miércoles, 12 de octubre de 2016

Glamur de sábado noche.

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No es por presumir, pero la verdad es que la cena me ha quedado sinceramente cojonuda. Cómo dicen por ahí, "con buena picha bien se jode" y "la información es poder" y yo ya sabía que es una fanática del marisco y una enamorada del vino blanco y el champagne francés, por lo que tampoco es que me haya comido demasiado la cabeza: percebes, ostras, centollo y como plato estrella unos langostinos a la californiana, bien flambeados,que siempre luce la hostia. Para maridar, como dicen ahora los pijos, un par de botellitas de Moet Chandon brut imperial, de las de casi seis talegos la botella. Vamos, que la cena me ha salido por un ojo de la cara en materia prima. Espero que merezca la pena.
De postre, he sacado una cajita de bombones de Da Silva Gastronomía, los maestros pasteleros que han sido premio nacional de pastelería y que han elaborado una colección de bombones ideales para acompañar los gintonics y demás cubatas a la última. A glamur no me gana nadie. A mi lado la Preisler es una choni poligonera.
Pongo música suavecita y sirvo las copas en el salón, junto a la chimenea. Unos gintonics de Nordest en copa de balón, con mucho hielo y con bayas de enebro y aroma de canela, que dicen que es afrodisiaco, pero para que engañarnos, yo ya voy a tope. Menos mal que previsor de mi, he vaciado el cargador del arma antes de que llegase, sino con lo tremenda que está, en el momento en que me pusiera  una mano encima, iba a ser más rápido que el Usain Bolt, ese
 Umberto Tozzi canta para ella la cursilada más grande que ha parido madre, pero tengo comprobado que los italianos estos las ponen mogollón y por lo que veo, la táctica comienza dar resultado.
Me está metiendo la lengua hasta la campanilla y como siga así, va a conseguir que me salga la cena a presión y le deje el escote lleno de percebes y ostras. Por otro lado ese escote me lo voy a comer, con o sin guarnición. 
El vestido le queda que te desmayas. Negro. Ajustado, con un escote palabra de honor que dan ganas de pasar del honor y de las palabras. Que curvas, madre mía. Tiene un culo absolutamente perfecto.
Hoy se ha recogido el pelo con una de esas cosas que utilizan las mujeres y que lo mismo sirve para recogerse el pelo que para atravesarte el pecho de lado a lado. A mi que está hasta afilado.
Tiene unos ojos preciosos y sí, soy de esos hombres que se fijan en los ojos (son esos dos circulitos de colores que tienen en la cara, encima de las tetas) y puede que lo que más me gusta de ella, además de sus curvas de escándalo, sea su sonrisa. Tiene una sonrisa impresionante.
Como quien no quiere la cosa, dejo resbalar por su espalda la mano con la que hasta hace un momento le acariciaba los hombros. Al llegar a su destino, compruebo la dureza de sus glúteos. Menuda hembra, madre de Dios. Lejos de resistirse a mis caricias, realiza una incursión directa a mi entrepierna y con mucha delicadeza, desabrocha los botones de mis vaqueros e introduce su mano izquierda en mis boxer para comenzar a acariciarme mientras me sigue besando con pasión.
Gracias señor por los dones que recibimos y por tu generosidad. Y por favor, te pido que me concedas templanza y auto contención o esto va a terminar antes de...
En ese momento el sonido del horno micro ondas indicando que la pizza congelada ya está lista, despierta a Ivan del sueño  al que ha sucumbido debido a la borrachera con la que ha llegado a casa. El hambre feroz que siempre le dan los canutos, le ha hecho meter una pizza en el micro ondas y ha cometido el error de sentarse en el sofá  del salón con la sana intención de esperar los ocho minutos de preparación de la cena pero en sus circunstancias, ha sucumbido a Morfeo. Estaba en lo mejor del sueño en el que conseguía tirarse al amor de su vida y, la puta pizza ha tenido que joderle la única oportunidad de disfrutar con ella de una noche de pasión. Al carajo. Si no fuera porque esa pizza es de las de cuatro euros la unidad, la tiraría por la ventana, pero no esta el patio para andar derrochando la pasta  a lo gilipollas.
Iván se levanta a apagar el horno, está a punto de caer al suelo tras resbalar con su propio vómito junto al sofá y por un momento piensa en lo bonito que es soñar y en lo asquerosamente cutre en que se ha convertido su vida.
Lo peor de todo es que la erección no se le baja y que va a tener que hacer algo para solucionar eso pero le han cortado el Internet y ya no tiene datos en el móvil. Igual en la tele puede que encuentre algo. 
El sábado sigue siendo el mejor día de la semana.

