lunes, 13 de marzo de 2017

Y que cumplas muchos más.

María cumplió cuarenta primaveras y decidió celebrarlo el sábado once de marzo, en su casa de Madrid.
No reparó en gastos ni escatimó en esfuerzos y ofreció a la cincuentena de amigos invitados al evento, la mejor de las fiestas, donde dio de beber al sediento y de comer al hambriento y los asistentes bebieron y comieron como si no hubiera mañana, sin saber lo cerca que habían estado de que el mañana no llegase nunca.
Asistí junto a una de mis hermanas pequeñas y su marido, amigos también de la homenajeada y del simpático trabajador de banca con el que había decidido construir un futuro y con quien tenía ya dos hijas y del que esperaba una tercera, que nacería en pocos meses.
Al llegar a la vivienda, nos recibieron María y Javier, acompañados por Sara y otro encantador Javier, ambos hermanos pequeños de María, que iban de un lado a otro colocando multitud de platos con una gran variedad de delicias gastronómicas.
El resto de invitados fueron llegando poco a poco. Me resultó curioso ver como habían cambiado nuestras fiestas. No hace tantos años solían ser guateques en los que corría el alcohol a raudales, sin importar la variedad o la calidad del mismo y donde con un poco de suerte, podías encontrar acompañamiento para una noche, para las noches de varios meses o tan solo besar alguna boca desconocida para agregarla a la lista de labios disfrutados. Ahora asisto a fiestas Gourmet, donde son todo matrimonios o parejas consolidadas de las más variadas opciones sexuales pero donde lo que primaba por encima de cualquier otra cosa, era el haber conseguido colocar a los niños con los abuelos o haber logrado la canguro salvadora y con buenas referencias, que les permitiese dejar de lado las obligaciones familiares por unas horas. El ochenta por ciento de los invitados habían aportado su granito de arena para la perpetuación de la especie y la repoblación de España.
Yo soy un alegre divorciado que vive con su gato y que va saltando de una mujer a otra, de un fracaso a otro, pensando siempre que el día menos pensado conocerá a la persona adecuada. Pero o se esconde muy bien, o resulta que ya está comprometida. Y eso es algo que siempre he respetado, no como otros.
El despliegue de bellezas que asistió a la fiesta era francamente impresionante y, además de María, un bellezón (cumpla los años que cumpla), y sus hermanas, Sara y Julia, mujeres como Gudrum, Paula, Amparo, M. A. ,Sandra, Laura, Carmen, y un largo etcétera de divinos exponentes del sexo mal llamado débil, llegados desde todos los puntos cardinales (Málaga, Bilbao, Madrid, Segovia, Valladolid e incluso Alemania) me reafirmaron en mi declarada y perjudicial condición de eterno enamoradizo.
Claro, si añado que lo tenía francamente jodido para competir con los encantos y las habilidades de los hombres que asistieron a la fiesta, se entenderá a la perfección porqué terminé durmiendo solo, una noche más. No puedo compararme con Javier, Diego, Ignacio, Carlos, Miguel, Iker,Sebas o cualquiera de los masculinos y perfectos elementos que además de sacarme como mínimo una cabeza (si...a ellos "les daban dos" y yo crecí con un único "petit suite " de fresa como merienda diaria) se habían labrado perfectos porvenires en trabajos serios y respetables y yo seré siempre el eterno aspirante a escritor, actor, comunicador y posible ganador de los euromillones, por  lo qué entiendo que muchos observasen mis piercings y mis brazos tatuados con cierta condescendencia. No conocen mi verdadero oficio, pero no os lo puedo contar aún, sino, tendría que mataros.
Dimos (bueno, dieron, que yo me he he convertido en un abstemio obligado)buena cuenta con rapidez de todas las botellas de espirituosos que se agolpaban en la cocina. Me lo pasé como un niño preparando gintonics para mis amigos (hay una máxima que reza: "nunca muestres tus habilidades en público" y a la que nunca he hecho demasiado caso) y antes de darme cuenta, se apagaron las luces y aparecieron tres deliciosas tartas con cuarenta velitas encendidas y todos le hicimos los coros a los miembros de Parchís, que cantaban el cumple años feliz por los altavoces del salón, para horror y desesperación de los vecinos de Fuencarral.
Hasta ahí todo genial y muy divertido, María sopló las velas con acierto, hizo un breve brindis de agradecimiento con acierto también, e inauguró la improvisada pista de baile en el salón.
Aproveché que todos se pusieron a bailar "La bicicleta" y mierdas de esas, para probar las pocas viandas que aún no había probado, mientras el ritmazo de Inma (nuestra minoría étnica más simpática y cariñosa) embelesaba a los bailarines y los contagiaba de espíritu tribal y sandunguero.
Entonces me sonó el busca. Al busca solo me llaman de la Central de Inteligencia y en ocasiones verdaderamete delicadas, por lo que fingí retirarme a mis aposentos y ya a salvo de oídos indiscretos, saqué mi teléfono móvil y llame a mi oficial superior.
Casi me desmayo de la impresión al ser informado de que el lunático presidente americano, Donal Trump, se había enzarzado en una discusión con el diminuto dictador norcoreano, en la que la argumentación sobre la trascendencia de la música de "Milli Baninni" se convirtió en tal escalada de insultos e improperios, que se activaron los escudos antimisiles, se pasó a Defcon 1 y se movilizó a la quinta flota.. Al ser España un miembro activo de la OTAN, los norcoreanos nos habían elegido como país escarmiento y sus cabezas nucleares apuntaban directamente a nuestra pequeña piel de toro.
Mis órdenes consistían en volar a Corea del Norte y eliminar discretamente al pintoresco líder, como había hecho hace unos días con su hermano. Que pareciese un accidente.
Ya que estaba en la habitación que se me había reservado en la casa de María y sabiendo que dormiría más solo que la una, me desnudé y me metí en la cama. Al poco se abrió la puerta y la confundida y desconcertada Sara, se disculpó tan rápido como emprendió la retirada. Lástima, era realmente guapa y muy inteligente pero mi aracno sentido me avisó de que tenía las mismas posibilidades de pasar una noche con ella, que de jugar como pivot en l NBA.
Escuchando el jolgorio del salón, cerré los ojos y me dispuse a dormir, a ver si con un poco de suerte conseguía soñar con la única mujer a la que siempre amaré, aunque nunca reuniré el valor para decírselo.
Ayer domingo volé en un caza bombardero del ejército español, hasta la frontera entre las dos coreas.
Tengo al taradito ese en el punto de mira.
Os seguiré contando.
Por cierto...un fiestón.

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