martes, 30 de abril de 2013

Tendencias.

Pues al final lo conseguiste.
Ya no recuerdo a que sabían tus lágrimas, ni se me encoje el corazón al imaginarte llorando.
Como mucho, se me llena de moscas, verdes y negras, todas molestas y golosas.
Te has acercado a la barra con tu amiguito y no os decidíais por nada en especial, pero ya me ocupo yo de serviros un combinado de moda: " fabuloso desdén".
Pensé que ese cocktail se me resistiría más tiempo y que seguiría preparando para siempre mi combinado estrella: " Coconaut miserias".
Pero que va.
De repente esta mañana me he levantado y me he dado cuenta de lo terriblemente autosuficiente que me he vuelto.
Ya no necesito vivir con mis penas, me apaño solo.
Bueno...solo no.
Me sirve su presencia, como dijo Benedetti.
Me da fuerza y me calma, sustituye lo enfermo, regenera la carne podrida de ese músculo atrofiado que bombea sangre y fabrica ilusiones.
Me han curado sus besos, porque saben a verdad y los labios y los ojos besan al mismo tiempo.
Ahora, aunque estoy cansado de esta larga batalla me despierto saciado y convencido de que el luto ha terminado.
Me despojo de los negros ropajes que han marcado tendencias durante estos últimos años y me visto con todos los colores de una vida que se presenta plagada de oportunidades y de éxitos.
Me acabo de dar el alta.
Hoy llueve en todas partes menos dentro de mi, así que me enciendo un pitillo que huele a victoria, sonrío y vuelvo a vivir.







viernes, 26 de abril de 2013

Yo y mis yos y mi querida Eva Moreno.

Luna llena

Esta noche vuelves a llamar a mi ventana, vestida de cráteres y chatarra espacial, aunque yo te prefiero con tu corsé de femeninos embustes.
Esta noche, suspendida de un hilo en ese firmamento sin rubricar, volverás a decirme que tuviste que marcharte por el bien de ambos.
Y yo me lo creeré todo y te dejaré entrar en mi alcoba.
Esta noche estarás muy llena de mi, pero muy vacía de todas las promesas que te hice desde el principio de los tiempos.
Mira a ver...igual no te compensa.
De todas maneras te voy cogiendo el aire.
Antes de que me despierte ya te habrás marchado, dejándome el bidé encharcado de poemas de otros y de espuma de jabón selenita.
Me da igual...todas os termináis yendo.
La culpa es mía  por creer que me merezco ese brillo tan tuyo, esa fuerza irresistible que enajena y que cambia incluso el devenir de las mareas.
Hoy los lobos aullaran afinados en re menor y será bien chulo escucharlos abrazado a ti.
Hoy los niño se taparan el rostro con las sábanas y romperán a llorar a eso de la medianoche, justo cuando se desperezan los monstruos del armario, mis viejos amigos.
Aún así y todo, me he duchado, me he perfumado y me he cortado las uñas de los pies.
Aún así y todo te anhelo y te deseo casi tanto, como anhelo y deseo que me dejes escapar de ti.
Luna llena, luna perfectamente esférica y arrebatadoramente hermosa.
Bésame despacito, que me sangran los labios con el roce de tus montes.



viernes, 19 de abril de 2013

Malabrigo

Este es uno de los relatos que he escrito para una cata que hicimos anoche, maridando vino de las bodegas Cepa21 de la Ribera del Duero, con tapas de autor de Alberto soto, chef del Restaurante Cepa21 y con tres textos mios, escritos para la ocasión.
Con el tinto"Malabrigo", un vino de alta gama, buque insignia de la bodega, me salió esto.
El nombre del vino ya de por si, se presta a la literatura.



Malabrigo.

