domingo, 7 de octubre de 2018

De cháchara con el revisor.

Y como cantan los Blow en su tema "Inner trip", estoy haciendo un viaje interior de lo más apasionante. 
Muy completito eso sí. Y muy divertido, aunque a veces asusta.
Este viaje interior está siendo una sorprendente e interesante combinación de crucero de lujo por el Caribe y "Tren de la bruja de la feria más cutre" donde aquello que te asusta te espera a la salida del túnel para sacudirte escobazos como sino hubiera mañana. Ahora eso sí, la parte crucero de lujo mola bastante porque en el camarote tengo jacuzzi, mueble bar, equipo de música, diferentes obras maestras de la literatura universal y tabaco y todo.
Dentro de mi me he encontrado con un montón de cosas. Algunas me gustan una barbaridad y creo que a la gente que me conoce también. Cosas como la a veces dolorosa y exacerbada sensibilidad, el deseo de conocimiento, la inquietud artística, la creatividad, el humor y las considerables toneladas de amor que dar, el afán de proteger y cuidar de los amigos y mi pasión por los animales,  se mezclan con otras que gustan bastante menos a los demás y que a mi en particular me dan bastante mal rollo:  El ego excesivo, la arrogancia pese a mi tamaño, la cobardía ante determinados problemas, la total y demostrada  ausencia de prudencia, el afán de protagonismo, la fina inoportuna y aguda ironía de cine negro americano de los 50, la angustia ante situaciones comprometidas, el hedonismo de manual, la pésima gestión de mis recursos y la espantosa organización de mis habilidades, que termina convirtiéndose en continuos desfiles de mis debilidades y mis carencias...en fin, que soy una joyita. 
No me considero en absoluto un mal tipo, pero aún debo pulir multitud de fallos para poder hacer en primera clase y bebiendo gintonics el próximo viaje interior.
Al llegar a la altura de mi pecho, multitud de luces de neón anuncian traumas de todo tipo, vacíos que jamás podré volver a llenar y una escombrera donde se apilaban los restos de confusas y dolorosas historias de amor. Pero al doblar la primera esquina me he encontrado con el corazón a pleno rendimiento, consumiendo de nuevo litros de ese combustible llamado amor.
A veces me siento raro, a veces me siento débil, a veces me siento incomprendido y a veces creo que podré con absolutamente todo lo que me echen. Vamos...que el viajecito interior es unas riseras. Desde luego, aburrirme no me aburro.
Ilusión. 
Si hay algo que está acondicionando el pavimento y tapando socavones en el firme de mi espíritu es la ilusión con la que se están realizando los trabajos de mejora en el estado de la carretera que permite circular por dentro de mi. 
Cierta personita rubia, un gato adorable, el grupo que ha compuesto el tema que encabeza este texto y la realidad de un futuro por descubrir tienen la culpa de sentirme de nuevo ilusionado.
A ver lo que dura. Espero que no vuelvan los fantasmas del pasado a repartir escobazos. Sinceramente pueden meterse las escobas por el c...onducto apropiado.
La ilusión es como el amor de la famosa canción: hay que darla de comer en cada esquina.
Tiendo a ilusionarme y a venirme arriba con mucha facilidad y claro, luego las hostias son más gordas. Pero algo me dice que esta vez mi ilusión está sobradamente justificada y respaldada con sólidos argumentos. Tocaremos madera.
Próxima estación, esperanza.

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