martes, 5 de septiembre de 2017

Todo

Tras dedicar a esta importante decisión las horas previas a sucumbir a Morfeo cada noche desde hace más de dos semanas, al final se inclinó por lo que haría que se lo jugase todo. Todo.
Su editorial le había propuesto escribir un volumen de relatos en el que los textos siguiesen un hilo conductor. La temática de los relatos del volumen debería obedecer a una idea común. No era necesario que todos siguiesen un argumento similar, ni apareciese en ellos el mismo personaje, tan solo que dentro de su independencia, fuesen piezas de un mismo rompezabezas. Y no había sido nada fácil dar con este leit motiv para la catarsis en que se convertían para él, las horas sentado frente al teclado del ordenador que purgaba sus miserias. 
Obviamente este sendero que recorrerían todos los relatos, le definiría no solo como escritor, sino también como ser humano.
En un principio pensó en el amor. El amor, tan recurrente siempre en sus textos y tan socorrido cuando las musas, tan caprichosas y tan jodidamente humanas como divinas, decidían irse a tomar algo con otro artista y se lo terminaban llevando a la cama. El amor. Llevaba toda su vida escribiendo elegías a Cupido, a Afrodita, a Venus y cada deidad y ser mitológico que se había apropiado del sentimiento más intenso y que se había erigido en el propietario de su dicha y su desgracia. Había bendecido, maldito y renegado cada verso y cada relato que había escrito dejando brotar el caudal que manaba al abrir la espita de su corazón, por lo que decidió dar un giro radical y presentar una serie de textos que se alejasen lo más posible de las noches de pasión, de las mariposas en el estómago, los labios entreabiertos , las caricias oportunas y las sonrisas embusteras.
Sopesó cada emoción que había naufragado en su alma, permaneciendo hundida en el fondo del pecho, cubriéndose de corales de olvido y, albergando todo tipo de peligrosas criaturas abisales. 
Al final,antes de que subiese la marea y tras muchas horas debatiéndose entre lo que reclamaba su verdadero ser y, lo solicitado por el nuevo ego con afán de superarse y sorprender abandonando lo que se esperaba de él, optó por renovarse o morir.
El tema sería el conflicto.
Había vuelto a hacerse trampas a si mismo, puesto que unos relatos hablarían sobre conflictos bélicos, otros sobre conflictos políticos, alguno sobre el tan universal conflicto religioso y por supuesto, muchos más de los necesarios, sobre el conflcito entre los que aman hasta perder el sentido, la identidad,la cordura y la voluntad.
Nunca fue un tipo conflictivo por lo que se justificó pensando que aquello sería una dura prueba para su talento.
Toda su vida había huido del conflcito, fuese del tipo que fuese. Por eso, aquello se le presentaba como un desafío interesante, como la inmersión sin bombona en la poza donde siempre temió bucear.
¿Quien dijo miedo?
Todo comenzaba enfrentándose a su comodidad, a su seguridad emocional y entrando en verdadero conflcito con sus propios intereses. Esta era la mejor forma de comenzar.

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