lunes, 14 de marzo de 2016

A los pies de la cama



Noto una presencia y sé que no lo estoy soñando. 
No me atrevo a encender la luz ni a destaparme el rostro y de forma estúpida creo que si la sábana cubre mis ojos impidiéndome ver lo que acecha en la oscuridad, sea lo que sea o sea quien sea tampoco me verá a mi. Seguramente huele mi miedo, probablemente ese olor le resulte muy apetitoso.
Con mucho cuidado palpo el colchón en busca del cuchillo que me acompaña cada noche desde que descubrí que las cosas pasan también en la vida real y no solo en las películas de terror. Siento el doble filo en la palma de mi mano y consigo agarrar la empuñadura.
Algo pesado y lento está reptando hacia mi desde los pies de la cama, puedo escuchar una respiración entrecortada, unos jadeos siniestros. Maldigo haber insistido a mis padres en que eligieran esta cabaña en lo profundo del bosque, en lugar de aquel chalecito adosado junto al embarcadero del lago.
No creo que sean siquiera la una o las dos de la madrugada, tan solo debo de llevar un par de horas dando vueltas en la cama intentando conciliar el sueño. Debí haber hecho caso a mamá y haber tomado una de esas tilas alpinas que te ayudan a relajarte y a dormir bien. Ahora es demasiado tarde pero casi es mejor estar despierto y despejado que  aturdido por las hierbas aunque puede que hubiese preferido no ser consciente de todo esto.
Mi corazón está a punto de detenerse cuando algo parecido a una mano se posa sobre mi vientre y en ese preciso instante descubro que la suerte está echada y que pase lo que pase ha llegado el momento de dar la cara.Mentalmente rezó un padrenuestro y una oración a mi ángel de la guarda y con la mano izquierda tiro de la sábana hacia abajo mientras libre ya de obstáculos, alzo la derecha con el oportuno y reconfortante  cuchillo dispuesto a traspasar el pesado bulto que se mueve sobre mis piernas.
Un espantoso y agudo  grito de mujer se escucha en la habitación: "Juaaaaaaaaan, las nueve y cuarto, vas a llegar tarde a clase" . Una horrible pesadilla deja paso a la más horrible aún realidad: es lunes y tengo examen de matemáticas.

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