sábado, 18 de febrero de 2017

Que todo cambie para que no cambie nada

Mis órdenes son bastante claras y valen bien el peso de la bolsa que por cumplirlas me pagan.Debo entrar en la cárcel de San Casciano y localizar al reo llamado Nicolás Maquiavelo, simular una de las habituales  riñas  carcelarias y hundirle la daga en el corazón hasta que quede ausente de latido.
La ofensa a Lorenzo de Medici ha debido ser tal,que para ganarse la amistad de su familia, el caballero que me ha contratado, está dispuesto a implicar su vida y su hacienda en este feo asunto.
Por lo que me han contado, Maquiavelo ha escrito un libro durante su condena, en el que busca redimirse de la ofensa a su antiguo mecenas. En este manuscrito, el autor habla de las virtudes de un príncipe y de como debe proceder durante el tiempo de su principado. Claramente y de forma aduladora a más no poder, se ha escrito imitando la vida y obra del Medici Lorenzo.
Este encargo lleva aparejada a la buena bolsa, la satisfacción de acallar a semejante lacayo, por muy ilustrado que sea. A veces la ignorancia aleja al hombre del servilismo de espíritu.
He puesto mi espada al servicio del dinero desde que aprendí a  manejarla con soltura y nunca me faltó un bravo que tratase de desarmarme ni una dama que me desnudase junto al lecho. No entiendo porqué, alguno se cree con derecho divino para gozar sin esfuerzo de lo que yo me gano con el sudor de mi frente y con la sangre de quien se bate frente a mi.
Mi buen acero toledano, comprado a un soldado español de los que abundan en Nápoles, al que pagué buenos dineros, ya pende del cinturón, sabedor de que con seguridad, tendrá que abandonar la vaina. En el interior de la bota derecha, alojo una de esas dagas que los españoles llaman "misericordia". El español, es un pueblo que siempre  ha sabido  vivir con el honor en los labios y morir con la sonrisa en el gesto. De alguna manera, nuestros primos de la piel de toro, me resultan enternecedores. Valientes en la riña y temerosos de Dios, cuando ya nada pueden solucionar con la espada.
Hoy Maquiavelo morirá bajo el peso de mi daga y con él enterrarán su lengua viperina y su falta de pudonor, pues es capaz de lamer la bota que le pisa el cuello.
Soy romano de vieja estirpe. Mis antepasados ayudaron a crear el mayor de los imperios y colocaron césares en el trono, pero jamás mendigaron gratitud ni parabienes de nadie. Con el tiempo mi linaje perdió oro y posición pero nunca el orgullo y la habilidad con la espada.
Esta noche, volveré a ganarme mis honorarios y el honor de no faltar a lo que me enseño mi padre.  Los príncipes, incluso los que son hijos de reyes, mucho me temo que salen airosos de sus lances con la historia y la justicia, por el mero hecho de haber sido coronados como tales. Del mismo modo, las infantas y sus caballeros también sortean la ley como mejor les conviene. Espero que con el tiempo, estas prevendas queden anuladas y todo cambie para que estos atropellos a la razón y al ciudadano, desaparezcan con el paso de los siglos y si no, sé que los futuros ciudadanos sabrán cercenar a un tiempo cabezas y agravios comparativos.

3 comentarios:

May dijo...

BRAVO
Bravo
Placer de leer un texto excelente excelente Qué gran placer!!!!
👏🏽👏🏽👏🏽👏🏽👏🏽👏🏽👏🏽👏🏽
Si Señor!!

lacantudo dijo...

Gracias, May.
En el relato histórico, me siento muy cómodo,siempre fue un estilo literario que me gustó y tanto mi editora, como otras personas y tu misma, me habéis recomendado siempre abstraerme de mi ego y de mi realidad cotidiana para escribir. Y creo que es la mejor de las maneras, de cara a buscar cierta calidad en mis textos. Pero por mucho que me aleje de mi, siempre me termnino pillando.

May dijo...

Pues esta vez no
Está genial me gusta mucho
Mucho mucho
Y sabes que soy sincera
Ole por minar el texto
Excelente