domingo, 22 de noviembre de 2015

Atracón de recuerdos

Esto de la neurología es un no parar de llevarse sorpresas.
Aquel 14 de abril del año pasado, perdí la memoria y los médicos me dijeron que no me preocupase que la iría recuperando poco a poco.
Al resetearme a las bravas, el disco duro de mi cerebro eliminó o cambió de sitio muchísimas carpetas de recuerdos, excepto aquellas que contienen los recuerdos más desagradables y más intensos.
La neuróloga que me revisa cada equis tiempo me ha explicado que precisamente los recuerdos dolorosos al igual que los conocimientos adquiridos a fuerza de estudio y empeño, son los que antes se recuperan (para mi sorpresa sigo hablando inglés e italiano pero no consigo recordar con detalle mi primer beso) y que justo los recuerdos amables y los triviales son los que más tardan en volver.
A veces una cosa lleva a otra y de repente me encuentro con recuerdos de mi vida que me sorprenden gratamente y con otros que me asustan un poco y llegan a cabrearme, pues no me termino de identificar con ese yo de antaño que a veces me resulta bastante gilipollas.
Si pudiese hacerlo no dudaría en cambiar comportamientos del pasado, subsanar errores que en su momento no me lo parecieron pero que en el presente arrastran consecuencias.
He recordado también por asociación de ideas muchas historias de amor o de lo que yo creí que era amor.
En ese terreno siempre he sido igual de estúpido que en muchos otros y he mantenido mi nefasta estrategia de mirar hacia otro lado cuando las cosas se ponían difíciles y surgían problemas o simplemente no quería ver la realidad.
Ahora la veo y me empeño en mantenerla la mirada, ya no voy a apartar la vista aunque me duela y me ciegue el brillo de muchas cosas.
Desde que era un niñatillo identifiqué todo lo que deseaba encontrar en una mujer en cierta persona que lee asiduamente este blog y que siempre ha estado a mi lado, en los momentos buenos y en los malos.
Me ha costado muchos años darme cuenta de que nunca pasará de lo platónico y de que además, me cierro yo mismo las puertas que debería abrir de par en par para que pase la persona adecuada y se ponga cómoda para el resto de mis días. Además sin desearlo también estoy lastrando su vida, pues si lo que quiero es que esa persona sea completamente feliz, debo darla toda la libertad que se merece y quedarme con lo bueno de su inmenso cariño y su  incondicional amistad. Cómo canta Pablo Milanés "la prefiero compartida antes que vaciar mi vida".
Digamos que con los recuerdos me está llegando también algo de inteligencia emocional, debe de estar de oferta o haber un dos por uno.
Al igual que escribí que quisiera ser un buen escritor, que con ser escritor no me vale, también quiero ser una buena persona, con ser persona tampoco me vale.
Creo que me va a costar mucho más lo primero que lo segundo pues para ser un buen escritor tendré que trabajar mucho y para ser una buena persona tan solo tendré que esforzarme en no hacer a los demás lo que no me gustaría que me hiciesen a mi.
Si todo el mundo funcionase con este principio las cosas serían muy diferentes pero imagino que todos deberían proponerse lo mismo que me he propuesto yo y aunque nunca he sido particularmente "malo" ni negativo para los demás, me ha costado cuarenta y un años plantearme esa idoneidad de acciones.
He de perdonar a muchos y pedir perdón a muchos más.
Puede que se deba a esa tan fastidiosa "labilidad" pero ahora la mayoría de las veces que me siento ante el teclado termino con la lagrimilla colgandera.
Fijo que algún amigo me va a forrar a collejas para que espabile y me deje de tanto drama.
En "Colgado de la cuerda oportuna", la novela que estoy escribiendo sobre la guerra de secesión americana, he repartido sentimientos y actitudes entre muchos personajes para poder actuar a través de ellos cómo quisiera actuar en la vida real y aunque suene estúpido, al escribirles situaciones límite y dejar que reaccionen ante ellas me sirve de catarsis y de campo de pruebas.
Tengo la suerte de poder plantearme muchas cosas a través de lo que escribo.
Del mismo modo que un pintor plasma su mundo en un lienzo, un compositor le da forma musical a través de corcheas y semi corcheas yo puedo escribirme hipotéticas reacciones ante sucesos que aún no han llegado a ocurrir y que espero que algunos no lleguen nunca.
Adoro el realismo mágico de Macondo y manteniendo las distancias, a veces creo mis universos tan reales como mágicos, donde soy feliz.





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