viernes, 9 de septiembre de 2016

El mundo



Se sentó frente a él y con la mano izquierda se retiró el flequillo de la cara, dejando al descubierto uno de esos rostros que cualquier pintor querría ser capaz de dibujar al detalle.  Su sonrisa era el perfecto complemento para unos ojos tan bellos como expresivos.
Durante más de hora y media charlaron amistosamente poniéndose al día de lo sucedido desde la última vez que se habían visto y el tiempo parecía haberse detenido en la mesa de aquella cafetería, respetando el encuentro y convirtiéndolo en eterno. En un momento de la conversación, ella le dijo que no entendía lo que estaba sucediendo en el mundo. No entendía porque para la gente afín era tan difícil encontrarse, porqué la sociedad había creado unas nuevas cadenas con las que atar a las almas libres y porqué la gente tenía tanto miedo a decirse las cosas, a compartir sus sentimientos y a dedicarse las palabras necesarias, las caricias necesarias, los abrazos necesarios.
Él, no podía apartar la atención de su mirada mientras formulaba aquellas preguntas. Trató de responder, de explicar el porqué de todo aquello que ahora ella había comenzado a cuestionarse y le habló del necesario cambio que había experimentado su visión de la vida. Ambos compartían una misma idea quimérica de la vida y de las relaciones humanas. 
Entonces ella disculpándose, se ausentó unos minutos al cuarto de baño del local y él dió con la respuesta perfecta, pero cuando ella regresó, no encontró el valor suficiente para decírsela por miedo a confundirla, por miedo a que la interpretase erróneamente.
Él se arrepintió en el acto de no haber reunido las fuerzas suficientes para decirle: "Este mundo nunca estará a tu altura, pequeñita, porque tu eres un ser de luz. Una persona noble y sensible, incapaz de comprender el comportamiento de una sociedad que se ha vuelto egoísta, cruel y avariciosa. Desde que te conozco he sabido que tu amistad es un inconmensurable regalo. Que en ti se encierra la cura para todos los males del alma, que lates y respiras como un ángel desubicado. No te merecemos, ni el mundo ni yo".
Pero una vez mas, calló ante ella. Contuvo el torrente de verdades que le vinieron a los labios y en su lugar, argumentó con trivialidades retóricas. Aprovechó para inhalar cada molécula de oxígeno que ella expiraba junto a él, tratando de imbuirse de su esencia, ya que supo que nunca podría respirar aire más puro y más limpio La quiso hasta lo indecible, hasta que llegó la despedida; el duro momento en el que le toca volver a la dura realidad sin ella. Prometieron volver a verse al día siguiente y se despidieron con un cariñoso abrazo, seguido de un beso que a él se le antojó demasiado corto, demasiado formal. La habría estado besando hasta el fin de los tiempos. Pero el fin de los tiempos llegó cuando se separaron.En ese mismo instante decidió soñar con ella una noche más y que su inconsciente le diera la respuesta que había callado por miedo. Quizás en la onírica conversación, se atreviese a abrirle por completo su corazón. Que bobada... suyo, siempre le pertenecerá a ella. El solo lo utiliza en usufructo.

2 comentarios:

Unknown dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
lacantudo dijo...

Gracias May.
Este texto me lo ha inspirado una conversación que mantuve ayer en una cafetería con una buena amiga y compañera de viaje en esta vida, desde hace mas de quince años. Una persona que en más de una ocasión me confundió el corazón y crei estar enamorado de ella pero no es así, estoy enamorado de la pureza de su alma,de la sinceridad de sus palabras y de todo lo que me ha aportado a lo largo de los años en los que decidió regalarme su cariño y su necesaria presencia, aunque desde hace unos pocos años vive con su pareja, (a quien aprecio mucho por saber hacerla feliz) y trabaja a cientos de kilómetros de Valladolid.
Creo que entre el mar de vanalidades, a veces damos con corrientes de aguas cálidas y limpias, que hacen que este océano en el que intentamos mantenernos a flote, no nos lleve a la desesperación. Por desgracia ya he tenido que ver como alguna de ellas desaparecia para siempre y no quisiera perder más. Pero eso no está en mi mano. Todos terminaremos en el fondo algún día, entre arrecifes de coral. Mientras intentemos mantenernos a salvo de los escualos.