domingo, 9 de octubre de 2016

Un monstruo inocente y estúpido



Puede que está canción aún tenga algo de sentido, o puede que no. Da igual.
El eterno nostálgico, supo que no pasaría de aquella noche.
Al perder el que sin lugar a dudas fue, el amor de su vida, enloqueció de dolor y se entregó a la alquimia emocional, tratando de convertir el plomo en oro o lo que es lo mismo, el deseo en amor. Pero todo fue un fracaso detrás de otro.
Al leer a Mary Shelley, decidió que él mismo podría llegar a ser un moderno y romántico Doctor Frankestein y sería capaz de construirse a su mujer ideal, a la compañera perfecta que sustuituyese a aquella que se marchó,rompiéndole una vez más el corazón y dejando su pecho en llamas.
Para ello, tomó lo que le apasionó de cada una de las mujeres con las que no conseguía dejar de soñar, incluso con los ojos abiertos y a la luz del día. 
De una de ellas, tomó la sonrisa, una sonrisa que por justicia, debería ser declarada patrimonio de la humanidad. De otra, a la que jamás perdonó el daño que le hizo, tomó, al fingir amarlo más que a nada, su caída de ojos, su estudiada expresión de cordera degollada. De la más pasional de todas ellas hizo un molde de las caderas. Unas perfectas caderas de bailarina oriental, que ella utilizó con él como moneda de cambio, para dejarle sin crédito en el banco de la auto estima. En la selección de elementos para el diseño de su mujer perfecta, dio un lugar preferente al valor, la picardía  y la fuerza de la amazona, que siendo solo una niña, domó y colocó la silla a su corazón desbocado, convirtiendose en el eterno amor recurrente, que por unas cosas o por otras, jamás terminó de cuajar. Los pechos los dibujó de memoria, idénticos a los de la misma modelo de la que tomo prestada la sonrisa y, el trasero lo moldeó a imagen y semejanza, del de la mujer más noble y sentimental de todas con las que había yacido y con quien por desgracia, no había ya ninguna posibilidad real de volver a hacerlo. Poco a poco, fue llenando las paredes de su casa de tétricos bocetos y macabros  planos y poco a poco fue allanado cementerios y exhumando cadáveres con los que ir dando forma al producto de su locura.
Invirtió su dinero en material quirúrjico, arcones congeladores, distintos compuestos químicos, potentes motores eléctricos, turbinas de avión e hidrógeno líquido.
Estudió al dedillo el temario completo del nivel más avanzado de informática, durante las pocas horas que conseguía arrebatarle al agotamiento de cada día de su macabro proyecto y, elaboró un software para implantar en el cerebro de su criatura. En él, instaló programas de literatura, legislación, artes plásticas y escénicas, defensa personal, arqueología, trabajo social, y ciencias médicas.
Cómo capricho personal instaló también las obras completas de Hernandez, Dario, Lorca, Benedetti y Rosalia de Castro.
Dudó entre teñirle los cabellos de rubio ceniza o de rojo intenso, dos tonos que simbolizaban a dos mujeres muy especiales con las que creyó haber encontrado la felicidad.
Compró lentillas de todos los colores y aunque al modelo original, le concedería la vida con los ojos verdes, cada día los iría cambiando para poder reflejarse en todos los ojos donde una vez se había sentido un hombre completo.
Aquella noche, tras mucho tiempo cincelando a golpe de bisturí a su criatura e hilvanando con el hilo más fino, las costuras, según las indicaciones  de tan funesto patrón definitivo, terminó su obra.
Al igual que Pigmalión, aquel escultor de la antigüedad que se enamoró de su estatua mas hermosa, él sintió como el corazón se le escapaba del pecho al contemplar aquella maravilla.
Era perfecta, la amó en el acto. Era sencillamente lo que cualquier hombre podría soñar.
Conectó los cables a los puntos clave, insertó los electrodos y las conexiones cerebrales, encendió el más potente desfibrilador construido hasta el momento y entonces reparó en algo que le llevó a apoyarse la pistola en la sien: había olvidado implantar el corazón.
En su mente enferma, desde un primer momento dejó de lado aquel órgano, pues por experiencia sabía que nunca encontraría uno como el que él soñaba para su pareja perfecta. Y no es que no existiese; había conocido uno del tamaño perfecto y con la calidad adecuada pero pertenecía a alguien que nunca sería para él, pues había entregado su amor a otro; a la que jamás quitaría la vida y a quien no quisiera ver morir, ni para convertirse al hacerlo en la perfecta donante.
Hasta aquí llegó su sueño y en ese momento, justo antes de apretar el gatillo y volarse la cabeza, recuperó la cordura. La reciente lucidez de sus pensamientos le hicieron verse como un monstruo ambicioso, ingenuo, inocente y estúpido. Es decir, como un hombre completamente  enamorado.