El potro pinto, extenuado por la galopada y picado en el abdomen por los espuelazos de Malabrigo terminó derrumbándose junto a una loma, en las afueras de Castrillo, desmontando en la caída a su jinete.
El bandolero no le culpa, aquel caballo acaba de salvarle la vida.
Si el escuadrón de dragones franceses llega a atraparle, hubiera corrido la misma suerte que el resto de su partida.
“Patillas”, “Saltacharcos”, “Curita” y “Mataviejos” ya no volverán a calentarse junto al fuego en las frías noches de niebla y guerrilla.
No volverán a compartir la bota, entre juramentos, blasfemias, risas y maldiciones.
Los gabachos se han llevado por delante a muchos mozos de los pueblos vecinos, algunos, como él, decidieron echarse al monte y jugar los naipes que les repartieron de la mejor manera que entendieron, a navajazo limpio, buscando el hueco entre las trabillas de las corazas francesas, hundiendo junto a la hoja mellada de la navaja, la rabia de un pueblo hastiado de invasores.
El piafado del caballo moribundo le devuelve a la realidad, alejándole del recuerdo de los compañeros caídos.
Tiene que buscar refugio pronto, la noche cae, y los dragones continuaran batiendo la zona al menos un par de días más.
Con delicadeza, libera al animal de la silla y rápidamente realiza un inventario de víveres y armamento.
Medio queso de oveja, unas salchichas, algo de pan duro, dos roscas de anís, cuatro cargas de trabuco, su navaja de seis muelles y algo más de tres cuartos de la bota de tinto.
Es un buen vino, de la zona.
Criado a golpe de frió y lluvia, de sudor campesino, de corazón español y sol de primavera.
Madurado entre barricas, poderoso y espeso.
Inclina la cabeza hacia atrás y deja que el chorro le refresque la polvorienta garganta.
Traga despacio, saboreando.
-Jodios franceses…la que os voy a dar en cuanto reúna otra partida-piensa para si.
Juro por mis muertos que hasta que no estéis todos de vuelta al otro lado de los pirineos, o bajo dos palmos de tierra española no voy a dejar que durmáis una noche tranquilos-
No quiere gastar un disparo con el pobre pinto, además los franceses podrían escuchar la detonación, así que abre la navaja y se tumba junto a la cabeza del fiel caballo, que parece conocer la suerte que le aguarda y agoniza resignado.
El bandolero, le acaricia las crines con la poca dulzura que reservan sus ásperas manos curtidas durante años de vendimias y  manchadas con la sangre de docenas de hombres.
Desliza con suavidad y precisión cirujana la hoja de lado a lado de la garganta del animal, con un tajo rápido y misericorde.
El bicho deja de sufrir, a él se le cae la última lágrima que le quedaba, la que reservaba para el día en el que España se librara de extranjeros, la que le iba a regalar a su novia al volver al pueblo.
Se amorra al caño de la bota y deja pasar una buena medida de tinto.
Carga la silla de montar, la manta y los enseres y se pierde por las laderas del monte, en busca de cobijo.
Mañana será otro día.


lunes, 8 de abril de 2013

LLuvia de abril

El cielo está completamente cubierto de metáforas de lo más ocurrentes, es normal, es primavera.
En esta estación se me ocurren mil ciento treinta y tres maneras distintas de hablar de tus ojos, tus labios, tus pechos, mi cuenta corriente, lo corriente de lo que acostumbran a contarme y la luna.
Lunera.
Va a comenzar a llover.
A ver si en esta ocasión tengo más suerte porque la última vez que la lluvia me atrapó en la calle, llovieron imperdibles oxidados y me puse la piel fina de picotazos y bacterias.
Me muero por que salga el sol de una vez por todas y por que se quede a pasar conmigo unos meses, unas semanas, unos días o unas horas.
Si el brilla, tu también.
Y yo.
Si el luce y no se esconde yo reverbero y tu sonríes y los lobos se retiran a lo profundo del bosque.
Que ya está bien.
Que voy persiguiendo inútilmente ese poquito de luz que se esfuerza por asomar entre tanto nubarrón.
La felicidad termina siendo como un rayito de sol, o mejor aún, como el pañuelo que asoma de la boca del ilusionista.
Tiras de un extremo y vas sacando metros y metros de pañuelos anudados entre si.
Pringosos, húmedos y de diferentes colores...vamos, como la felicidad.
La lluvia lo limpia todo, el sol lo pinta de amable con su barniz dorado y refulgente.
Las cañitas tienen más espuma, las mujeres menos arrugas y los hombres menos ganas de rascarse la entrepierna en público.
Estoy cansado de la lluvia de abril.
Pasará, y vendrá la lluvia de mayo.
Y otra vez a empezar.



