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domingo, 18 de diciembre de 2016

Nace el sol.



  El sol naciente es el mensajero de los dioses, que han decidido regalarme un nuevo día de vida.
Tras demasiado tiempo perdido, he optado por encontrar un camino que seguir y un destino al que servir. En el Bushido, el camino del guerrero, he encontrado la senda adecuada. La integridad, la seguridad, la fuerza y la honestidad en todos los movimientos, me ayudarán a alcanzar la plenitud y a morir con honor. No quiero morir de otra forma, ese ha sido el legado de mi padre, y antes lo fue del suyo. Algún día me reuniré con ellos y no tendré que agachar la cabeza.
Tengo una vida por delante para entrenar las artes del samurai y aunque ahora soy un Ronin cuya pluma no tiene dueño, he decidido utilizarla para escribir por todos aquellos que lo necesiten.
Es una pluma de Hatori Hanzo, una vez que sale de su estuche, debe probar sangre en negro sobre blanco. Y nunca la guardaré sin presentar batalla.
En estos tiempos que corren, se desprecia al que no sucumbe a las muchas tentaciones de los demonios, que en sus muy diversas y atractivas formas, tratan de corromper nuestro espíritus a diario.
Pero los dioses no nos han dejado solos y nos han concedido la ayuda de algunos espíritus nobles y hermosos, que como garzas, mirlos blancos o amigas de limpia mirada, llegan de repente a nuestras vidas para hacernos comprender que seremos capaces de todo lo que nos propongamos.
Solo tengo que ser disciplinado y prepararme para dar lo mejor de mi mismo.
No quiero ser admirado, quiero ser admirable y reniego sin pena alguna de la falsa gloria que aompañada de excesiva vanidad, perjudica la verdadera intención de aquel que quiere transcender sin hacer daño a nadie.
A veces me pierde el orgullo. A veces me pierden las prisas y la necesidad de reconocimiento pero ya he aprendido que el único reconocimiento que necesito es el de mi propia alma, que al acostarme en silencio cada noche, se abre y me muestra aquello que durante el día no soy capaz de ver.
Mi destino ya está escrito, pero el final no se ha decidido aún, y necesita de un epílogo en condiciones. Trataré de escribirlo con paciencia y la  belleza de lo mínimo, completamente limpio de lo innecesario.Como un haiku.
Sé que sufriré muchos ataques aún y que tendré que defenderme de los dardos envenenados que disparan desde las sombras, los ninjas de la envidia y el desprecio. Pero tengo quien guarde mi jardín y quien remiende mi armadura. Y no temo. Ya no temo.
Somos muchos los dispuestos a plantarle cara a los demonios, cada uno a su manera.
Confundí el amor con las hojas del cerezo que caían en el estanque y se acababan corrompiendo.
Ahora sé que el amor de verdad, ese que tan solo se encuentra cuando no se busca y que está libre de cualquier apego, nunca se corrompe y habita en el agua cristalina donde nadan libres y felices las carpas, que son sueños.
Mi vieja guardia cabalgará conmigo siempre. Mis amigos y amigas me ayudarán a recoger el arroz con el que alimentar mi cuerpo y el cariño con el que alimentar mi espíritu.
Gracias sol, por nacer para mi.