miércoles, 5 de octubre de 2016

El cuarto round

EL cuarto round del combate por el cinturón de campeona del mundo del peso welter,organizado por la WIBA, en el que  las púgiles llegaron al nivel más alto de agresividad registrado en los anales de la historia del boxeo femenino, fue un verdadero éxito de audiencia para el canal HBO. Y no precisamente por lo deportivo.
La aspirante española Ramos, había desafiado a la actual campeona del mundo, la argentina Acuña, quien subió al ring convencida de que el combate no pasaría del primer round.
Las normas internacionales del boxeo profesional femenino, obligaban a las contendientes a pasar una prueba de embarazo para acreditar que al comienzo del primer asalto ninguna de ellas estaba esperando un hijo. También estaban obligadas a utilizar los protectores de pecho y pelvis y a no llevar ningún tipo de cosmético y el cabello recogido en trenzas o en una cola de caballo. Todo esto y el hecho de que no fuese aceptado como deporte olímpico hasta el año 2012, apestaba a prejuicios de género, pero eso convertían los dos minutos que duraba cada asalto en un verdadero combate a muerte donde las boxeadoras lanzaban golpes reivindicando sus derechos como deportistas y como mujeres.
El combate se celebró en el estadio olímpico de Barcelona y miles de personas abarrotaron las localidades, siendo este un combate retransmitido en exclusiva por el canal HBO, a cientos de televisiones de los cinco continentes por lo que se generó una audiencia para el combate de más de doscientos millones de espectadores
El novio de la aspirante Ramos, se instaló en un asiento de la primera fila, frente al cuadrilátero.
Gracias a los contactos de Ramos, se consintió de forma excepcional que su novio, llevase a la perrita de ambos en un trasportin, como si fuese un gato y al colocarlo junto a él en la primera fila, no era consciente de lo que estaba a punto de suceder.
Acuña salió con la intención de demostrar porqué lucia el cinturón de campeona del mundo del peso welter y en el momento en el que el árbitro les permitió comenzar el combate, proporcionó a la aspirante dos derechazos directos a la ceja izquierda que a punto estuvieron de noquear a la española.
La sangre de Ramos salpicó el transportín donde su perrita comenzó a enloquecer al oler la sangre  y al escuchar los jadeos y lamentos de su dueña. Los ladridos y aullidos de la perra, se convirtieron en la banda sonora del combate.
Ramos, repuesta del brutal inicio del primer round y demostrando ser una gran encajadora, llevó a Acuña contra las cuerdas con una serie de ganchos a la mandíbula, alternados con demoledores directos al costado de la argentina.
Al sonar la campana del segundo asalto y retirarse cada una a sus esquina, donde recibieron la asistencia de sus respectivos equipos, el entrenador de la española estuvo a punto de tirar la toalla al ver el estado de la ceja y el párpado de Ramos, pero ella se lo impidió y el médico de la federación autorizó que volviera al ring. 
El tercer asalto fue un durísimo intercambio de golpes que evidenció la excelente preparación de ambas boxeadoras. 
El modelo ataviado de bombero, que paseó por el ring el cartel que anunciaba el cuarto asalto, mientras se iba despojando del uniforme, recibió los aplausos enguantados de las contrincantes, el aplauso y las ovaciones del público y un comentario algo subido de tono sobre el tamaño de su manguera, que profirió armado con un megáfono, el masajista del equipo argentino, para diversión del público asistente y de los millones de espectadores que lo escucharon en sus casas a través de las pantallas.
Los crochets, jabs y uppercouts intercambiados con avaricia por las púgiles desde el primer segundo del cuarto asalto, llevaron a a la histeria a los seguidores de una y otra combatiente y el estadio parecía una auténtica casa de locos. El novio de Ramos cometió la imprudencia de sacar a la perrita del transportin, para intentar tranquilizarla estrechándola entre sus brazos; pero la perra se zafó de él y antes de que pudiese levantarse del asiento, el joven vio horrorizado como el animal subía al ring a defender a su dueña del ataque de aquel monstruo con trenzas que la golpeaba una y otra vez.
Las cámaras de la HBO retransmitieron al mundo entero como la perra saltó sobre Acuña y se enganchó primero de sus trenzas y al salir despedida por las sacudidas de cabeza de la argentina, volvió a lanzarse sobre ella con arrojo, cerrando sus mandíbulas sobre el lóbulo de la oreja izquierda de la boxeadora rioplatense.
Ramos trataba de que la perra soltase a su presa pero el animalito, convencido de estar defendiendo la vida de sus dueña, ignoró los gritos y las órdenes de la vallisoletana y tras desgarrar el lóbulo de Acuña, volvió a hacer presa con sus poderosas mandíbulas, esta vez en la nalga derecha de la campeona del mundo del peso Welter.
El árbitro se acercó sigiloso a las protagonistas de la circense escena y antes de que la perra pudiese darse cuenta, la levantó la patita derecha y por el micrófono, anunció a la nueva campeona del mundo y flamante poseedora del cinturón, perdón, del collar, de su categoría.


