lunes, 29 de diciembre de 2014

Mis días por el mundo



Claro, no encontraba mejor presentación para esta entrada que este tema de Vetusta Morla, uno de mis grupos favoritos ya que me gustan tanto sus melodías como sus letras, que son muy muy directas y sinceras.
No se la de veces que he hablado de la gran labor terapéutica que ejerce en mi la literatura, pero escribir obviamente no es lo único que me cura o que me ayuda a pasar cada día de la mejor forma posible.
Puede que habiendo cumplido ya los cuarenta debería de comenzar a plantearme el porque de esa necesidad mía de transcribir todos mis miedos y mis deseos.
He encontrado un chollo en plasmar aquello que me conmueve en mi alter ego, además es cierto que al escribirle viviendo mi día a día, puedo cambiar el final de cada aventura y adecuarlo al como me gustaría que hubieran salido las cosas.
Alimento a ese alter ego con todo el cariño que recibo de mi familia y de mis amigos, este combustible de cariño y confianza es muy importante y el único que no estropea el motor.
Combustiona limpiamente y no contamina,  en vez de expulsar humos nocivos y sucios, crea textos y se puede seguir el rastro de mis vivencias a partir de ese humo blanco.
Por descontado el mejor catalizador que complementa a ese combustible lo he encontrado en besar a la persona adecuada y ojo, no vale cualquier beso de cualquier persona, solamente llegaré al equilibrio perfecto cuando acaricie la nuca de la chica en cuyos ojos quisiera perderme para siempre mientras descubro en su boca la materialización en vida del paraíso celestial.
Comprendo perfectamente que debo acostumbrarme a que en ocasiones me quedaré sin combustible y deberé estacionar en el arcén y caminar hasta una estación de servicio cercana donde adquirir todo lo necesario para volver a poner en marcha este vehículo tan susceptible a las averías que soy yo.
Estoy tratando de asegurarme a todo riesgo, pero me sale por un ojo de la cara y no hay seguro que cubra ciertos daños.
Es más factible que te cambien las lunas gratis a que te consigan el recuerdo perdido de aquella luna de verano bajo la que hiciste el amor por primera vez con ella, extasiado de emoción.
No se cuantos años o kilómetros tengo de garantía de la casa, pero ni quiero saberlo, ya he pasado en un par de ocasiones por talleres y todo lo que sea chapa y pintura me preocupa lo justito, o sea nada.
Me da más miedo tener algún problema de ingeniería y terminar en un desguace sin haber podido realizarme por completo, por eso lucho a diario y vivo tan intensamente.
Puede que estos últimos meses circule mucho más despacio, ahora he descubierto el verdadero placer de conducir. 
Hacer kilómetros disfrutando del paisaje está fenomenal. La vida está llena de colores y a veces he circulado tan rápido que de alguna forma veía todo en blanco y negro y me perdía los parajes más impresionantes donde detenerse a fumar un cigarrillo y disfrutar de la vistas.
También se que me he dejado a alguna autoestopista que de haber subido al coche, me habría cambiado la vida. Si no las recogí fue más por miedo que por cualquier otra cosa.
Llegará el día en que me adapte a las exijencias del mercado y me convierta en un coche familiar con varias sillitas para niño y pantallas de dvd en el respaldo de los asientos, donde proyectar la película de dibujos de Peter Pan, espero que les guste a mis hijos.
De momento como dicen los Vetusta, "pago la jaula al domador". 
Lo bueno es que ni soy una fiera ni un deportivo con volante de competición.
Creo que soy un clásico y aunque en ocasiones pienso que soy un tipo de coche que ya no se lleva, me gusta cerciorarme de que hay modelos que nunca pasarán de moda.
Buf...no se ni como me ha dado hoy por escribir con metáforas de automoción, yo, que ni tengo carné de conducir, tenía la licencia para poder llevar la vespita, pero ahora ya solo tiro de bono bus.
En cualquier caso puedo escribir a doscientos por hora, que en este tramo no hay límite de velocidad ni radares.
Echaré de menos a mi profesor de autoescuela y seguridad vital, digo vial.





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