sábado, 1 de julio de 2017

Acordes a flor de piel

Acaba de terminar su jornada en el bar en el que lleva trabajando desde hace menos de dos meses y al llegar al lugar del concierto, enciende un cigarrillo que le tiembla en los labios por el cansancio, los nervios y la mala leche que le produce el currar como una bestia durante casi diez horas seguidas detrás de la barra. Cuando firmó el contrato con el propietario del establecimiento, este le aviso de que en hostelería, las jornadas completas van mucho más allá de las ocho horas, según esté el día y que eso era parte del acuerdo y condicion sine qua non para cerrar el trato. Emma decidió tragarse su discurso sobre las condiciones laborales, lo ajustadísimo del salario, los derechos de los trabajadores y su inútil titulación universitaria en filología, que tan solo le sirve para que le cierren puertas en muchas entrevistas para puestos que nada tienen que ver con su formación pero que dada la situación del país, son los únicos a los que puede optar.
La banda ya ha comenzado a tocar y el cantante está interpretando uno de sus temas favoritos, "Me levantaré" y pidiendo al público que coree el estribillo con él. Mientras fuma con ansia para tratar de calmarse, sonríe al pensar que ella cantaría sin dudar y a voz en grito, me acostaré, que es lo que su cuerpo le está pidiendo a base de diferentes señales físicas.
Le gusta esta banda. Suenan bien, sin grandes alardes ni poses de estrellitas de esas que están de vuelta de todo. Tienen la honradez de hacer música de verdad, de la que no se vende a la moda ni se fabrica en cadenas de montaje.  Pop, rock, e incluso se atreven con el blues. Las letras son canallas cuando procede y muy intimistas en la mayoría de las ocasiones. El cantante y compositor de las canciones, que además ejerce de letrista, comete el error de todos los escritores noveles, es incapaz de abstraerse de sí mismo y de sus circunstancias pero ha sabido encontrar ese punto en el que los lugares comunes que desgrana con acordes, se hacen atractivos y hospitalarios  por lo bien empleado de las metáforas y las analogías. 
Entre el público se encuentra su esposa, bailando y haciéndole los coros desde lo más profundo de su alma y bebiendo un botellín de cerveza junto a un grupo de amigas y algún que otro amigo. Transmiten muy buen rollo y de forma inconsciente, se acerca hasta ellos. 
Uno de los chicos del grupo, parece ser el típico tío que no sabes si es que es muy tímido, muy arrítmico o  de esos tipos duros que no bailan, como escribió Norman Mailer. Aún así , lo ve mover el piecito costantemente mientras apura su botellín de un trago. 
Es mono. No es precisamente Brad Pitt pero seguro que tiene su público. Los ojos azules transmiten a un tiempo confianza y algo de tristeza, como si hubiese regresado recientemente de una guerra tan lejana como dura. Emma arroja la colilla al suelo y se decide a dar el primer paso.
-Hola, te ahorraré un montón de preguntas para optimizar tiempo y energías. Me llamo Emma, tengo treinta y dos años, soy filóloga, trabajo de camarera en uno de eso bares pijos de moda conocidos como "gastrobar", no tengo novio, ni quiero tenerlo y casualmente, me gustas.-
El sorprendido  e intimidado seguidor de la banda, está a punto de perder el equilibrio ante  el speach de aquella pelirroja de ojos inteligentes y gesto cansado. No estaba acostumbrado a tanta sinceridad y tan rotundamente expuesta.
-Hola, Enma. Me llamo Juan, tengo cuarenta y dos años, soy profesor de música, trabajo como escritor para todos los que así me lo solicitan e incluso para mi mismo, soy un divorciado que es feliz con su gato y huye de los problemas y casualmente me pareces tan atractiva como audaz e inteligente, por lo que no te extrañe que me asuste cada una de tus palabras.-
Enma se acerca hasta ponerse a tiro de labios  y sabedora de su magnético atractivo femenino y de que los ojos de Juan, acaban de pedirle que mueva ficha de nuevo, se deja admirar por el rubio y tímido escritor. por eso es por lo que Juan no baila. Simplemente es tímido.
-Si te van a asustar mis palabras, sera mejor que no hablemos. Espero que mis besos no te asusten.-
-Me asustaría muchísimo más no ser merecedor de al menos uno de ellos.- contesta Juan, sorprendido de su atrevimiento. Y la besa.
En la canción que ha comenzado a sonar, una tal Manhatan baila desnuda y en el dormitorio del piso de Emma, cincuenta y tres minutos después, se desnudan con impaciencia el uno al otro.  Bailan exactamente cinco piezas.

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