martes, 4 de octubre de 2016

La gran mentira

Consiguieron convencerme de que mi nación, mi raza, había sido elegida para gobernar al resto  y para traer el equilibrio y la paz a un mundo decandente y corrompido por la ponzoña judía.
Con dieciséis años, abandoné las juventudes hitlerianas para pasar a engrosar las filas de las SS y tras menos de un mes de instrucción militar, me trasladaron a un campo de prisioneros en las inmediaciones de Varsovia, en Polonia. Treblinka se llamaba el que para mi, se convirtió en la antesala del infierno o mejor dicho, en el infierno en la tierra.
La esperanza de vida para un judío en Treblinka era de una hora y media y en el año y poco que estuve destinado  allí, se ejecutaron  más de setecientos mil prisioneros judíos. Aquello formaba parte de la operación Reinhard o como se nos presentó en su momento al pueblo alemán: la solución final para el problema judio.
Mi trabajo en Treblinka consistia en descargar junto a los voluntarios ucranianos, los vagones cargados con miles de prisioneros judíos que vomitaban los trenes que llegaban a la estación del campo cada pocas horas.
Lo peor de todo era el olor nauseabundo que podía respirarse a más de diez kilómetros del campo.
Las cámaras de gas, a pleno rendimiento no eran lo peor. Lo pero eran los hornos instalados en un pabellón levantado tras el de las cámaras, donde no se daba a basto a quemar la cantidad de cadáveres que terminaban descomponiéndose al ser apilados de cualquier forma junto a la puerta de los hornos o arrojados sin quemar a las fosas excavadas por todas partes.
Los gases y vapores de los cuerpos en descomposición, el humo de los hornos y el apestoso tufo que ya de por si te llegaba a marear, al abrir las puertas de los vagones y hacer bajar a los judíos para que acudieran a despojarse de ropa y pertenencias en un edificio junto a la estación, convirtió la zona en el lugar más irrespirable del universo.
Himmler no debió de tener en cuenta el tema de los olores y, aunque recibimos órdenes de cubrir con vegetación las fosas, para que los aviones enemigos no se percatasen del verdadero fin de aquel supuesto campo de prisioneros, todos, incluso los pasajeros de los trenes de la muerte, intuían la verdad al ir acercándose al campo.
He visto cosas horribles. He visto arder los embriones al reventar el vientre de sus madres en llamas. He visto a mujeres abrir las venas a sus propios hijos para quitarse la vida ellas mismas después.
Ahora sé en lo que puede convertirse una mentira cuando se alimenta con aplausos y desfiles de banderas del horror. Ahora no puedo negar la existencia del diablo. Sirvo a sus órdenes.
El barracón de la tropa era uno de los lugares más tristes del campo pues muchos jóvenes como yo, engañados por los discursos y las promesas de los oficiales, descubrieron que formaban parte de la maquinaria de la maldad y algunos al no poder soportarlo, también se quitaron la vida.
Hoy es mi quinto día en Estalingrado. Los soviéticos atacarán de nuevo en cuestión de minutos y tengo la impresión de que no volveré a ver la luz del sol. Aquí también se respira muerte pero el olor de la pólvora y la sangre de los heridos es más llevadero que el insoportable hedor de Treblinka.
Me quedan dos cargadores para la STG y una granada de mano. Lo cierto es que lo mejor que podría pasarme es recibir un balazo certero, que me mate en un segundo. no quiero vivir con los recuerdos. No puedo vivir con ellos y con el remordimiento. No consigo borrar de mi cabeza los rostros de los niños que se aferraban llorando a las manos sin vida de sus madres. Te quiero mamá, espero que algún día puedas perdonarme. Espero que Dios pueda hacerlo.

lunes, 3 de octubre de 2016

De automóviles y vacas.



Al llegar al límite de sus tierras, Álvaro se remangó la camisa, puso el tractor en punto muerto y bajó de un salto para comprobar de un rápido vistazo que los surcos le habían salido tan rectos como siempre.
No había terminado su dura jornada aún. Bebió un largo trago de la bota para refrescar la garganta pues hacía un calor excesivo para esa época del año y fumó un cigarrillo rubio, sin filtro, como siempre le habían gustado.
Álvaro empezó a fumar en la Universidad, donde sacó sin dificultad la ingeniería agrícola. Desde que compró con sus ahorros y la ayuda de su familia, la primera finca de cuarenta hectáreas de regadío, decidió espaciar los cigarrillos diarios y fumarlos únicamente como recompensa.
Recompensa…el verdadero significado de esa palabra, lo aprendió en el instituto, gracias a su querida profesora, Mónica, quien le enseñó otras muchas cosas que le acompañarían el resto de su vida, como la constancia, la motivación, el valor del trabajo duro y el creer en sus habilidades y en sus posibilidades.
Mónica le recompensaba tras las clases con charlas distendidas y haciéndole notar que más allá de su vocación por la enseñanza, empatizaba completamente con su forma de ser, lo que le hacía sentir bien y desear no defraudarla nunca.
Fue aprobando los cursos poniendo en práctica todo lo que ella le enseñó y cuando llegó a la facultad, había desarrollado un habito de trabajo, que le ayudó a conseguir la titulación con las mejores notas de su clase y que luego trasladó a su labor en las tierras y con las vacas, su verdadera pasión.
El dinero que obtuvo con las primeras cosechas lo reinvirtió en una explotación ganadera donde se hizo con más de dos docenas de vacas sayaguesas que un zamorano con excelente intuición, había conseguido criar en la Cantabria natal de Álvaro.
Su jornada laboral comenzaba trabajando las tierras cada mañana y continuaba dedicando las tardes a las vacas.
Poco a poco fue contratando un equipo de profesionales para que le ayudasen en ambas tareas, pues él no podía con todo, pero jamás abandonó el trabajo duro y lo único que le diferenciaba de sus trabajadores, era el impresionante todo terreno que se había concedido como recompensa por los primeros quince años de esfuerzo diario.
Aquel coche no fue exactamente un capricho. Era el vehículo perfecto para trasladarse entre sus fincas y la vaquería.
Desde muy joven le habían gustado los automóviles, pero a diferencia de algunos vecinos con suerte, que gastaban sus ganancias en espectaculares deportivos de más de trescientos caballos de potencia, para pavonearse por la comarca, él utilizó la cabeza y se compró un vehículo exclusivo, pero acorde a sus necesidades.
Muchas noches, al terminar la jornada, se sentaba a fumar un último cigarrillo acariciando a los animales y escuchando la música del formidable equipo de sonido que hizo instalar en el coche. En esos momentos, recordaba su adolescencia junto a aquella profesora que le enseñó la importancia de terminar las tareas y superar los obstáculos con esfuerzo y dedicación. Su recuerdo le acompañaría el resto de sus días.

sábado, 1 de octubre de 2016

Más allá de las olas


Tras quitármela muy despacio, doblo bien la camisa y la coloco sobre los pantalones, que para evitar que se llenen de molesta e incómoda arena, he depositado con pulcritud sobre las zapatillas de deporte, con los calcetines dentro.
Sé que no tiene sentido hacer esto ya, pero soy un tipo de costumbres y cuando tu y yo veníamos a la playa, este ritual formaba parte del placer estival de disfrutar de un día en nuestra cala.
Al despojarme de la ropa interior, recuerdo nuestro último baño juntos en este mismo lugar el verano pasado y como terminó aquel chapuzón. No puedo evitar la erección, al traer a mi mente lo hermoso de tu cuerpo, tus formas perfectas, tus pezones con sabor a salitre y  crema bronceadora y aquel sensacional y demasiado lejano ya, último polvo.
Comienzo a caminar con paso firme y me adentro en el mar, en tu busca. La playa está vacía, seguramente por la temperatura del agua de este día de octubre, alejado ya de la temporada de vacaciones. Además hicimos nuestra esta cala, precisamente por lo íntimo de su ambiente. Para llegar hasta ella había que bajar más de mil metros de agreste monte, donde no hay camino de ningún tipo, más allá del que improvisamos nosotros mismos al descender.
El agua ya me cubre los hombros y la fuerte corriente del cantábrico trata de devolverme a la orilla pero eso sería alejarme de ti y no voy a consentir que nada ni nadie, vuelva a hacerlo. En cuestión de minutos habré dejado esta carcasa humana que recubre y protege mi corazón de las inclemencias del tiempo y de cualquier agresión física. Pero mi corazón murió el día que tuviste que seguir camino sin mi y al derrapar en la curva, estrellaste tu coche contra aquel muro de cemento.
Estoy llegando, amor. No te preocupes, lo he dejado todo bien arreglado. El piso y el coche pasarán a ser propiedad de tu hermana y el dinero del banco y el que pague el seguro tras mi defunción, lo heredará mi padre, para que ayude a hacer más llevadera su viudedad. El gato ya tiene un nuevo hogar, se lo he dejado a Eloisa, ella lo cuidará bien.
Mis pulmones comienzan a inundarse con litros de agua del sabor de tus últimos besos, lo que me lleva a sonreirle a la muerte. Habrá muchos que no entiendan ni compartan mi decisión. Pero me da igual, te amo y para mi, esto ya no es vida. La única vida que quiero es la que pueda disfrutar junto a ti, aunque sea en el más allá. La verdadera muerte es amanecer sin tu sonrisa y quedarme dormido sin tus caricias y no quiero seguir muriendo a diario. Mejor terminar con esto hoy y renacer junto a ti.

