martes, 31 de julio de 2018

Hay trato.

-Pasad y poneos cómodos
El que así habló era Levián, uno de los dos ángeles asignados para ayudar y mediar en la toma de decisiones de la conciencia de Cleza, la mortal que le habían asignado a él y a su compañero Lutián, al principio de los tiempos.
Ambos ángeles llevaban milenios acompañando a esta mortal en sus diferentes reencarnaciones, en sus diversos cuerpos y en sus muy variadas aspiraciones. En un principio ambos estaban muy contentos con la mortal que les había asignado el creador. Visto lo que habían visto por ahí, aquella mortal era una joya, lo mejor que les podía haber tocado, pero en esta última reencarnación, Cleza había alcanzado ese estado en el que por derecho consuetudinario, el libre albedrío cobra poder legal sobre las decisiones de los ángeles encargados de aconsejarla y de los demonios elegidos para tentarla. De hecho de un tiempo a esta parte la relación entre ella y sus demonios, era sospechosamente buena. Se tuteaban y a veces les hacía más caso a ellos, por lo que Lutian había solicitado primero una baja por depresión y ahora estaba reclamando judicialmente ante el Espíritu Santo, la incapacidad permanente.
-Preferimos no sentarnos, angelito. Mi colega y yo tenemos jaleo esta noche porque a Cleza le ha dado por enamorarse de verdad y mira que la hemos dicho que no sea estúpida, que se folle todo lo que le apetezca  y ya está, pero nada, ella erre que erre con que este es el mortal que fue diseñado para ella por vuestro jefe, el hombre que lleva el alma afín último modelo y cuyo corazón encajará a la perfección con el suyo y demás chorradas
- Bien hallado, Sumial, te agradecería mucho que no me llamases angelito. Y que respetes las intenciones de Cleza.
-¡Joder que se nos pone farruco el de las alitas de plumón blanco!
-Turbial, bienvenido a la reunión, pero no creo que debamos comenzarla así. No me pongo farruco, sabéis que estamos obligados a respetarnos y a no comenzar hostilidades entre nosotros que puedan acarrear consecuencias a Cleza. Tan solo podemos argumentar durante sus sueños y tratar de orientarla hacia la mejor decisión, pero nada de imponer. Nuestros jefes para eso son muy escrupulosos y tras el pacto de no agresión alcanzado en la primera centuria, nos debemos exclusivamente a nuestras obligaciones.
-Bueno, vale, Levian. Por cierto ¿el Luitian sigue de baja? mira que es ñoño el jodio. Me cae bien, es un tipo enrollado, pero ya le avisé de que no debería implicarse tanto con Cleza. Si eso cuando llegue el fin de los tiempos y se la juzgue, que trate de subírsela al paraíso. Fijo que tiene allí un apartamentito muy cuco para compartirlo con ella Que sé que le mola
-Turbial, vamos a dejar el tema. Lutian está algo enfermo. la ansiedad y la depresión que le ha producido ver como arrastráis a Cleza lo tienen bastante tocado. Pero está haciendo una terapia intensiva con la ira de Dios y saldrá reforzado. Os aconsejo que cuando se incorporé no le toquéis mucho los plumones. Igual tira de espada de fuego y se acaba lo del pacto de no beligerancia.
-Vale, Levián. Al lío. Cleza se ha reencontrado con aquel con el que ya tuvo una historia hace unos setecientos años y aunque ahora tienen aspectos muy diferentes, han debido reconcerse al clavare las miradas y bucear el uno en ojos del otro.
-Pues si, se han reencontrado y ella también lo ha notado. Él esta´completamente seguro de que lleva queriéndola desde el principio de sus vidas, pero Cleza duda porque está a otras cosas y a otros jaleos y porque además se le cruzó otro mortal con el que está bastante bien. uno de esos compromisos cómodos y fáciles para que crean que se aman y que podrían ser felices juntos. Uno de esos apaños de vuestro jefe, para confundir.
-Y evitar tanta chorrada de poemitas de amor y rosas rojas al levantarse de la cama.-interrumpió el más lascivo demonio- La cama se invento para que pecasen de obra, no solo de pensamiento. Vamos, para que se hartasen de follar. Y te aseguro que la mayoría de los mortales le sacan un buen partido al invento. Incluso hay muchos que pasan de cama y se lo montan en la mesa de la cocina, en el asiento del coche o incluso en el sillón de su puesto de trabajo.
-Ya te digo, colega-intervino Sumial con una sonrisa de oreja a oreja.- Y lo que nos reímos con esos, todo el día dale que te pego.
-La carne es débil, amigos.-les cortó Levián- Pero Dios padre no condena el sexo, de hecho lo inventó él, lo que condena es la lujuria desmedida.-.
-Esa, esa es la que mola-dijo Turbial riendo como un histérico.
-Bueno, chicos, llegados a este punto. ¿Que hacemos con Cleza y con el mortal con el que se ha reencontrado? ¿les damos la oportunidad de que vivan el amor verdadero? De hecho creo que ya lo están viviendo, aunque aún no lo han podido compartir, pero saben que el uno pertenece al otro, que están diseñados para amarse y no dejar de hacerlo el resto de sus vidas.
-Joder, Levian, que ñoño eres tu también. Creo que puedo hablar en nombre de Turbial también al decir que por nosotros, que prueben a echar un polvo y si durante el rato de pecado, sienten que eso es lo que quieren vivir para siempre jamás, que sea lo que tu jefe, digo lo que Dios quiera.
-De acuerdo, esta noche le susurraré en sueños, que vaya a él, que le permita demostrarle su amor y que se entreguen el uno al otro, pero con el fin de santificar su unión, no solo por el mero hecho de yacer.
-¡Uy yacer, que fino! La verdad es que sois la hostia con lo de santificar las cosas-dijo molesto Sumial- Que se follen y a ver que pasa. Y luego si quieren amarse y todo esa mierda de las mariposas y el arco iris, pues vale, pero si descubren que tan solo les mola lo de comerse el uno al otro,que los disfruten. ¿Hay trato?
- Lo hay, porque ahí es donde entra el libre albedrío y no dudo en que ella tomará la decisión adecuada, es tan inteligente como bonita.
-Pues venga, se acabo la reunión. Si hablas con Lutian dale recuerdos y dile que la oferta de unirse a nosotros sigue en pie. Se le iba a pasar la bobada echando leches.
-Id en paz, ex compañeros. Creo que nos veremos pronto.
-Adiós, majo. Que te vaya bonito.
Aquella misma noche , Levian le susurró a Cleza palabras de amor en versos de arte mayor y le dibujó en el inconsciente la imagen del hombre que había reconocido como su compañero eterno.
A la mañana siguiente, Cleza recibió una carta de amor  y aunque le costó decidir que hacer con ella, la leyó con la mano en el corazón y con el alma a flor de piel. Al terminar la lectura, se acercó al teléfono y marcó su número.
Desde la nube más cercana, Levián sonrió al ver como el mortal se emocionó al descolgar y reconocer su voz.

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