miércoles, 23 de marzo de 2016

Fallo de medicación.

El psiquiatra de la Seguridad Social no acertó con la dosis que requería la enfermedad de su joven paciente y por la ausencia de unos miligramos en las pastillas  del compuesto recetado para el consumo diario con el fin de controlar su ira, se produjo el fatal desenlace.
Podía haber sido una pelea absurda en cualquier bar, una típica discusión de tráfico o incluso una riña en el campo de fútbol después del partido de cualquier domingo pero el destino quiso que ella sin quererlo, firmase su propia condena de muerte al besar a aquel vecino sin saber que él estaba subiendo por las escaleras.
Según confesó a la policía tras entregarse en la comisaria más cercana a su domicilio, se encontró con la escenita romántica en el rellano y reculó en silencio sin que ninguno de los dos adúlteros se percatasen de su presencia. Cuando su mujer hubo entrado en casa, espero unos minutos fumando un cigarrillo y tras apagáserlo en el dorso de la mano, buscando un dolor que acallase sus gritos internos, sacó las llaves y entró en casa. Ella estaba preparándose un baño y saludo desde el dormitorio, donde se acababa de desnudar.
Él, colecciona cuchillos de diversas partes del mundo, cuchillos que o bien compra en sus viajes o bien le traen sus amigos más aventureros de los destinos más interesantes. Escogió del aparador del salón un cuchillo de gaucho argentino, que le trajo un buen amigo de su viaje por la Pampa. El cuchillo tenia una robusta y ancha hoja muy afilada, de unos quince centímetros de acero vengador, engarzado en un mango de cuerno de vaca recubierto de cuero negro. 
Cómo en la famosa escena de a película de Hitchcok,entró en el baño con sed de sangre y antes de que ella pudiese reaccionar, le asestó una puñalada en la cabeza, hundiendo la hoja hasta la empuñadura en su cráneo y evitando al interrumpir bruscamente las conexiones neuronales, el grito de horror de su mujer. Tras esta primera puñalada vinieron media docena más y al ver que estaba poniéndose perdida de sangre la chaqueta de ante, cesó en su ansia homicida, no por remordimiento, sino por pura coqueteria. Odia la gente que sale a la calle con la ropa llena de manchas.
Su pelo rubio , sus ojitos azules y su cara aniñada, suscitaron las típicas frases de los vecinos ante las cámaras de televisión, expresando la sorpresa de la comunidad ante tan terrible suceso y más siendo el autor de brutal crimen aquel vecino del quinto, que siempre saludaba muy educadamente en el ascensor e incluso ayudaba a la anciana del tercero con la compra cuando coincidían en el portal. 
Cuando el doctor Gonzalez abrió el periódico mientras disfrutaba del primer café de la mañana y leyó la noticia del crimen, escupió el café con leche que tenía en la boca sobre la espalda de su última amante, una alumna de la universidad donde daba clases del master en criminología. Casualidades de la vida, ya tenían tema para el próximo trabajo de cara a subir nota, aunque ella había conseguido una matrícula de honor esta misma noche, dejándose cabalgar en el sofá del cuarto de estar.
Próximamente escribiré sobre la muerte por envenenamiento de un lascivo y asqueroso psiquiatra que fallece a manos del novio de una de sus alumnas del master donde impartía la docencia y se nutría de sexo a cambio de buenas calificaciones.

 

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Buen relato. Parece que te estás abriendo a temas más siniestros, de aquí al terror te queda poco. Trabaja todos los géneros, te vendrá muy bien si quieres ser escritor.
Eres demasiado romántico, incluso al matarlas tienes que hacerlo en la bañera y no mientras friegan los platos.

lacantudo dijo...

Igual es porque estoy enamorado o porque siempre veo a la mujer como una reina y no me fijo en lo mundano, además en mi casa friego yo. Procuro alejarme de los tópicos de género tanto en mi vida como al escribir.
No es que quiera ser escritor, es que ya me siento así y no por haber ganado premios o publicado libros( y no pienses que me estoy pavoneando, aún tengo muchísimo que aprender y debos esforzarme una barbaridad y trabajar a diario), sino por ser la escritura el motor de mi vida.
Te agradezco el comentario, aunque venga desde el anonimato. En cualquier caso quiere decir que me has leido y que al hacerlo algo te ha removido hasta la necesidad o las ganas de dejar un comentario en la entrada.