jueves, 29 de septiembre de 2016

Kyrie eleison

Cuando la doctora Zuriñe Iturriarte se instaló en la que creía una apacible casa de turismo rural de Burgos, no supo la que se le venía encima.
Zuriñe es arqueóloga pero vivir aventuras en Egipto o en Grecia, era algo a lo que solo tienen acceso los nobles británicos de siglo XIX y más alla de sus sueños e ilusiones, Zuriñe terminó dando clases de historia en un instituto de secundaria. Por eso esta aventura que le reservaba el destino, era más una compensación por sus horas de lectura, entregada a los descubrimientos de sarcófagos y ciudades milenarias reflejados en los libros que tanto le gustan.
La casa de alquiler completo en fin de semana, la encontró por Internet. Necesitaba desconectar de sus clases y relajarse un poco pero no demasiado lejos de su lugar de residencia, por lo que metió en el coche una pequeña bolsa de viaje, media docena de libros y a su perrita Olma y en menos de hora y media de viaje llegó a su destino.
El día se había estropeado un poco y las nubes comenzaron a cubrir el cielo castellano. La casa, de piedra y adobe, tenía pinta de llevar allí toda la vida. Por dentro era otra cosa. Wifi, cocina completa con todo tipo de electrodomésticos de última generación, pantalla gigante y extra plana en el salón, donde ver canales de pago, ducha con hidro masaje...no faltaba ninguna comodidad de esas que consiguieron elevar el precio de alquiler por la casa a los quinientos euros el fin de semana pero Zuriñe no sabía aún, hasta que punto sería el dinero mejor empleado de su vida.
Olma, la perrita,juguetona y alegre, investigó por su cuenta el nuevo territorio y persiguió a cuanto ser vivo encontró en su recorrido de inspección, buscando únicamente compañeros de juego.
Zuriñe cerró el libro en cuya lectura se había enfrascado perdiendo la noción del tiempo en el cómodo balancín del porche y  se abrió un botellín de cerveza, que había metido en el congelador al llegar y que ya había cambiado el estado del néctar que contenía, de líquido a practicamente solido.
La cerveza helada le supo a gloria bendita y tras comer algo y compartir la cena con Olma, decidió acostarse y madrugar al día siguiente para pasear por el campo y hacer algunas fotos del paisaje castellano.
Los ladridos de Olma la despertaron de madrugada. Zuriñe se asustó un poco, pues Olma no acostumbraba a ladrar porque sí y además los ladridos venían del sótano de la casa. Se puso unos vaqueros, una camiseta y las zapatillas de deporte y por precaución, cogió una linterna y el teléfono móvil, por si había entrado algún animal peligroso en la casa, del estilo de víboras o ratas y tenía que pedir ayuda.
Al llegar al sótano, encontró a Olma muy nerviosa, arañando frenéticamente la pared del fondo de la estancia, practicamente oculta tras estanterías repletas de herramientas.
-Olma, ya, ¿Qué has visto, Olma?- 
Olma gruñó desafiante, cosa que hizo que Zuriñe,se agachase para alumbrar con su linterna el lugar donde Olma estaba arañando y lo que descubrió casi le hizo perder el conocimiento de la impresión. Una calavera. Olma había encontrado una parte del viejo muro que se estaba viniendo abajo por el paso del tiempo y al arañar durante horas, había abierto un pequeño agujero donde al alumbrar con la linterna, Zuriñe descubrió lo que sin duda era un cráneo humano, cubierto de polvo y telarañas.
Zuriñe buscó un pico o una maza entre las herramientas de las estanterías y encontró un enorme martillo de los que se utilizan para allanar caminos.
Apartando a Olma, se lió a darle golpes al lugar del agujero y en menos de diez minutos, abrió un boquete del tamaño justo para poder pasar de rodillas a la estancia contigua, donde grabó rápidamente su descubrimeinto con la cámara de su teléfono móvil de última generación.
Aquello debía de ser el refectorio o la biblioteca de una antigua abadía, una iglesia o una ermita benedictina de las que en esa zona habían proliferado siglos atrás. La calavera pertenecía al esqueleto completo del que debió ser el monje encargado de la protección de los secretos ocultos en suelo sagrado. Casi un centenar de libros que no se atrevió a tocar para no dañar el papel, que se convertiría en polvo al menor contacto, se apilaban en las estanterías de la sala.
Sobre una mesa, había unas grandes hojas que al iluminarlas, rápidamente le confirmaron sus primeras sospechas, al comprobar con una rápida lectura, que eran partituras musicales primitivas, donde se señalaban neumas y melismas, que marcaban los golpes de voz en el canto melismático. Esas partituras contenían un Kyrie eleison, común en el gregoriano benedictino de la zona.
Aquel hallazgo casual, sin duda marcaría un antes y un después en la vida de la Doctora Iturriarte.
Antes de abandonar aquel lugar para llamar a un compañero de estudios que sabía que trabajaba para la Fundación Siglo, de la Junta de Castilla y León , consiguió convencer a Olma para que abandonase sin excesivos remilgos el fémur derecho del esqueleto, que había convertido en su justo pago por el descubrimiento.
La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida.

martes, 27 de septiembre de 2016

El más simpático de su pandilla.

