martes, 14 de mayo de 2013

A ninguna parte

Este es el relato que escribí para le concurso de "Literatura exprés", organizado por la Feria del libro de Valladolid y celebrado en el LAVA (laboratorio de las artes de Valladolid).
Se extrajo un tema al azar de entre unos cuantos y se nos dio un tiempo limitado para escribir un texto sobre él.
Este año el tema fue "viaje a ninguna parte".
Conseguí hacerme con un estupendo tercer premio, del que me siento muy orgulloso.
Espero que os guste.


Por eso no quedan billetes.
Ni hay nadie en la estación, ni maletas apiladas, ni mujeres llorosas agitando sus pañuelos al viento.
No hay ni vías, ni andenes, ni distancia.
Tan solo estoy yo.
Yo, que ya estoy más que cansado de tratar de llegar hasta ti y no llegar a ninguna parte.
Yo, que conjugo todos los tiempos del verbo partir, con la esperanza de que semejante estupidez me ayude a alcanzar mi destino.
Me siento en el suelo y recapacito.
Hace frío aquí.
Supongo que será porque tengo el corazón helado.
Un pie delante del otro me han traído hasta esta estación y el paseo ha sido de todo menos agradable.
Lo sabia al salir de casa. Sabia que de alguna manera hoy comenzaría el viaje que llevo esperando tanto tiempo.
Me he despedido de las plantas muertas que adornan mis macetas.
Del perro disecado que descansa tumbado junto a mis viejas zapatillas al pie del sofá.
He dicho adiós a los peces que flotan boca arriba en la enorme pecera turbia y a los tomates mohosos del frigorífico.
Una mochila vacía es mi único equipaje
Bueno...también llevo en el bolsillo una foto de los dos.
En ella reconozco inevitablemente el paso del tiempo.
Ha sido doloroso perderte, pero es más doloroso aún saber que cuando llegue a mi destino, no estarás esperándome allí.
No pasa nada.
A lo lejos se oye un tren.
Tengo que estar preparado porque no va a parar aquí, así que he de tomarlo en marcha.
Repaso una vez más la lista de fracasos y reconozco en cada uno de ellos la figura de tu ausencia.
Qué se le va a hacer.
El pitido y el consabido "chaca-cha" suenan cada vez más cercanos. 
Ya llega.
Aprieto los nudillos hasta que suenan con ese chasquido tan particular y tan denteroso.
Estoy listo.
Huele a carbón. Es una vieja locomotora la que arrastra una larga hilera de vagones llenos de sueños rotos.
Empiezo a correr y al saltar, acierto a enganchar casi por los pelos el pomo de la puerta de un vagón de madera.
Entro y tomo asiento.

Epílogo:  Tras certificar la defunción, el forense permite que el juez ordene el levantamiento del cadáver.
Varón, caucásico. Un metro setenta, sesenta y ocho kilos.
Aproximadamente cuarenta años.
Cabello oscuro y ojos azules.
Causa de la muerte. intoxicación por ingesta masiva de barbitúricos.
No hay ninguna nota, tan solo encuentran junto al cuerpo una fotografía y algo parecido a un billete de tren.
No se puede leer el destino...parece estar en blanco.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me ha gustado mucho, abrazos.
Zama

lacantudo dijo...

Muchas gracias Fernando.
Te sigo por face, me alegro un montón de que la vida te trate así de bien.
Un abrazo grande.