sábado, 20 de mayo de 2017

Los jueves de ceniza

Bajo este nombre, "Los jueves de ceniza" hemos disfrutado de un "encuentro de relatistas vallisoletanos" en la casa-museo del ilustre y laureado poeta, Don José de Zorrilla.
Un jueves de cada mes, nos reuníamos en una sal de esta casa decimonónica en la calle de la ceniza e inspirados en el "motor de creatividad" o tema que se nos daba al final de cada sesión escribíamos un relato que enviábamos por mail a la organización del encuentro. Seleccionaban los tres mejores, que serían corregidos en público durante la siguiente sesión. La corrección de estilo y orto tipográfica, impartida por el personal de la empresa Índigo crea y en ocasiones por la directora de la casa museo, nos ha servido a todos para aprender mucho y limar errores, depurar estilo y aprender que la escritura, es un trabajo arduo que conlleva un alto porcentaje de sacrificio.
Con los relatos seleccionados durante los meses que ha durado esta iniciativa, se publicará un volumen de relatos "made in pucela" que se presentará el próximo 29 de junio.
Allí encontraréis uno de los que se me seleccionaron, pues aunque han seleccionado varios mios, solo se publicará uno por autor.
A continuación os dejo el último que presenté, con el motor de creatividad "te cambio un corte de pelo por uno de uñas".
Espero que os guste y que si os apasiona escribir, participéis del próximo encuentro de relatistas.
Merece mucho la pena.




El trato que lo cubrió de cadenas.
Debió haberlo adivinado en el mismo instante en el que ella se lo propuso, pero le pudo la lujuria y ya advirtieron distintos profetas, que la lujuria es uno de los pecados más comunes y que por lo habitual y recurrente del mismo, más ofenden al todo poderoso.
Lo cierto es que ella era una mujer de increíble belleza, de curvas que quitan el sueño y de maneras exquisitas. Una hembra diseñada para el placer y para volver locos a los hombres.
Aún no habían llegado a darle rienda suelta a su pasión. Siempre había surgido algún inoportuno problema en el momento más cálido y más cercano al natural desenlace. Hubo ocasiones en las que sintió que Dios lo estaba poniendo a prueba pues, después de haberse besado y acariciado hasta lo humanamente soportable, el todopoderoso siempre terminaba por encontrar la forma de enfriarlo todo. Tenía que haber comprendido que Dios había tomado su deseo y obcecación por ella, como un desafío a su poder y como falta de agradecimiento por el don que decidió concederle para ayudar a su pueblo. Y al fin comprendió. Y casi perdió la vida al hacerlo.
Aquel íncubo de largas uñas esmaltadas, con las que le había grabado todas y cada una de las letras de la palabra deseo en su espalda desnuda, de pechos firmes, apetitosos y turgentes, de melena negra que le llegaba hasta allí donde soñaba con perderse y caderas de experimentada bailarina del burdel más exclusivo de todo el país, le propuso un trato que no supo rechazar.
-Te cambio un corte de pelo por uno de uñas- Le susurro ella al oído mientras le acariciaba la cara interna del muslo derecho y lo arañaba juguetona y lascivamente justo antes de alcanzar el centro del placer más carnal.
-Lo que tú quieras mi vida, - respondió él entre gemidos de excitación y deseo.
Con aquella frase, cambió su suerte y sufrió el castigo a sus pecados.
Dalila ordenó con un gesto a una esclava, que le cortase los cabellos mientras de rodillas frente a él, lo distraía con una técnica amatoria que Sansón nunca había disfrutado aún y que a punto estuvo de llevarlo al desmayo. Una vez escuchó el metálico chasquido de las enormes tijeras seccionando la parte trasera de su leonina melena, supo que algo malo iba a suceder.
Una docena de soldados armados invadieron los aposentos de Dalila a través de una puerta oculta tras los tapices con motivos de caza, que decoraban el lado más alejado del enorme y mullido lecho. Aunque Sansón escapó como pudo de los besos y demoniacos juegos de la boca traidora de aquella perra del infierno, para enfrentarse con valentía y destreza a los enemigos que pretendían prenderlo y encadenarlo, en esta ocasión, su fuerza sobrehumana lo había abandonado por completo.
Al perder el cabello, Sansón perdió el poder que Dios le había entregado y maldijo sin cesar el no haber sido lo suficientemente astuto, para intuir lo que aquella tentación del averno había planeado.
Los caminos del señor son inescrutables y encerrado en las lóbregas y oscuras mazmorras, solo pudo rezar y pedir perdón a Dios. Y otra oportunidad para proteger a su pueblo y librarlo de las garras de los opresores.
El cabello volvió a crecer, casi a la misma velocidad que su deseo de venganza.




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