Aflojándose el nudo de la corbata para poder tragar mejor, pidió otro escocés con hielo, que también apuró de un trago, como los tres anteriores.
Marcos echó un vistazo rápido a su alrededor y tras cerciorarse de que ella no lo había seguido hasta allí, reparó en su imagen reflejada en el gran espejo tras la barra del bar. Había adelgazado mucho, siempre había sido un tipo delgado pero las últimas experiencias vividas, le habían devorado la poca carne que tenía. La gomina que hacía que su negro cabello, se mantuviese tirante hacía atrás en su cabeza, le daba cierto brillo plateado a su cuero cabelludo. El traje negro de corte italiano, aportaba algo de elegancia a su desgarbada figura. Su más de metro noventa, de huesos recubiertos por cicatrices y tatuajes tribales a lo largo de gran parte de su piel morena, llamaba poderosamente la atención de la camarera del bar de la estación de ferrocarril, donde apenas había media docena de clientes que le prestaban toda la atención a la pantalla gigante donde se retransmitía en directo el partido de cuartos de final del Roland Garrós, que enfrentaba a Nadal contra Yokovich. El manacorí de enorme sonrisa, estaba ganando cómodamente al jugador serbio que parecía tomarse más interés en salir bien en plano que en devolver las bolas.
Marcos se dio cuenta de que la pernera izquierda de su pantalón, dejaba al descubierto parte de la empuñadura del cuchillo que ocultaba dentro de la bota de piel.
¡Qué tiempos aquellos en los que se podía fumar en todas partes! Por un momento dudó entre otro lingotazo o salir a fumar un pitillo. Optó por otro whisky de malta y aprovechando una fugaz visita al cuarto de baño, fumó media docena de caladas de un Marlboro light que extrajo del bolsillo interior de su chaqueta. Antes de volver a la barra, recompuso su atuendo y ocultó la blanca empuñadura de marfil que delataba el cuchillo que llevaba en su bota izquierda.
Estaba casi seguro de que la había matado. Apenas tuvo tiempo para informarse de los horarios del AVE a Madrid, ponerse el primer traje que encontró en el armario y coger documentación y algo de efectivo, antes de abandonar su casa tras haberla apuñalado.
No estaba seguro de haberlo hecho en un arrebato, comenzaba a sospechar que de alguna manera había sido algo premeditado. Por un lado el llevar el arma encima, él, que era un honrado y pacífico director de hotel y por otro haberla llevado hasta el extremo de perder los nervios y soltar el primer golpe cosa esta que sabía no le costaría lo más mínimo, dado su violento y agresivo carácter) reforzaban la teoría de la ´premeditación. La odiaba. No quería verla más pero lo que si que era cierto es que al provocarla no buscaba aquello, sino que desapareciese de su vida de una vez por todas. Ya le había jodido bastante, ya le había arruinado la vida lo suficiente cómo para además destrozarle el futuro con una condena por asesinato.
Ella era lo que comúnmente se entiende por una "mala pécora" y no era solamente su opinión, su entorno social y familiar le daba la razón al conocer la verdadera  forma de ser, de aquella morenita con rostro y comportamiento de mosquita muerta, cuando realmente era lo más parecido a un demonio babilónico.
Mientras le atravesaba el pecho con el cuchillo, buscando el corazón, sonrió al pensar que seguramente no tuviese nada allí y aquella mujer únicamente respirase y viviese, por algún tipo de magia negra. Había sido completamente cruel con él.Le había minado la auto estima, le había arrebatado su hombría y su orgullo, convirtiéndolo en una suerte de muñeco de trapo que existía solamente para satisfacer sus caprichos, sus deseos y sus necesidades y antojos. Al principio llego a convencerlo de que se había enamorado de él y de que lo que sentía era amor verdadero. Lo hizo muy bien. Consiguió disimular su verdadera naturaleza hasta que él, inocente y enamoradizo corderito, comenzó a quererla. Después, cuando ya lo tenía agarrado por los huevos, descubrió sus cartas.
Marcos había soportado lo indecible y se había encerrado a llorar a escondidas en el sótano de su casa, maldiciendo el amor y su mala fortuna con las mujeres, hasta que llegó un día en el que decidió que cualquier cosa, incluso la muerte o una cadena perpetua en la prisión más siniestra, merecerían la pena con tal de no volver a verla. No quería verla más.
Al terminar el partido de tenis, la camarera hizo zaping y se detuvo a petición de uno de los clientes, en el informativo nacional de la cadena pública. Un gran titular anunciaba la muerte por heridas de arma blanca a manos de su pareja, de otra víctima de la violencia de género, esta vez en Valladolid. Su novio, el presunto asesino, se había dado a la fuga y se encontraba en búsqueda y captura.
Al ver la foto en pantalla del presunto asesino, la camarera se dio la vuelta sobresaltada, justo para presenciar como el hombre de ojos tristes que se había bebido unos cuantos whiskis de a cojón de mico la botella, sacaba un cuchillo de su bota y derramando una única pero inmensa lágrima, se lo hundió muy despacito en el pecho, a la altura del corazón, cayendo desplomado en el acto sobre la barra. Al parecer su corazón no aguantó más puñaladas, al igual que su piel, estaba plagado de cicatrices, de las que le dejaron las mujeres a las que había amado a lo largo de su vida. Al hacerle la autopsía, el forense certificó que las cicatrices por todo su cuerpo se debía a una conducta auto lesiva, típica de los maniacos depresivos.
Marcos en su juventud había sido una persona alegre. El más simpático de la pandilla, hasta que sufrió su primer desengaño amoroso, del que jamás llegó a recuperarse.

lunes, 26 de septiembre de 2016

¿Qué nos hace grandes?

"Tal vez cuando todo amaine, la suerte nos vuelva a mecer".
Una vez que ha pasado el temporal, llega el momento de hacer recuento de perdidas, daños y desperfectos y de ponerse una camiseta vieja, vaqueros rotos, guantes de trabajo y botas. Toca trabajar y tratar de que todo quede lo mejor posible. Todo pasa por que tiene que pasar y en vez de lamentarse por el enorme boquete en la pared del salón, habrá que sudar y tener mucha maña para convertirlo en una nueva ventana, desde donde permitir el paso de la luz del sol y disfrutar de las vistas.
Hay dos opciones: quedarte escondidito en una esquina, llorando por tu mala fortuna, o aprender del enorme desafío de las fuerzas de la naturaleza y enfrentarte a los vientos racheados, que al fin comienzan a debilitarse, sabedor de que el temporal ha comenzado a apaciguarse y yo no eres un ser minúsculo al que el huracán puede arrojar contra los acantilados, sino alguien lo suficientemente fuerte como para agarrarte con ganas a los asideros existenciales y afianzarte en tu posición y tu espacio.
Tal vez lo que te hace grande es precisamente ese conocimiento de tu poder, tus habilidades y tus posibilidades. Y no es una cuestión de ego ni de orgullo, es solo la natural rebelión ante la injusticia y ante la bota del opresor, que pretende que no te levantes del suelo y que seas siempre pequeñito, para poder exprimirte y pisotearte a su antojo.
El miedo a que te arrastre una corriente o a que el ojo del huracán te mire fijamente, siempre estará ahí pero hay que plantarle cara, crear un necesario lastre de éxitos y victorias, suficiente para que no puedan moverte y mantenerle la mirada del huracán, aunque dé miedo.
El valor es algo tan relativo como la cobardía. Dice una canción que el valiente ha sido valiente, hasta que el cobarde ha querido. En nosotros está y solo en nosotros, la posibilidad de cambiar el chip y de levantar la cabeza y devolver los golpes.
Esto comienza a parecer un jodido texto de autoayuda, de esos que se han puesto tan de moda,pero os aseguro que no es mi intención. Tan solo me siento y escribo, vaciando lo que llevo dentro y hoy, por lo que sea, esto es lo que tengo que contar. Puede que al fin haya llegado el momento de comenzar a valorarme a mi mismo, incluso creo que me gusto un poco y que me pongo ojitos y me digo cosas bonitas al oído. Ya era hora.
Una de mis frases favoritas es: No me de consejos gracias, se equivocarme solo.
No seré yo el que cometa la osadía de decirle a la gente lo que tiene que hacer, ni como hacerlo. Simplemente a aquellos que alguna vez tienen miedo y se sienten pequeñitos, les digo que en esta especie nuestra, no hay gigantes (los jugadores de basket no cuentan) y que todos, absolutamente todos, llevamos dentro una cantimplora con poción de Panoramix, que al beberla de un trago, nos convierte en irreductibles galos.
Me he pasado media vida soportando la ocupación romana pero creo que hasta aquí hemos llegado. Me voy a comer un par de jabalíes, poco hechos y con reducción de módena, entrego media docena de menhires serigrafiados con poemas en rima asonante y, me acerco por el campamento romano más cercano para que Gatetix se afile las uñas en la empalizada mientras le explico a su centurión,porqué sobra su presencia allí y porqué se les ha terminando el mamoneo.
La vida no es fácil y a veces es muy dura, pero esto es parte del trato. El que quiera eterna tranquilidad y ausencia total de problemas, que le pida un visado a Yupi para instalarse en sus mundos.

