miércoles, 20 de diciembre de 2017

Respirar

El rubio druida venido del norte, se apiadó de la hembra de lince ibérico que, con una de sus patas traseras aprisionada por el cepo que habían colocado unos cazadores de la aldea cercana, se había abandonado a su suerte y renunciando ya a toda esperanza se estaba dejando morir, sin apenas respirar.
-No sufras más, hermoso animal- le dijo con dulzura el druida mientras le liberaba de su trampa.
El frío de las montañas del norte había golpeado con dureza al lince que sin poder ponerse a cubierto, había pasado la noche a la intemperie y temblaba de frío y seguramente de fiebre.
-Ve hacia el calor, lo necesitas- susurró el druida mientras le administraba unas gotas de la poción de los deseos de urgencia, que siempre llevaba en un pequeño odre atado al cinturón.
El milagrosamente recuperado felino, comenzó a correr en dirección al sur y sus  patas parecían no tocar el suelo en la mágica carrera. 
Según iba dejando atrás las montañas y el frío, su pelo atigrado iba cayendo y sus enormes orejas puntiagudas, así como sus útiles y necesarios  bigotes desaparecieron dando lugar a un agraciado rostro de mujer.
La transformación que se originó en el animal tras haber bebido la poción dio lugar a una bella mujer de piel muy blanca y cuerpo menudo, que corriendo a cuatro patas a una velocidad de vértigo, alcanzó una playa de blanca arena bañada por un tranquilo mar azul.
El sol del mediodía, iluminaba con la cálida luz de sus rayos aquella playa y el hechizado animal sintió un calor y un bienestar muy especiales. Al llegar a la orilla frenó su vertiginosa carrera y se iguió adoptando la forma completa que le había regalado el druida con su poción. Al ver su cuerpo reflejado en el las aguas cristalinas descubrió a una rubia mujer como las que habitaban las aldeas de su territorio de caza.  Pero aquella humana era ella y, dando un paso adelante sintió el agua en sus pies. El agua no estaba fría como en el lago de su territorio. Esta vez la sensación era muy agradable y además el calor que producía el brillante sol le invitó a adentrarse un poco más en el mar. 
Después del relajante baño volvió a la orilla y tumbada sobre la arena, se secó tratando de comprender aquello. Pasó el día en aquella playa disfrutando del calor y de la sensación de libertad y cuando el sol comenzó a ocultarse, fue recuperando paulatinamente su forma natural.
Los pescadores de aquella playa  gaditana, aseguraron siempre que en la noche de San Juan, una hermosa hembra de lince ibérico recorrió la playa de un extremo a otro, cojeando de una pata y sonriendo como si con su sonrisa, quisiera hacerlos partícipes de una mágica historia.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

No sé si pasarás solo o acompañado esta noche de nochebuena. Si es de una u otra manera, te deseo que disfrutes cenando de un buen manjar a tu salud. Porque tú lo vales!
Con cariño de Zeroide

Anónimo dijo...

Bueno si, si que lo sé...
Me gustaría estar ya en el día 8 de enero...
Zeroide

lacantudo dijo...

Ppasaré estas fiestas acompañado de os mios y echando de menos a lso que ya no se sentarán a nuestra mesa. Y a mi querida Blancanieves que me acompañó en algunas navidades del pasado, antes de partir para su viaje sin retorno.
A mi también me gustaría despertar el 8 de enero pero la vida no permite hacr trampas y tenemos que vivir cada uno de los días que nos llegan, sean más o menos tristes o alegres.
Trata de disfrutar lo que en ellos pueda ser disfrutado.
Un beso.