jueves, 6 de junio de 2019

Asilo

Parece que siempre seré el eterno derrotado en busca de unos brazos donde pueda refugiarme de mi guerra interior, de los bombardeos de este corazón con la espoleta graduada a cero y de las oleadas de ataques del ejército de la decepción. 
Escapo de las incursiones de los comandos de operaciones especiales integrados únicamente por lágrimas y de los acertados movimientos sobre plano de ese cruel y sanguinario general en jefe conocido como desilusión.
Pero resisto.
Tendrán que arrancarme la esperanza de mis frías manos muertas. Tendrán que arrojar mi alma a una fosa común junto a las de otros eternos enamorados y cubrirla con cal.
He pasado muchos años sometido a un entrenamiento duro, casi inhumano, donde las más duras y atractivas instructoras me sometieron a todo tipo de pruebas, de vejaciones y de prácticas para debilitar mi cuerpo, minar mi moral y adormecer mis emociones.
Pero resistí.
Gané mis galones al mantener la sonrisa en todo momento, al convertir el agotamiento y el dolor en textos y poemas, al conseguir levantarme como un resorte con cada toque de diana que sonaba dentro de mi pecho con la salida del sol que brillaba en los "te quiero" adormecidos. 
Rendirse nunca fue una opción, no lo es y jamás lo será.
Lucho y lucharé por lo que me importa y a fecha de hoy, lo que más me importa es que me concedas asilo entre tus brazos.
Quiero habituarme a tu cuerpo desnudo, con la ilusión y la sorpresa de la primera vez que lo disfruté y volver a sentir esa emoción cada vez que se te caiga la ropa.
Quiero escribir siempre textos como este, pase lo que pase y le pese a quien le pese, me digan lo que me digan y me tilden de lo que me tilden. Porque soy así, siento así y así se lo hemos contado.
Volverme a cuadrarme y a llevarme la mano a la sien en un respetuoso saludo, cuando se ice la bandera de tus ojos.

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