martes, 24 de marzo de 2015

Ha sido niño.

Yo también le pregunté a mi sombra que tal ando, pero ya sabéis, mi sombra tiende a escaparse cuando no la llevo cosida.
Lo que si que tengo claro es que mi era ha parido un corazón y he acudido corriendo para evitar que se cayera el porvenir.
Ya no es solo que me encuentre recuperado al 99 por ciento, es que he descubierto un Juan más válido que el anterior y ahora estoy dispuesto a quemar el cielo si es preciso, por vivir.
Hay que ver este Silvio, no para de poner palabras en mi boca.
Era lógico que uno de sus temas formara parte de aquel espectáculo que monté con mi querido amigo y pianista de confianza Oscar Lobete.
En aquel "Canciones para una noche en vela" Oscar y yo revisamos la música y las letras de algunas de las canciones que nos marcaron la vida y que acuden a nuestras cabezas las noches que nos cuesta dormir y estamos intranquilos por el motivo que sea.
El "ojalá" de Silvio fue una de las canciones que pasamos por nuestro filtro particular para ofrecer una visión muy personal y diferente, eso si, desde el mayor de los respetos.
Estoy en un momento de cambios y quiero que esos cambios sean a mejor.
Al rascar mi boleto encontré un maravilloso "sigue jugando" y pienso jugar y terminar la partida de la mejor forma posible.
Ahora me siento como si hubiera pasado a otra categoría donde ya no valen las excusas que he puesto en tantas ocasiones, ahora solo vale que lo dé todo a cada momento. 
En el amor, en la familia, en la amistad y en el trabajo.
Quiero entregarme a lo que me hace sentir vivo y seguramente no pueda evitar escribir sobre ello cada día, aunque no lo publique aquí ni en ninguna otra parte.
Lo escrito queda y puedo volver a perder la memoria otra vez pero no perderé mis textos.
Como escribió mi padre una vez en su dedicatoria en aquel libro en blanco que para tal efecto me regalaron durante la presentación del primer libro que me editaron hace ya tres años: "Escribir es una forma de fijar el pensamiento".
Hay muchas cosas que quiero hacer a lo largo de mi vida, una de las más importantes es fijar el pensamiento, otra es dejar el mejor de los recuerdos cuando me despida definitivamente.
Se han terminado los miedos y las dudas, estoy decidido a ser quien quiero ser aunque vuelva a tropezar.
Sé que volveré a levantarme y aunque renqueando, alcanzaré mi meta.
Quiero ser  buen escritor y mejor persona. Ambas cosas implican esfuerzo y sacrificio pero estoy dispuesto a ello.
Ahora me tomaré un vinito en la celebración del bautizo de ese corazón que ha parido la era.
Va por ustedes.




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