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domingo, 21 de agosto de 2016

Muerte de un hada.

Ahora si que estoy perdido. Ya no tengo a donde ir, ni con quien, porque en cuanto se sepa lo que he hecho, ni siquiera el Capitán Garfio me querrá en su tripulación, compuesta por la peor escoria del mundo..
He matado a Campanilla. La he clavado mi daga una y otra vez, atravesando su pequeño cuerpecito y cortando sus alitas, que de tanto batir potentemente al intentar escapar mientras iba perdiendo las fuerzas, perdieron todo el polvo de hadas.
Pero yo la quería, joder. La quería tanto que con cada puñalada he sentido como de alguna manera el acero se hundía en mi corazón, al tiempo que en el suyo.
Llegué aquí como un niño perdido más y ella me recogió y me hizo volar hasta una nube, desde donde pude ver el mundo de una forma completamente diferente. Ella me descubrió que realmente no merece la pena crecer, que es más lo que se pierde que lo que se gana al renunciar a la parte infantil, al niño que somos. Por primera vez en mi vida, encontré algo que no supe explicarme al mirar sus ojos verdes. Mi pecho se abrió para ella, mi alma solo sabía pronunciar su nombre y mis manos abrazaban noche tras noche, su minúscula cintura. Y hoy la he matado.
Soy el peor de los monstruos porque he matado al ser más bueno que he conocido jamás. Maldigo la hora en que robé aquella botella de grog de la despensa de Garfio y me la bebí yo solito en la laguna de las sirenas. Maldigo la hora en la que regresé borracho a casa y encontré a Campanilla consolando a ese niño perdido, recién llegado desde España. Ella era así, todo bondad y amor y, maldigo para siempre la hora en la que dudé de Campanilla y confundí el motivo de sus caricias a aquel niño.
Presa de los celos, caí en picado sobre ambos y aprovechando la sorpresa, golpeé con todas mis fuerzas al sorprendido y asustado españolito, quien antes de perder el conocimiento por los puñetazos recibidos, aún intentó defenderse y me lanzó una patada a la entrepierna. Españoles...nunca saben cuando han perdido. Campanilla, descompuesta de los nervios y apenada por lo que estaba sucediendo, me gritó que me fuese con Wendy, que ya no me quería allí, que quien coño me creía que era y que con qué derecho había atacado a ese niño.
Quizás, lo de que me dijera que me fuese con Wendy,fue lo que terminó de hacerme perder los nervios y enloquecer por completo. Renuncié a Wendy en cuanto descubrí el amor en los verdes ojos de ese hada pequeñita que hoy ha muerto entre mis manos. Hubiera despreciado  a un millón de Wendys por un solo beso suyo. Pero el demonio que se apoderó de mi, se defendió de los reproches del hada que cambió mi vida,, a golpe de cuchillo.
No tengo excusa, nada puede justificar mis actos. No hay perdón para mi cobardía y mi insensatez, ni habrá descanso para mi alma. No tengo ya futuro, ni en la tierra, ni en Nunca Jamás.
Volaré hasta la nube donde Campanilla me llevó mi primera noche aquí y, con la misma daga con la que la he matado, cortaré mis venas y me atravesaré el pecho hasta  alcanzar ese músculo inútil que ella supo hacer latir de forma que sintiese algo especial, diferente y mágico.Mi corazón latia tal y como vivia ella: especial, diferente y mágica.
Descansa en paz, mi amor. Perdóname si puedes.