martes, 12 de marzo de 2013

El verdugo

Acabo de volver a ver esta fantástica película de Berlanga, creo que han pasado quince o veinte años desde que la vi por primera vez.
La han emitido en el programa de Cayetana, en La 2.
Al finalizar la película, la reflexión de la Srta Guillén Cuervo ha sido la siguiente:
"Hay muchas formas de morir, una de ellas es claudicar".
Me ha hecho pensar (y eso que hoy no es lunes) y he de decir que estoy completamente de acuerdo con ella.
La muerte es algo natural, es la evolución de la vida y a todos nos llega, más tarde o más temprano.
Es lógico temer, ya que aceptar la muerte supone renunciar a lo que queda de vida, en pos de la tranquilidad de espíritu.
Una vez que alguien acepta y admite la llegada de lo inevitable, descansa.
Pero al claudicar, al renunciar, al rendirse, uno ha de vivir con la muerte de sus principios, de sus ideales o de su identidad.
Los ideales, principios e identidades difuntos, se van pudriendo y la gusanera voraz no se sacia con sus restos, poco a poco se expande como una plaga de langostas por todo lo que aún permanezca latente.
Al claudicar, aceptas las malvas que florezcan desde las entrañas para anunciar al mundo que no eres más que el sepulto de aquello en lo que una vez creíste.
Si ponéis atención, os daréis cuenta de que al caminar por cualquier calle, en realidad lo hacemos por enormes camposantos, pues son muchos los que deambulan transportando cadáveres en el pecho.
La injusta sociedad en la que vivimos se nutre de claudicas, de sueños rotos, de aspiraciones truncadas en pos de un sistema enfermizo que convierte al ser humano en un renegado de si mismo.
Es por ello que debemos resistir y hacernos fuertes, arrebatarle a la muerte nuestra vida hasta que nuestra viva necesite morir de forma natural.
Hay ideales eternos, hay sueños intemporales, hay una eterna lucha entre la vida y la "Vida" propiamente dicha.
Por eso nos erguimos, por eso nos sujetamos unos a otros, resistiendo el empuje de lo odioso.
No claudiquéis, no os rindáis.
Yo no pienso hacerlo.
Ya me moriré, cuando toque.


martes, 26 de febrero de 2013

Consejos de Laertes a Polonio.

Ahora me toca a mi.
Por eso le doy la vuelta al libreto de Hamlet y me permito el lujo de que Laertes sea el que aconseje a su padre. Por que los de Polonio, intemporales y acertados, me los has citado muchas veces, con la mejor de las intenciones (no lo dudo) desde que era pequeño.
Será por eso que me acerqué a Shakespeare y terminé por engancharme a ese británico soñador, putero y camorrista.
Pero a lo que voy.
Polonio, dijo así:

Llévate mi bendición 
y graba en tu memoria estos principios: 
no le prestes lengua al pensamiento, 
ni lo pongas por obra si es impropio. 
Sé sociable, pero no con todos. 
Al amigo que te pruebe su amistad 
sujétalo al alma con aros de acero, 
pero no embotes tu mano agasajando 
al primer conocido que te llegue. 
Guárdate de riñas, pero, si peleas, 
haz que tu adversario se guarde de ti. 
A todos presta oídos; tu voz, a pocos. 
Escucha el juicio de todos, y guárdate el tuyo. 
Viste cuan fino permita tu bolsa, 
mas no estrafalario; elegante, no chillón, 
pues el traje suele revelar al hombre, 
y los franceses de rango y calidad 
son de suma distinción a este respecto. 
Ni tomes ni des prestado, pues dando 
se suele perder préstamo y amigo, 
y tomando se vicia la buena economía. 
Y, sobre todo, sé fiel a ti mismo, 
pues de ello se sigue, como el día a la noche, 
que no podrás ser falso con nadie. 
Adiós. Mi bendición madure esto en ti.



