sábado, 6 de agosto de 2016

Target

No entiendo muy bien este cambio de objetivos, cuando hace unos meses mi misión era proteger a la cúpula del movimiento rebelde a toda costa y hoy resulta que tengo que eliminarlos porque se han convertido en el enemigo más terrible.
No hace mucho, desde la agencia donde trabajo, se marcaron unas directrices sobre ellos, ordenándonos instruirlos y financiarlos para que colaborasen en la inestabilidad del país de oriente medio donde campan a sus anchas.Nadie intuyó que habíamos creado un monstruo.
Ahí viene el líder supremo. Será mejor que me concentre en lo mio. 
No va a ser fácil, por desgracia su bebé se ha despertado antes de tiempo y la esposa del líder ha bajado al salón con el pequeño en brazos, y parece ser que los tres se van a relajar un rato en el gran sofá de cuero, de la estancia.
No será la primera vez que tenga que eliminar mujeres y niños, son daños colaterales y no debo olvidar que estoy sirviendo a mi país y que aunque me produzca una repulsa interior tremenda, el éxito de esta misión, garantizará la paz mundial.
Hay demasiados intereses en juego  y no volveré a tener una oportunidad como esta para decapitar su organización y eliminar la cabeza visible de su movimiento.
Busco el momento perfecto. Hakim se ha tumbado en el sofá abrazando a su mujer y a su pequeño y por la postura, le será practicamente imposible alcanzar su revolver de la  funda de piel bajo la axila izquierda.
Rápido. Me coloco sigilosamente frente a ellos y sin darles oportunidad alguna, apunto con mi GL Glock de nueve milímetros y abro fuego. El silenciador en el cañón de la automática, se ocupará de amortiguar el ruido.
Disparo primero a la cabeza del bebé. En Langley me enseñaron que cuando acabas con lo más querido de una persona delante de ella, consigues al mismo tiempo anular su raciocinio y su voluntad. El proyectil convierte su cabeza en una pulpa sanguinolenta esparciendo por el rostro y el pecho de sus padres trozos de cerebro y fragmentos de su diminuto cráneo. Acto seguido disparo dos veces a su madre, una en el corazón y otra en el rostro.Al matarla apenas un segundo después de matar a su pequeño, la libro del mayor de los sufrimientos: sentir a su hijo destrozado y muerto sobre ella. Hakim, parece reconocerme. Yo mismo lo entrené en la lucha de guerrillas y le enseñé a fabricar las bombas lapa con las que su organización terrorista se ha llevado por delante a cientos de militares, policías y turistas en su milenario y desértico país. En aquellos tiempos éramos aliados pero en su mirada leo que sabe perfectamente que no habrá piedad para él y que tan solo cumplo órdenes. Imagino que ante el dolor de ver morir a los suyos, estará implorando mentalmente, su muerte inmediata.
Le disparo en la frente y el pecho, alojando media docena de proyectiles en su interior y garantizándome su muerte segura.
Abandono la habitación por los conductos del aire acondicionado y cuando consigo dejar el edificio, y alejarme más de doscientos metros, doy vía libre al comando de artificieros de las fuerzas especiales, que ha preparado un coche bomba cargado de C4 para simular un atentado de otra facción insurgente, envidiosa de los logros de Hakim y sus secuaces. No podíamos cometer ningún fallo y no debíamos correr el riesgo, de que por cualquier motivo, el líder sobreviviese a la explosión. 
El director de la agencia me marcará los nuevos objetivos, cuando tras la campaña de desinfomación mediática, preparada para encubrir esta acción y confundir a la opinión pública internacional, pase el revuelo que causará la noticia. Todo quedará en un conflicto interno entre terroristas, que legitimará las nuevas acciones contra el fundamentalismo radical y garantizará la protección de los intereses económicos de mi patria.
Soy un patriota y me ha tocado hacer el trabajo sucio, pero creo que nadie se hace cargo del precio que pago por ello y de lo necesarias que son mis acciones.
El mundo funciona así y si no soy yo el que aprieta el gatillo, lo hará cualquier otro.

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