lunes, 4 de julio de 2016

Me abrigo con tus ojos

Eso ya lo escribí una vez, hace mucho.Quizás no demasiado en cuanto a tiempo pero sí en cuanto a experiencias y vivencias.
Tus ojos siempre fueron un referente en mi vida...y en mis textos. Fueron las estrellas que iluminaron el trazado de los vuelos de Peter y el faro que seguí para volver hasta vosotros, sorteando las corrientes traicioneras y esquivando los escollos. Ayer los vi llenos de lágrimas y creeme, esos ojos no están hechos para llorar,ni esa boca, para otra cosa que no sea sonreír. Pero la vida siempre se cobra cada brindis, cada celebración, cada palmada en la espalda y cada buena noticia y al final, el economista divino cuadra balances y en su contabilidad no hay desajustes entre las columnas del "deber" y el "haber",
Yo estoy en pleno "despido en diferido" pero antes de que me toque acudir cada mañana, a las colas del paro celestial, o a las de la sucursal infernal (nunca se sabe), te prometo que encontraré la manera de ayudarte a enjugar las lágrimas,a esbozar la sonrisa perpetua y a quitar pelitos de la ropa, y del alma.
Puedo disfrazarte de princesa,de dama del sur o de hada diminuta, yo me he acostumbrado a mi disfraz de niño perdido. Puedo escribirte en diferentes épocas y en los más remotos lugares, pero aunque tire del vestuario y del atrezzo más variado y sorprendente, siempre se te reconocerá por esas dos esmeraldas que luces en el rostro.
Ya lo dice esta canción: "Parece que hay tipos con mucha más suerte". Con la edad he aprendido a valorar la mía, que ha sido mucha por el mero hecho de haberte conocido, de conseguir que me quieras y que te dejes querer, aunque de la forma más platónica posible, que es la adecuada.
El mundo, gracias  Dios, está lleno de gatos y de gatas. Los felinos vienen y van, como las alegrías y la falsa moneda. Llega un día en el que las distancias son tan solo barreras mentales. Lega un día también, en el que aunque solo sea por agradecimiento y no por cariño, los hijos cuidan de sus madres. Quien tiene una madre, no sabe el inmenso tesoro que posee.
No se sabe cuando, cómo, ni porqué, pero todos tenemos concedido al menos un amanecer feliz e inmensamente placentero. Resévate para él pero sigue luchando. Pelea cuanto necesites. Sabes que cerraré filas junto a ti y cubriré tu espalda, entregando si fuese necesario, hasta la última gota de mi sangre.
Y no quiero ver, tus ojos "de fuego", llorar.

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