Laertes le diría a su padre:

mi bendición la tienes desde el día mismo en que decidiste hacerme un hueco entre tus preocupaciones.
Desde que decidiste compartir tu oxigeno conmigo.
Así que graba ahora en tu memoria esto que te digo, y grábalo bien, ya que sueles afirmar que la memoria es doblemente traicionera, no solo por lo que olvida, también por lo que inventa.
No le prestes lengua al pensamiento, si acaso escríbelo. Como me inculcaste desde pequeño, lo escrito perdura, las palabras se diluyen entre tanto y tanto ruido.
Se sociable con todos ¡que coño! es el momento para tardes de buena conversación y campeonatos de mus.
Al amigo que haya probado tu amistad, no tendrás que sujetarlo, estará siempre ahí a no ser que se le crucen unas faldas, entonces mételo en un saco con una víbora y un gallo y tírale al fondo del Tigris (Ammurabi dixit).
No agasajes, ahora toca que te devuelvan todo lo que has dado, así que déjate cuidar.
Ni riñas ni pelees, que hablando se entiende la gente y los abogados también tiene que asegurarse una buena jubilación.
Si hay que reñir, ya reñiré yo por ti, si hay que pelear, yo me ocupo o contratamos a alguien, el dinero está para gastarlo.
Enemigos es imposible que tengas, si acaso, diferencias de opinión.
Presta tu oído y tu voz, las dos cosas, que en ocasiones uno necesita aparte de que lo escuchen, escuchar un "Lo estás haciendo bien".
Ponte cómodo, aún en chandal serás siempre un señor y eso se te nota.
Ignora a los franceses, la gente que no le echa patatas a la tortilla, no merece demasiada confianza.
Ignora también la economía  pues por muy bien que te lo montes, ya vendrá alguien a joderlo, así que disfruta de lo merecido durante tantos años y gasta en exprimir al máximo todos los que te quedan.
Doy por sentado que serás fiel a ti mismo, pues no conozco a nadie más recto en su palabra ni más escrupuloso con sus valores. Cosa que no deja de enorgullecerme.
Mi bendición, como la de Polonio, madurará todo esto en ti.La semana que viene lo discutimos, te permitiré incluso que me apuntilles lo que quieras.
Fuerza y honor.



jueves, 7 de febrero de 2013

Sin polladas,

sin agarrarse a excusas basadas en el miedo o en la irresponsabilidad.
Agarrando al toro por los cuernos, empujando, sudando la vergüenza, masticando las palabras más difíciles.
Reflejando en el cristal de mi reloj la luz que desprendes y concentrándola en un punto concreto de lo que voy tratando de expulsar, para que arda todo gracias a ti.
Subiéndome los cuellos y encorvándome al andar contra el vendaval, pero avanzando, un paso detrás de otro, aunque caiga me volveré a levantar hasta llegar a ese lugar donde solo se encuentra tu sonrisa y la calidez de tu piel.
Dibujando el mañana con el ocre que desprenden las heridas de ayer.
Solo llueve si engendro nubarrones de esos que acojonan y que vuelven todo negro, pero ya se como disiparlos y es mucho más fácil de lo que creía.
Mucho más fácil.
No habrá más ídolos de barro, ni más sacrificios inútiles, ni más religiones absurdas que lo confunden todo.
Tan solo nosotros.
Corro, en lo más profundo de este bosque se encuentra la guarida donde se oculta  mi sombra y estoy a punto de darle caza.
Las hojas caídas y la lluvia dificultan el rastro, pero calza mi mismo pie y apesta a mi.
Y a alcohol.
Y ya se que decir cuando la tenga delante de mi, erguida y dispuesta a pelear.
Tan solo: "Vuelve".
Huele a tierra mojada y a invierno, huele a frió y no canta ningún pájaro, pero sigo adentrándome en la espesura porque me  he desecho del lastre de todos mis temores y ahora soy más rápido y más preciso.
Cuando la haya cazado, volveré hasta ti con el trofeo y me ayudaras a coserla fuerte, para que no se me escape nunca más.
Y me esconderé entre todos los demás, viviendo la vida que necesito vivir.
Como uno de vosotros, feliz.
Aguanta, no tardo.





