora va a empezar a pagar de una puta vez.
Se acabo mendigar y suplicar. Estoy puliéndome y volviendo a forjar mi cuerpo roto y mi alma destrozada y el pasado ya no importa. Ahora estoy en proceso de llegar a ser el que quiero ser, que no es otro que el que creo que mereces, o sea, el mejor entre los mejores. No está resultando fácil pero a aquellos que se han obcecado en ponerme zancadillas y en confundir las señales del camino, no puedo hacer otra cosa que agradecérselo porque cada vez que vuelvo a levantarme y a encontrar de nuevo el sendero, soy más fuerte., más rápido y más astuto. Su maldad me hace más bueno y su infamia más noble.
Y no te quepa duda alguna, un día lo entenderás todo y sabrás que solo podrás darme amor.
Todo en esta vida está relacionado. Todo.


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