miércoles, 9 de octubre de 2013

Las dos



pero muy pronto serán las tres y luego vendrán las cuatro.
Y en definitiva, otra noche de conversaciones con mi gato y de pitillos sentado delante del teclado.
La vida se me escapa en noches en vela, en días en vela y en velas a la virgen.
Aquí estamos los tres, el gato, el teclado y yo.
A estas horas no se escucha más ruido que el molesto y tedioso "cri-cri" de la ausencia.
Suena como la cadena de una bici mal engrasada, molesta y reiterativa, con la cadencia de una sinfonía mal ensamblada.
El gato prepara unos gintonics maravillosos, que me recuerdan a ella (maravillosa también y con un punto de amargor), con esencia de canela y un toquecito de enebro.
Mucho hielo, extra de soledad y de nostalgia.
La habitación se va llenando de humo y hago unos anillos estupendos, tan perfectos que para si los quisiera el gilipollas misógino de Gandalf. Gilipollas, pero mago.
Los conejos de mi chistera terminaron haciendo la maleta y dejándolo todo lleno de cagaditas diminutas, con lo que mi único truco hoy por hoy, es el de poner la mejor de las sonrisas en el peor de los momentos.
Si no fuera por ellas no tendría nada que contaros.
Hablaría quizás, de política y de economía, pero lo cierto es que la única política que me interesa, es la que practica una mujer cuando decide invadir tu territorio, destruir tus defensas y negociar tu rendición.
En cuanto a economía...siempre he sido un puto desastre. Si tengo un duro me gasto dos, pido prestados tres y termino debiendo siete. Algún día aprenderé a gestionar mi dinero. Y mis sentimientos.
Así que para andar hablando de lo que no entiendo apenas, prefiero hablar de lo que desconozco por completo: las mujeres.
Por lo menos el tema es mucho más atractivo.
Y es que soy un enamoradizo compulsivo, que no sabe retirarse a tiempo y que purgará por los siglos de los siglos, el pecado de haber querido ser siempre la persona adecuada, obviamente, sin haberla sido.
Pero de todo se aprende y ahora mismo estoy plenamente decidido a no volver a sentir nada por ninguna.
Y lo digo convencido, que carajo, porque será la única manera de mantenerme inmune a los recuerdos.
Durante un tiempo creía conocer los resortes para todas las cámaras secretas, pero no señor, no sería capaz de forzar ni una taquilla del Mercadona.
Los hombres nos volvemos arrogantes cuando nos sentimos amados, pensando que está todo el pescado vendido y que hagamos lo que hagamos, seremos por siempre jamás los reyes de la selva.
A mi selva le sobra flora y le falta fauna.
Le sobran metáforas y le faltan pronombres personales.
A mi selva, la han convertido en un jardín de rotonda de polígono industrial, eso si, con una flor increíblemente hermosa en todo el medio.
Una flor inaccesible.
No puedo regarla, no puedo olerla ni mucho menos cortarla.
No es para mi.
Por lo que será mejor que le vaya diciendo al gato que prepare otro, un poquito menos cargado esta vez, que la noche es larga, la cama fría y la distancia entre este momento y mañana, eterna.
Va por ellas.
Por todas las flores.







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