martes, 17 de septiembre de 2013

Maletas.

Sucede que en ocasiones no me sirve lo que acostumbro a repetir para tranquilizarme.
Y todo se torna de repente misterioso.
Y los cristales se empañan desde fuera y las luces cambian de color y me encuentro ahí...sin saber que coño me ha pasado y porqué tengo tantas dudas.
Sucede que los acontecimientos dejan de vivirse y simplemente, suceden..
Sucede que me siento raro y me pongo serio y me convierto en lo que no me termina de gustar, por mucho que lo intente.
Paso así un par de días o tres, en los que prefiero estar a solas con mi gato mirándole fijamente a los ojos, para ver si ahí dentro encuentro alguna de las respuestas que hasta hace no demasiado encontraba en cualquier parte.
La casa parece más grande y el suelo se comba al pisar.
La ropa huele a otras personas.
Mi cama es como la cinta transportadora de maletas de un aeropuerto de mala muerte, lleno de moscas y papeleras que desbordan envases de hamburguesa y botellines de agua arrugados.
Yo no dejo de desaparecer y aparecer una y otra vez y nadie viene a recogerme.
Dando vueltas en la realidad que se me antoja tan distinta a lo esperado.
Me tumbo boca abajo pasando el brazo derecho por debajo de la almohada y tengo la sensación de que todo lo que no cubre la almohada, no existe.
Creo que a veces, me cuesta saber si estoy vivo.
Y luego de repente, como vino, se fue.
Y todo vuelve a la normalidad y las rutinas se sientan a cotillear junto a la fuente del pueblo, con las faldas remangadas y los pies descalzos sacando cantares a los imprevistos y criticándolo todo.
No se si esto es normal, o soy un tipo raro.
No se si os pasa a vosotros, pero hay días en los que no me reconozco.
A lo mejor es que le doy demasiadas vueltas a las cosas, como si fueran maletas en una cinta transportadora.
O yo que se...



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