viernes, 23 de septiembre de 2016

Espero que sea un hasta luego. V ¿ES?


Hace ya muchos años que llegó a mi familia un cachorrito de Labrador y se instaló en casa de mi hermana y su marido, su nuevo y verdadero hogar.
Con el paso del tiempo, la familia creció y primero llegó un cachorrrito humano. Para cerrar el cupo un año después,vino otra cachorrita que tiene tanto de humano como de juguetona e inteligente felina. El perro es su hermano mayor y los ha acompañado en el crecimiento, en los juegos, incluso los llevaba al colegio y nunca faltó a recogerlos a la salida.
Mi primer panegírico para un perro, lo escribí, viviendo en Italia, al saber que había muerto Foxi, el Terrier de mi amigo Paddy. Desde entonces y para mi desgracia, he acompañado con mis palabras la partida de unos cuantos animales más.
Aquellos que jamás han convivido con un animal en casa, no sabe hasta que punto forman parte de la familia, ni hasta que punto,sienten y padecen contigo, lloran contigo y se alegran contigo.
Los animales que nos acompañan se convierten en los mejores amigos y su empatia es increíble.
Es por todos conocida mi simpatía hacia diferentes especies animales y mi ocasional desprecio ante conductas aberrantes de la mía propia, que por no se qué motivo se ha erigido en la especie superior. Imagino que por ser la más ducha en exterminar a otras especies.
Este Labrador del que os hablo, está en fase terminal y mi hermana y los suyos, han decidido que no quieren que sufra lo más mínimo. Ese mal con nombre de cangrejo que se alimenta de los seres vivos, se ha cebado con él, extendiéndose por su interior y devorando diversos órganos vitales. Alea jacta est, la suerte está echada y por fortuna, la eutanasia animal aún no se considera un delito y la medicina permitirá que abandone este mundo con el mejor de los recuerdos, y con aquellos que lo aman junto a él en su último aliento, per sé que el día que se vaya lo hará sin dar un ruido y que ni mi hermaa ni su marido le aplcarán la inyección letal a no se que lo vean sufrir y quieran evitarle una dolorosa agonia.
No voy a entrar por extensión en demagogícos argumentos de corrientes extremistas que hacen del sufrimiento animal su bandera de guerra pero que del mismo modo que son capaces de enfrentarse a garrotazos con el público de una corrida de toros, luego se untan de paté de hígado de oca, todas las tostadas de la cena.
Soy omnívoro, como de todo y de alguna manera colaboro a sufragar mataderos y salas de despiece pero siempre respeto a los animales  que no me como.
Como dijo aquél, cuanto más conozco a los hombres, más quiero a mi perro y para mi desgracia he conocido a demasiados depredadores antropomórficos, a demasiadas perras, demasiados lobos y demasiados tiburones.
El mundo de las metáforas es así de curioso, se puede ser inocente como un corderito y más puta que las gallinas; fuerte como un oso, valiente como un león y traidor como una víbora.
Me encantaría saber como nos llaman ellos a nosotros.
No voy a convertir esto en un discurso absurdo. Estas letras son para despedirme de un amigo noble, bueno y leal, al que se le está vaciando la arena en su clepsidra.
Siempre te recordaremos, te has ganado un hueco en nuestros corazones. Aún estás aquí y sé que tus últimos días estarán al menos, llenos de cariño, de caricias y de besos. A mi me parece un planazo. No todos podrían decir lo mismo de sus últimos días. Eso hay que ganárselo y te los has ganado.
Buen viaje, Sinva ( abreviatura de "sin vacaciones", no nombre de monarca leonino.)volveremos a vernos, pero aún no.