domingo, 15 de mayo de 2016

Pues igual no es tan bonita.

 Bailar "My way" de Sinatra, versionada de forma admirable por mis queridos  paisanos "Los pichas" en un concierto de hace ya media docena de años, dio lugar a una entrada terriblemente tierna y emotiva que titulé "La canción más bonita del mundo" y que seleccioné para su publicación en mi primer libro de relatos, junto a otros veinticinco textos. Cada vez que he escuchado esta canción, ya sea cantada  por mi amigo Javier Carballo acompañado de los suyos; en la versión original en boca del gran Franky o en otras románticas y dulces versiones, me ha costado horrores contener las lágrimas. He llorado recordando aquella noche en la que la bailé y sufrí pensando en lo estúpido que fui cuando la seleccione como el tema para bailar con mi recién adquirida esposa en mi boda, en lugar del típico vals o algo más propio de semejante fecha, supuestamente única e irrepetible. Igual debería haber pedido que sonara esta versión de "Sid Vicius", mucho más acorde con todo lo que vendría después.
Convertí este tema en el principal de la B.S.O de mi vida y tras superar una hemiplejía (secuela de vivir demasiado deprisa y mirando siempre hacia otro lado) volví a bailarla con la misma pareja de baile que aquella noche dio origen a mi texto y en un nuevo concierto de Los Pichas. Esta vez las lágrimas tenían un significado muy diferente, lo que con el tiempo dio lugar a una nueva entrada de este blog, titulada "Sigue siendo la canción más bonita del mundo".
Realmente no sé si el haber hecho todo "A mi manera" ha sido algo positivo o si por el contrario, debería haber escuchado los buenos consejos de quienes me advertían de que debía cambiar el enfoque y mi forma de proceder.
Me considero un buen tipo, nunca he buscado hacer daño a nadie y he tratado de ayudar y de cuidar a mis amigos, pero lo que sí que es cierto es que llevo demasiados años dejándome llevar por ese músculo con aurículas y ventrículos, que me late de forma febril en el pecho y que antepongo a cualquier otra cosa, incluso al cerebro.
No se puede ser tan jodidamente romántico. No puedo creer que la vida es un cuento de hadas. No puedo ni debo buscar el amor a cualquier precio porque en ocasiones mi corazón extiende cheques que mi bolsillo no puede pagar.
He tenido la suerte de conocer y amar a mujeres maravillosas que me han dado mucho más de lo que podía esperar un tipo como yo. He buceado en un mar de sentimientos increíblemente hermosos y mi última inmersión (puede que la mejor, en los arrecifes más impresionantes y entre las aguas más cristalinas) ha sido la más peligrosa, porque aún sabiendo que se nos estaban consumiendo las bombonas, he preferido seguir el descenso y si no llega a ser porque ella me permitió respirar de su oxigeno y me convenció para volver a la superficie, hubiese terminado formando parte del pecio de algún barco hundido..Por eso ahora quiero intentar aprender de todo lo vivido. Aprendo deprisa pero tiendo a dispersarme y a volver a caer en los errores del pasado.
Aunque sé que no es mi estilo y no sabré bien como hacerlo, trataré de no permitirme más errores ni más fracasos. Nunca he sido un tipo duro de esos de las películas americanas, pero he demostrado que soy luchador y que puedo resurgir de mis cenizas las veces que haga falta. No quiero despojarme de mi sensibilidad natural, ni renegar de ella. Únicamente deseo aprender a controlar ese caudal de emociones que surge en forma de torrente arrastrándolo todo en cuanto abro la espita del alma.
Tengo un objetivo en mente que me hace trabajar con mucho empeño y tratar de mejorar cada día: el ferviente deseo de ser un buen escritor me ha llevado a dedicarle muchas horas al día a leer y a escribir, buscando si no cierta perfección (no os preocupéis, soy realista y muy consciente de mis limitaciones) al menos el dar lo mejor de mi mismo. Trabajo mucho con mi editora que me está enseñando la verdadera e impagable labor de un buen profesional de la edición, que no es otra que saber guiar a un escritor en su aventura literaria, ayudándolo en el recorrido y corrigiendo sus errores, no permitiendo que se decida por la senda equivocada apartándose del camino.
La vida me esta enseñando muchas, muchas cosas, cómo que por ejemplo esta no es la canción más bonita del mundo sino una canción muy especial que puede convertirse en un himno vital llegado el momento, pero que no por ello va a ser el mapa para llegar al destino deseado. Que las cosas no siempre salen como uno quiere pero que no por ello hay que rendirse y tirar la toalla. Que todo lo que sube tiene que bajar y que las cosas nunca pasan porque sí, sino porque tienen que pasar, aunque duelan.
La vida pasa y pesa pero también enriquece al que prefiere disfrutar las vivencias a derrochar la existencia.
Comienza una nueva etapa y en esta ocasión parto solo, no voy a pedirle a nadie que viaje junto a mi.
Deseadme buen viaje y si por lo que fuera me he equivocado al elegir el destino, permitidme que vuelva a casa.

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