sábado, 25 de noviembre de 2017

Miau V¿ES?

Erase una vez un gato extremadamente sensible y enamoradizo que arrastraba su melancolía por los tejados y los callejones de la ciudad. Erase una vez un triste gato negro que habiendo muerto de amor  en seis ocasiones, conoció a una preciosa gatita de mirada tierna y dulce y de irresistible y amplia sonrisa, que le acarició el alma con su femenino y adorable maullido y, sabiendo lo que le esperaba si sucumbía de nuevo a ese sentimiento tan hermoso como destructivo, saltó  sobre la azotea donde ella habitaba y pensando bien las consecuencias del primer beso, se dijo a si mismo: de algo hay que morir. 

 Este cuentecito inspirado por algo tan romántico y tan poético, como es morir de amor y, por algo tan bello y tan común, como es un gato, es un regalo para mi amiga Carolina Cubero Millán, la humana que convive con el gato de la foto que encabeza la entrada. Y también la poseedora de una sonrisa tan hermosa y especial como la de la gatita que sin haberlo previsto, arrastra a la muerte al gato del cuento.
A mi aún me quedan seis vidas.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Este gato negro de la foto me ha enamorado...Y eso que cuando veo un gato negro y coincide que me mira me entra un respeto que flipas...Los gatos negros me transmiten un no sé qué!
Zeroide

lacantudo dijo...

Ras (se llama así el gato de la foto) es una monada. Pese a la creencia popular, los gatos negros no traen mala suerte, sino buena. De hechco en muchas administraciones de loterias hay gatos negros en los carteles.
Todos los animales cuando te mantienen la mirada, inspiran respeto. A mi me gusta mirarlos fijamente pORque se aprecian muchas cosas en sus miradas. Con algunas mujeres también lo hago pero enseguida bajo los ojos por miedo.JIJIJIJIJI