martes, 5 de febrero de 2013

Mi viejo amigo

el escritor, tiene otro encargo.
Recoge sus cosas, las mete todas en una caja de cartón, como los polis corruptos de las películas.
La taza del café asomando por encima del marco donde nunca se hospedó ninguna foto.
Tiene que abrir la puerta con un píe, porque la caja pesa demasiado como para llevarla bajo el brazo.
Además, bajo el brazo lleva demasiadas historias.
La que salió bien, todas las que salieron mal.
La paciencia, la dignidad.
La dignidad ha estado a punto de perderla en estos últimos días.
Por eso guarda otra en casa, detrás de un cuadro, en el dormitorio.
Al escritor le han acusado de exhibicionismo, de ponerlo todo encima de la mesa, de ofrecer sus miserias a quien quiera leerlas, a cambio de nada.
De emborronar páginas con lágrimas en Arial 12.
De tener un ego desmesurado.
De no saber escribir más que de lo que vive y siente, o de lo que sueña.
Pero eso es lo único que sabe hacer, maquillar vivencias entre puntos y comas.
Se acuesta imaginando metáforas y componiendo lineas argumentales, se despierta con los dedos entumecidos de sostener toda la noche la estilográfica del subconsciente.
Y crea.
La vida se convierte en algo digno cuando pasa por su filtro, por eso le suelen encargar trabajitos para personas que han sufrido.
Aunque solo acepta este tipo de encargos para pagar las facturas.
Y es que al final, a fuerza de disimular las desgracias ajenas, se termina contaminando con ellas.
Y poco a poco se va volviendo gris.
Y triste.
Así que este será el último encargo que acepte.
Prepara café y selecciona el disco adecuado, gradúa la luz y acomoda un par de cojines sobre su sillón de escribir.
Solo necesita echar una ojeada a la foto en la que ella sonríe, con el pañuelo al cuello y el pelo alborotado.
Las palabras brotan como por arte de magia, en una suerte de escritura sintomática.
Eliminan del pasado de esa mujer todas las frustraciones, los sinsabores, las noches sin dormir y las ganas de arrojar la toalla.
En su lugar, la hermosa sonrisa se expande por todos los folios, y es que cuando sonríe  todo lo demás desaparece.
Ese es su trabajo, conseguir que ella sonría eternamente, aun a costa de olvidarse de su propia sonrisa.
Pero de alguna manera no puede evitar obsesionarse con el arco de sus labios y no quiere dejar de escribir.
Se consume poco a poco, con cada renglón escrito.
Al terminar está agotado, confuso y nervioso.
Ella reluce y el se agosta.
Se ha vuelto a enamorar.
Es su trabajo.



viernes, 1 de febrero de 2013

Vacío


Apenas he tenido tiempo,
Ya ves, para llorarte.
 Se me escapan los días uno tras otro, en sandeces cotidianas que me ocultan que te has ido, que ya no estàs. 
Quizás por eso me obligo a ocuparlo todo, todo. 
Pero siempre hay un ratito en el que vuelves a mi cabeza y entonces sencillamente dejo de respirar, porque noto tu ausencia en los pulmones.
Respiro a bocanadas el vacío que has dejado en mi. 
Tengo el corazón completamente lleno, abarrotado de vacío, que incongruencia. 
Pero es tan cierto como que apenas duermo. 
Yo y mi absurda manía de abrir puertas y ventanas.
Una cosa es que entre luz ...y otra bien distinta es que se vaya la poca que alumbraba esas noches tristes. 
Tu no estás y vuelven los monstruos. 
Las pesadillas se pasan en cinemascope, sesión doble, sin cortes, sin pausas publicitarias. 
Y me descubro en un rincón del dormitorio, abrazándome las rodillitas, apretando los párpados para no abrir los ojos, para no ver que vuelvo a estar sólo. 
Por no levantarme dejo que el cd repita en bucle la misma música una y otra vez. 
El gato me observa desde lo alto de la estantería, como el Cuervo de Poe. 
El frío se acomoda en tu lado de la cama y llega un momento en el que sin querer, apoyo la cabeza en el hombro de tu recuerdo. 
Me va a costar no haberte querido lo suficiente, estuve a punto, muy cerquita de hacerte feliz, a escasos cien besos. 
Me va a costar acostumbrarme a que tu tampoco me quisieras lo bastante.
Sea como sea, llevaré tu sabor en mi especiero y aderezare con él una de las historias más hermosas que he vivido, aunque no fuera de amor, aunque fuera de cariño y ternura o de deseo y amistad.
 Te extraño.
Y se que tu a mi también.
 Ambos nos dejamos llevar por el mismo río que ahora nos separa. 
Espero que seas la mujer más feliz del mundo.