martes, 14 de octubre de 2014

Cuando todo era bonito

Es triste que alguien te hable así de su relación y creo que lo más triste es asociarla a muchas de las que he vivido, que en sus primeras fases eran el no va más de la perfección en la pareja y con el tiempo se deterioraron hasta terminar convirtiéndose en pasado.
Me resulta llamativo que una amiga como esta cuya historia ha dado lugar a este texto, recuerde tiempos relativamente cercanos, como "la fiesta del amor".
A mi me han invitado a unas cuantas de esas fiestas, e incluso habría acudido gustoso a una en su honor, abrazado a su cuerpo tan joven y tan bonito.
El amor, en su nacimiento es lo más parecido a una celebración, ya que desbordas alegría y satisfacción y yo soy de los que piensa que el amor puede durar para siempre, si consigues dar con la persona adecuada, el resto serán historias muy bonitas en unas ocasiones, muy duras en otras, pero siempre como capítulos de una serie, en los que cada uno guarda relación con los anteriores y aunque estén precedidos por otros y  sean seguidos por algún capítulo más, tienen su identidad propia.
Lo cierto es que el amor muchas veces duele al ir apagándose, como una llama que trata de combustionar oxígeno a toda costa y abrasa todo lo que tiene al rededor.
No hay que perder la esperanza, únicamente escuchar esa voz interior que te avisa mientras te detienes a reflexionar o al irte a dormir, de que algo está comenzando a deteriorarse.
Si hay una solución, pelea por encontrarla, pero no te obceques en mantener el fuego a toda costa, porque en el intento puedes quemar tu vida, e incluso achicharr tu ilusión.
Es cierto que en los primeros estadios del enamoramiento todo es bonito e incluso el amor maquilla muchos desperfectos ya propios o de la persona amada.
El desamor nace al reconocer las carencias que hasta cierto día se atribuían a otro tipo de factores, nunca a la pérdida de esa batalla.
De repente suena la corneta tocando retirada y aunque duele mucho dejar al compañero caído y ponerse a salvo, el Ser humano es un animal y por instinto, va a luchar para sobrevivir.
No hay que martirizarse ni culparse de que aparezcan sentimientos encontrados, el cariño seguirá muy presente en todos los actos y el afecto no se va a marchar así de repente.
Cuando se ha amado, uno siempre se supedita a la persona a la que amaba y de alguna forma trata de absorber todo el impacto del golpe de la separación, porque las separaciones suelen ser así, traumáticas, aún sabiendo que a corto o medio plazo será lo mejor para ambos.
Hay que llorar las pérdidas, del mismo modo que hay que saber que cuando terminen las lágrimas, se abre un futuro de sonrisas y de esperanza.
Lo más duro será contemplar ese inmenso y perfecto arcoíris construido con recuerdos de todos los colores que brillara en lo alto del firmamento durante demasiadas jornadas quizás.
Lo más bonito es haber querido y haberse sentido querido, todo lo demás es parte de la trama y como en una buena novela, el final conlleva las páginas más apasionantes pero al tiempo que disfrutas de la lectura, sufres al ver como disminuye el grosor de lo pendiente y al leer "Fin", te embarga la tristeza.
Muchas veces he tratado de releer mis novelas favoritas, aunque ya conocía el final y carecían de esa emoción con la que me entregaba al deleite del lector satisfecho en la primera ocasión.
De todas formas yo sería capáz de escribir un final diferente y más amable y perfecto para la mayoría de ellas, estoy convencido.

Sirva este texto de abrazo en la distancia y de homenaje a lo que ha de llegar.
Y a tu belleza.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Gran descubrimiento. Me ha encantado y seguiré leyendo. Un placer conocerte.
Carmen.

Lacantudo dijo...

Bienvenida Carmen, pasa y ponte cómoda, estás en tu casa.
Gracias por esas palabras tan gratificantes.
Un placer tenerte aquí.