lunes, 25 de septiembre de 2017

Su nombre

Como otras muchas mañanas, saludó a los trabajadores del establecimiento al entrar por la puerta del local y pidió un café con leche y azúcar moreno. Una mañana más, la camarera que le  sirvió el café con su habitual y espléndida sonrisa, cruzó unas pocas palabras con él, mientras atendía a otros clientes.
Él había convertido aquel establecimiento en uno de sus lugares seguros, puesto que todos lo trataban con amabilidad y cariño y siempre había disfrutado de cada minuto que pasó en el local, solo o acompañado por algún amigo o amiga. Es por ello por lo que cuando planificaba su actividad en la zona, reservaba un poco de tiempo para detenerse allí, a tomar un café, o una cerveza, dependiendo de la franja horaria de la que dispusiese para el pequeño y necesario impás en el ajetreo diario.
La morena y atractiva camarera de sonrisa perpetua, era la poseedora de un nombre casi tan bonito como ella y terriblemente metafórico. Mientras saboreaba el café, el tímido cliente habitual pensó que no entendía porque ella había cambiado su nombre de pila por un alias que evocaba imágenes de una cultura muy lejana y muy distinta a la suya.
Puede que el sobrenombre escogido, le resultase más cómodo por ser corto, sonoro y pegadizo. Puede que simplemente considerase que aún no estaba capacitada para lucir con orgullo su verdadero nombre o puede que pensara que al utilizar su nombre real, pudiera resultarle ofensivo a  alguna persona de triste existencia, llegando incluso a despertar envidia en quien lo escuchase. La hermosa y eficiente trabajadora, había sido bautizada con el nombre de Felicidad y la expresión de sus ojos y el tono de su voz hacian honor a su nombre.
El siempre pensativo cliente abonó la consumición y se despidió de ella recibiendo otra inmensa sonrisa como regalo de despedida. Entonces maldijo interiormente su timidez y la baja auto estima que le había regalado una mujer en el pasado. Esa mujer, tras haber fingido quererlo, había expoliado todo lo hermoso que encontró en su corazón y en el interior de su alma dejando aquello como un solar, yermo y olvidado. 
Al salir del agradable lugar, encendió un pitillo pensando que a lo mejor, la tan ansiada búsqueda de la felicidad a la que había decidido dedicar toda su pasión creativa y toda su energía, ya había concluido al haberla encontrado a ella.
La vida es una metáfora continua.

No hay comentarios: