domingo, 1 de julio de 2018

Madre

Llevaba tanto tiempo luchando por ser madre, que cuando al fin lo consiguió no cupo en si de gozo. 
Durante muchos años había visto a sus familiares y amigas celebrar el milagro de la maternidad y experimentar eso que se le antojaba la experiencia más maravillosa de cuantas podía experimentar un ser humano, pero nada, no había manera.
 Presa de la desesperación y la impotencia recurrió a la ciencia y, tras consultar a los mejores especialistas y someterse a multitud de tratamientos y de experimentos científicos, lo logró.
No fue un embarazo nada fácil. De hecho desde el primer momento se consideró un embarazo de sumo riesgo y peligraban tanto la vida del feto como la suya propia, pero no renunció a su sueño.
Conseguir quedarse en estado fue el primer milagro que asombró al mundo y abrió un nuevo camino en las posibilidades de la gestación.
El embarazo fue un infierno en todos los sentidos. Cambios hormonales, dolores y fatiga, miradas de asombro e incluso de repulsa y comentarios desagradables. Burlas e insultos de una sociedad anclada en el inmovilismo y en las tradiciones que trataron de matar su ilusión y su deseo de dar a luz.
El parto fue extremadamente doloroso y pese a ello, no borró en ningún momento la sonrisa de su rostro. Ni los inmensos dolores ni las salvajes contracciones le restaron un ápice de felicidad. Ni siquiera la cesárea  le hizo arrepentirse de su decisión.
Cuando pusieron a aquel bebé entre sus brazos y lo sintió respirar, supo que todos los sufrimientos, los miedos y las angustias habían merecido la pena.
Lo besó una y otra vez hasta que la enfermera se lo llevó a la zona de neo natos donde tendría que permanecer unos días en la incubadora. Mientras se lo llevaban, no pudo evitar derramar las lágrimas y no hizo ningún esfuerzo por contener el llanto.
El ginecólogo que dirigía el equipo de médicos especialistas, proctólogos, urólogos y pediatras, se acerco hasta su cama y hablando con especial ternura y mucha delicadeza, le dijo:
-Mi más cordial enhorabuena, Don Javier. Contra todo pronóstico y contra todas las leyes de la naturaleza, ha sido usted madre de un hermoso bebé sano y perfectamete formado. La ciencia ha dado un salto de gigante y con usted se ha escrito hoy una nueva página en la historia de la humanidad.
Don Javier apretó fuerte la mano de su novia, quien lejos de tratar de quitarle la descabellada idea de la cabeza, siempre lo había apoyado en su lucha por ser madre. Además de haber donado los óvulos necesarios, había permanecido junto a él durante el parto y fue la primera en besarlo con ardor cuando el niño rompió a llorar al abandonar su vientre.
Nosotros también parimos. Nosotros también decidimos.
 

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